José Rafael Cortés no fue un hombre de “medias tintas”, sino, por el contrario, frontal. Muchas de sus palabras, decisiones, opiniones, actuaciones, aún se recuerdan en el Táchira.
Como hombre frontal, fue llamado al Reino de Dios el 31 de diciembre de 1999. Con su personalidad decidida, no esperó el nacimiento del nuevo siglo, sino se fue horas antes, cuando ya en otros países se habían dado el Feliz Año.
Lo importante es que su paso por la vida fue edificante: formó una familia con valores y principios, y creó empresas, entre ellas este medio de comunicación social, en donde aún se mantiene con una línea editorial cultivada, como editor de Diario La Nación: un periódico que sirva a los intereses del Táchira, de las comunidades y totalmente plural a todas las líneas del pensamiento.
Dos décadas han pasado desde que don José Rafael Cortés dejó la vida terrenal, pero lo sembrado se mantiene.
Hijo de Antonio Arquímedes Cortés Contreras y de Juana de Dios Arvelo Cabbulo, vino al mundo el 19 de mayo de 1922. Hermano de Jesús Antonio y Eduardo, los tres serían llamados por sus amigos como “el trío corteseano”. Con sus estudios en San Cristóbal y Bogotá, y con el desarrollo de nuevas técnicas en el oficio de su padre, la Tipografía Cortés, José Rafael despertó una temprana visión empresarial.
En el libro del historiador Luis Hernández Contreras, “La Nación. Símbolo Tachirense”, expone que el joven José Rafael Cortés, desde muy joven, quiso incursionar en el mundo del periodismo impreso con “La Sorpresa”, editado en su Rubio natal, y “Vuelvan Caras”, en San Cristóbal. La vena editorial se fortalecería luego con las experiencias que dejaron “La Hora” y “Resumen”. Con el apoyo de su padre, don Arquímedes, y de su esposa Gloria Niño de Cortés, La Nación vio la luz de la calle el 23 de diciembre de 1968.
Fundó varias empresas, que durante años fueron unas de las principales fuentes de trabajo, de familias tachirenses, pero sin duda, con su vena periodística, su consentida fue Diario La Nación, vigente, sorteando las turbulencias económicas, pero de pie con su legado y con su lema principal: al servicio del pueblo tachirense y sus buenas causas.
“Hemos hecho este medio para la defensa de los intereses de los pueblos de la región de los Andes, en especial del Táchira y del pueblo tachirense, y no nos vamos a apartar de nuestro propósito. No hay intereses mayores que defender que los de mi tierra (…) Salimos para defenderlos y para defender la tierra tachirense”, escribió en su editorial del 23 de diciembre de 1983, el día en que La Nación se volvía un diario quinceañero.
Son muchas las personas que aún recuerdan La Opinión del Editor, cuyas líneas generaban revuelo y se podía estar a favor o en contra, pero nunca indiferente. “El hombre que hacía esas líneas podía ser resuelto y mesurado. Imprudente y circunspecto. Jovial y huraño. Tormentoso y afable. Esa ambivalencia la mantuvo siempre, toda la vida. Por eso, sus gestos nerviosos, pero también medidos”, lo caracteriza Hernández Contreras.
Recibió durante su vida muchos reconocimientos, entre ellos la Orden Francisco de Miranda (1975), en nombre de esta casa el Premio Nacional de Periodismo (1970 y 1984) y la Orden del Libertador en grado de Comendador (1986), entre otros tantos, pero sin duda alguna el mayor de todos lo obtuvo, y aún lo obtiene, de los miles de personas que a diario toman en sus manos su obra: Diario La Nación, para estar bien informado.
A dos décadas de su partida, don José Rafael Cortés, como lo dijo el Libertador Simón Bolívar, no aró en el mar. Y no lo hizo porque su obra, su creación, su pensamiento, no solo siguen vigentes, sino erguidos y reconocidos, no solo por los tachirenses sino más allá de la región, y ahora con la tecnología por el mundo, ya que donde hay un tachirense se conecta a Diario La Nación.
A dos décadas de su partida, don José Rafael Cortés descansa en paz.