Regional

A un año de la muerte de “Pacho” Solares

28 de agosto de 2021

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Francisco “Pacho” Solares nació el 06/06/1954, en Piedecuesta, Colombia. Fue el mayor de seis hermanos, y a muy temprana edad su madre lo trajo a Venezuela. Tuvo una niñez muy dura, ya que vivía en el ranchito más humilde del barrio 8 de Diciembre. Desde muy niño tuvo que trabajar en las calles, vendiendo periódicos en las calles de San Cristóbal; también pedía comida en las casas para  ayudar a su madre con el sustento del hogar.

Era muy inquieto y ocurrente, salía con sus amiguitos a hacer travesuras, una de ellas casi le cuesta la vida, pues cuando solo tenía 8 añitos «Pacho» y sus amiguitos jugaban con unos cables de alto voltaje que colgaban dentro de un edificio en Barrio Obrero, hasta que recibió una descarga eléctrica que le ocasionó fuertes quemaduras en varias partes de su cuerpo, deformando los huesos de sus manos. Fue llevado al Hospital Central de San Cristóbal, pero allí no había médicos especialistas para su caso, por lo que por sus propios medios decidió viajar a Caracas, donde fue sometido a varias cirugías reconstructivas, gracias a esto no perdió sus extremidades; sin embargo, quedaron sus dedos deformes y evidentes cicatrices por los injertos de piel (por eso usaba camisas mangas largas para cubrirse).

Al recuperarse siguió trabajando, pero ahora lo hacía en las calles de la ciudad capital.

«Pacho», como todos le decían, fue un niño de la calle, llegó a pasar noches debajo de un puente; incluso una vez contó que él mismo se compró una torta en una panadería y se cantó su cumpleaños, con lágrimas en los ojos.

Desde niño, Francisco mostró cualidades histriónicas, jugaba a ser actor, dirigía a sus amiguitos; estuvo en un internado en Caracas y se escapaba para ir a ver funciones de teatro o cualquier acto cultural en las plazas de la capital. Tanto le gustaba que, cuando tuvo oportunidad, no dudó en tomar clases de teatro y empaparse en lo que ya él veía como su futuro.

«Pacho» fue el hombre que le arrebataba los niños a la violencia a través del teatro infantil «El Puentecito». Grupo que nació sin planearlo en el año 1991, ya que había una celebración en el barrio Táchira y Pacho participó junto a un grupo de niños y presentaron algunos juegos teatrales, fue tanta la receptividad del público que le pidieron presentarse en otras comunidades.

La periodista Violeta Villar Liste fue quien le sugirió el nombre de «El Puentecito», ya que el grupo nació allí, justo al lado de un puentecito entre el barrio 8 de Diciembre y barrio Táchira.

Francisco Solares, con su «Puentecito», realizaba más de 150 funciones anuales, totalmente gratuitas, a lo largo y ancho del territorio nacional, participando en diferentes festivales, encuentros culturales nacionales e internacionales, llegando a algunas ciudades de la hermana república de Colombia, representando dignamente al estado Táchira y Venezuela, recibiendo premios y reconocimientos, entre los que se destacan Premio Estímulo Nacional, Orden de Mérito al Trabajo, Prestigio Rotario y en 2012 recibió por parte de la Universidad de las Artes (Unearte) la mención de Maestro Honorario en Artes y Ciencias Teatrales.

Otro de sus logros fue el de promover y consolidar junto a una empresa privada el enmallado del viaducto viejo.

Francisco no solo se dedicó a hacer teatro, sino también hizo labor social, dio alimentos, educación, recreación y ropa a muchos de los niños que tuvo en su agrupación.

Su felicidad siempre fue llevar alegría a los niños, con sus obras, no hubo un rincón del Táchira que no visitara, siempre dejando un mensaje, muchas de las obras fueron escritas por él mismo, otras adaptadas, siempre dándoles el toque que le caracterizaba.

Lamentablemente no pudo consolidar totalmente sus sueños, el deterioro del autobús, la situación país y la indolencia de los entes gubernamentales, hicieron que el grupo de teatro bajara el telón.

Luego de varios intentos fallidos, de hacer un sinnúmero de peticiones al Ministerio de Transporte, al Ministerio de Cultura, Fontur, Freddy Bernal y otros políticos que no le prestaron atención a sus demandas, no pudo recuperar el autobús que servía para el transporte de los niños. Solares se desmotivó, por lo que decidió irse a Bogotá, a rebuscarse como podía.

Su última visita a la ciudad de San Cristóbal fue en diciembre del año 2019, donde recibió el Año Nuevo con sus hijos. Los primeros días del 2020 regresó a la ciudad de Bogotá, prometiéndole a sus familiares que volvería en marzo de ese año, mes en que empezó la pandemia, esto le impidió a Francisco volver con su familia.

El 28 de agosto del 2020, “Pacho” fallece de manera inesperada, un infarto apagó su vida, justo el mismo día en que su hija menor cumplía años. “En la mañana, una amiga que vivía con él nos llamó para darnos la amarga noticia, de que él se acostó a dormir y no despertó más”, cuentan sus hijos.

Hoy es recordado por la hermosa labor que ocupó en vida. ¿Quién no recuerda ese autobús de colores, lleno de trajes y niños dispuestos a dar una linda función?

Solares fue sinónimo de perseverancia, alegría, de esperanza y superación.

Siempre será recordado con amor por todo aquel que tuvo la dicha de conocer el extraordinario ser humano que fue en vida. (Escrito de sus hijos, Waleska, Niyurka, Francisco Javier Solares)

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