Regional

A 69 años de su fundación, los bomberos de San Cristóbal trabajan con las uñas

27 de noviembre de 2021

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El 28 de noviembre de 1952, durante un acto celebrado en el local donde funcionaba el garaje del estado, en la calle 9 de La Ermita, se cumplió el acto de fundación del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal, creado a instancias de una solicitud formulada por el gremio de comerciantes y respaldada por las autoridades, que trajeron de Caracas a un instructor para formar a quienes se convirtieron en los primeros bomberos del estado Táchira


Por Armando Hernández

El 28 de noviembre de 1952, a las cuatro de la tarde, en el local que por cien años ocupó el Matadero Municipal, para el momento convertido en garaje del estado, se constituyeron las fuerzas vivas del estado para dar formal fundación al Cuerpo de Bomberos del municipio San Cristóbal, el primero del estado Táchira y el tercero a nivel nacional, que estaría formado por un pequeño grupo de hombres que bajo el comando del sargento ayudante, Baltasar Augusto Echeverría, se convertirían en los primeros apagafuegos de una ciudad que adolecía de tal servicio.

El general Alfonso Briceño pasó a retiro para dar oportunidad al relevo generacional, al no dejar ir a los bomberos a los cuales comandó por espacio de diez años.

De hecho, es el resultado de una campaña iniciada por los comerciantes a causa de un incendio en el centro de la ciudad, que resultó difícil de sofocar y para lo cual se sumaron las autoridades y demás sectores representativos, que unieron esfuerzo para hacer posible un proyecto que tardó dos años en cristalizarse. Los bomberos de San Cristóbal comenzaron sus operaciones en un local ubicado en la calle 9 con carreras 2 y 3 de La Ermita, poco adecuado para sus tareas.

Acto de fundación

Han trascurrido 69 años desde aquel entonces, cuando fue creado el Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal, institución que era considerada como necesaria para la protección de vidas y bienes de quienes habitaban la villa de Juan Maldonado, en pleno proceso de desarrollo, con una zona comercial en plena expansión, huérfana de protección, donde cada vez que ocurría un incendio afloraba el temor que se extendiera a otros locales, debido a que no existía un equipo de apagafuegos y las labores de extinción debían ser asumidas directamente por la comunidad, las fuerzas policiales y demás autoridades.

Para su creación, se procedió a traer desde la ciudad de Caracas al instructor de bomberos, sargento ayudante Baltazar Augusto Echeverría, quien se desempeñó como comandante y, al mismo tiempo, era el encargado de formar y capacitar a un grupo de jóvenes de la región, que a la larga serían los primeros bomberos del Táchira, encargados de continuar con la misión de mejorar y mantener la institución, que hoy, con algunos altibajos, ha logrado una importante proyección y lugar destacado entre los cuerpos de bomberos de la región, de los cuales fue pionero.

El acto de fundación fue presidido por el doctor Antonio Pérez Vivas, gobernador del estado Táchira, y miembros de su gabinete; el presidente del Concejo Municipal de San Cristóbal, Enrique Morales Rojas; el obispo de la diócesis, Mons. Dr. Alejandro Fernández Feo, y sectores representativos comprometidos con el proyecto, entre ellos el empresario Martín Marciales, que había traído de Estados Unidos la primera unidad de combate de incendios, que sería entregada en esa oportunidad.

Entrega de la primera unidad de combate de incendios del Cuerpo de Bomberos de la ciudad.

Durante el acto, las autoridades encomiendan la seguridad de la ciudad a ese grupo de noveles bomberos, formados y comandados por Echeverría. Entre ellos se encontraban Rafael Finol, Pablo Marín, Rodrigo Nava, Asdrúbal Salomón y Justo Pastor Daza Porras, este último, el primero de una dinastía de bomberos que resultaron puntuales para el mantenimiento y el avance de la institución. Este equipo, una vez resueltos problemas de logística y equipamiento, debe montar la primera guardia el 6 de abril de 1953. El debut se produce a causa de un incendio en una vivienda familiar ubicada en la carrera 11 con calles 6 y 7, parte posterior del Colegio María Auxiliadora, provocado por una cocina que habían dejado encendida después de la preparación de alimentos. Hasta allí llegaron en pocos minutos los bisoños bomberos, en la unidad de combate No. 1, bajo el mando del sargento Baltazar Echeverría, comandante de la institución.

Poco tiempo después, Echeverría presenta su renuncia y se marcha a Valera para crear el Cuerpo de Bomberos de esa ciudad y ante la inesperada situación, la municipalidad se ve en la necesidad de buscar un reemplazo. Piensan en Justo Pastor Daza Porras, quien es enviado a Caracas para ser capacitado. A su retorno, después de meses de exigente formación, con el rango de cabo segundo, asume la comandancia general, dando inicio a una gestión que se considera como la más prolongada en la historia de la institución. Asume en 1952 y permanece en el cargo hasta el año 1978, cuando pasa a situación de retiro, jubilado con la jerarquía de coronel, la más alta para entonces. El Cuartel Central de la avenida 19 de Abril lleva su nombre, a manera de homenaje.

Dinastía de bomberos

En la historia del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal existe un punto que resalta y llama la atención, por cuanto tal vez se trata de un caso único en el mundo. Tiene que ver con la presencia, durante 69 años, de miembros de una familia que ha ocupado cargos de relevancia en la institución, realizando importantes aportes para el desarrollo, progreso y sostenimiento de la misma. Se trata de la familia Daza, cuyos inicios se remontan a la fundación misma, con la persona de Justo Pastor Daza Porras. Poco tiempo después se sumaron Pedro Lino, Rodrigo y Luis Enrique Daza Porras, Idelfonso Daza y Alfonso Briceño Daza, entre otros.

En esta familia, la atracción por la labor bomberil ha pasado de generación en generación. Hermanos, tíos, primos, sobrinos, hijos y nietos han vestido con orgullo y dignidad el uniforme azul. En la actualidad, no menos de cinco miembros de la familia Daza, descendientes de aquellos pioneros, forman parte de la institución, entre ellos el Tcnel. Antonio Briceño Angulo, quien ocupa la primera comandancia. Es hijo de Alfonso Briceño.

De ese grupo de viejos bomberos, tres recuerdan sus historias y sus experiencias. Aun cuando no formaron parte del grupo fundador, son considerados como los más antiguos, puesto que ingresaron a la institución poco tiempo después de su creación. Entre ellos se encuentran los hermanos Pedro Lino y Rodrigo Daza Porras. El segundo de ellos ocupó por varios años la comandancia y pasó a retiro con el grado de coronel. Ha sido protagonista de muchas aventuras y en no pocas oportunidades estuvo a punto de perder la vida en el cumplimento del deber, lo cual ha hecho con valentía y pundonor.

Está de igual manera el nombre de Alfonso Briceño Daza, sobrino de los anteriores. Nos recuerda que era aún muy joven cuando llegó al Cuartel de Bomberos, para trabajar como ‘office boyas’. Era el muchacho de los mandados y poco a poco se fue adentrando en el oficio. Cuando alcanzó la edad requerida ingresó al grupo de voluntarios y luego, tras realizar los estudios respectivos, pasó a condición de bombero permanente.

Es Briceño Daza el único efectivo del estado Táchira en alcanzar el grado de general, tras lo cual pasa a retiro. Explica que lo hizo con la intención de dar paso al denominado relevo generacional. Piensa que un bombero jamás deja de serlo y, de cuando en vez, va al cuartel para recordar viejos tiempos, recorre sus instalaciones y asesora a las nuevas generaciones.

Briceño nos confiesa que el caso más impactante en que ha participado fue el incendio del Mercado Cubierto de San Cristóbal, porque fue su bautizo de fuego. Recuerda que se trató de un incendio provocado por manos criminales, que le prendieron fuego por los cuatro costados. Los bomberos no contaban con los recursos para enfrentar una situación de esta naturaleza, pero a pesar de ello, con mística y valentía, lograron salvar mucha mercancía, aduce.

Trabajando con las uñas

El general Briceño está muy enterado de los avances que la tecnología ha introducido, dando lugar al nacimiento de un nuevo bombero, desde el punto de vista operacional. Sin embargo, considera que, desde el aspecto emocional, el bombero, el de antes y el de hoy, son iguales, están unidos por un mismo trabajo y desempeñan una función que se lleva en la sangre y el corazón. No duda al momento de poner en peligro su propia vida para salvar la de un semejante.

Evidentemente, en este oficio existen cambios y, a causa de ello, los tiempos también han cambiado, dice. La tecnología ha marcado un sendero diferente, pero no para nuestros bomberos de provincia. En esencia, el bombero de nuestros pueblos es el mismo de hace muchos años. Actúa con mayor riesgo, mucha mística y gran voluntad, porque no recibe los beneficios de esos adelantos tecnológicos. No se entiende cómo un bombero que ha logrado progresar técnicamente, aun cuando se ha capacitado para realizar los procedimientos de la manera adecuada y cuenta con amplios conocimientos, no los puede aplicar, pues, como ayer, siguen trabajando en medio de grandes carencias. No reciben el equipamiento necesario.

Briceño considera que a los bomberos de San Cristóbal los tienen como “la oveja negra” y nunca se les ha dado el sitio que merecen. La crisis se ha mantenido durante toda su existencia. Ayer nuestros bomberos trabajaban con las uñas y hoy lo siguen haciendo, comenta más adelante.

69 años

Este domingo, 28 de noviembre, habrá celebración en el Cuartel Central “Cnel. (F) Justo Pastor Daza Porras”, en la avenida 19 de Abril, discreta y sencilla, cuidando el cumplimiento de las medidas de bioseguridad. El propósito es no dejar pasar “por debajo de la mesa” tal acontecimiento y festejar, con austeridad, los 69 años de fundación.

Es una fecha importante, porque representa toda una trayectoria, una historia cargada de episodios increíbles, de experiencias extraordinarias, la satisfacción de salvar vidas y ayudar a las personas en apuros, en el preciso momento que requieren de auxilio.

Para ello, se han previsto ascensos y condecoraciones al personal permanente y entrega de reconocimientos. Será un acto de austeridad, durante el cual los guardianes de la ciudad permanecerán atentos, por si acaso se presenta alguna situación de emergencia que requiera de su presencia, paras salir de manera inmediata a cumplir con su deber.

En todo es fecha especial y hacemos llegar nuestra palabra de felicitación y estímulo a estos extraordinarios servidores públicos, tanto a los permanentes como a los voluntarios.

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