Víctor Matos
Luego de haber finalizado la terrible Segunda Guerra Mundial y languidecido lo que se conocía como la Liga de las Naciones, se formó en 1947 la actual Organización de las Naciones Unidas, ONU, para fortalecer la paz en el planeta. Y en esta parte del continente que contaba con la Unión Panamericana, se quiso reafirmar la defensa y desarrollo de las Américas con la formación de la Organización de Estados Americanos, OEA, a la cual en la actualidad han surgido otras instituciones como el Mercado Común del Sur, Mercosur, el Celac, el ALBA, la Unasur, que buscan desprenderse de la primera para no depender del gran poder del norte que representan tanto los Estados Unidos como Canadá.
La Organización de Estados Americanos fue fundada el 30 de abril de 1948 por 21 países en busca de un Orden de Paz y de Justicia con el objetivo de fomentar la solidaridad y robustecer la colaboración y defender la soberanía, la integridad territorial y la independencia, que es la intención que actualmente reúne a los 35 estados miembros comprometidos en la preservación de la Democracia y los Derechos Humanos.
Se dice que el organismo pasa actualmente por un mal momento, por las discrepancias en su manejo de varios de sus socios, como las críticas hechas por el presidente Andrés Manuel López Obrador de México, el retiro exigido por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, y de haberse salvado a última hora la investigación que se hacía a su actual secretario general, Luis Almagro, por sus relaciones íntimas con su secretaria.
Su momento más álgido fue durante el desarrollo de la octava Asamblea General que tuvo lugar en Punta del Este, Uruguay, en el año de 1962 en donde tras denuncia de Venezuela por parte del presidente Rómulo Betancourt, se pidió evaluar la ofensiva comunista del régimen de Fidel Castro de Cuba en detrimento de la democracia de América Latina.
En esa reunión, por amplia mayoría, sus integrantes señalaron que era incompatible la democracia con el marxismo-leninismo; que Cuba se había identificado oficialmente con esa ideología, por lo que se pedía su exclusión del sistema interamericano, registradas estas preocupaciones en un Acta que fuera aprobada por 13 votos a favor y uno en contra; seis abstenciones como de los representantes por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México.
La resolución excluía a la isla antillana de todos los organismos de la OEA con la excepción de la Organización Panamericana de la Salud.
Cuarenta y siete años después, en la cita de San Pedro Sula de Honduras, la OEA anuló por consenso tal pena, abriendo las puertas para la reintegración de Cuba, lo que este país rechazó y sigue fuera de la organización en donde ahora está en entredicho Nicaragua, por las políticas seguidas por su presidente Daniel Ortega.
Para septiembre de 2001, la asamblea general reunida en Lima, Perú, acordó aprobar la llamada Carta Democrática Interamericana, que es un instrumento para prevalecer la institucionalidad democrática entre los países firmantes, cosa que se incumplió primero con las férreas dictaduras que oscurecieron el panorama político de la región, y luego por el sesgo izquierdista que aspira acabar con las funciones de la OEA para comulgar con otras entidades que se niegan a ser tuteladas por el gran país del norte.
Alberto Lleras Camargo, primer presidente de la OEA
Alberto Lleras Camargo nace el 3 de julio de 1906 y muere en la misma ciudad de Bogotá en 1990, siendo considerado como el más brillante político y estadista de su país en el siglo XX, quien además de asumir la dirección de su partido, el Liberal, llegó a ser presidente de la República y fue el primer Secretario general que tuvo la Organización de Estados Americanos.
Asumió en dos oportunidades la primera magistratura colombiana en los períodos de 1945 y el de 1958, considerado un intelectual y diplomático tras ejercer el periodismo en los diarios El Tiempo y El Espectador de Colombia y en La Nación de Argentina.
Como jefe de Estado, puso en marcha la Flota Mercante Gran Colombiana, fue presidente de la Unión Panamericana y primer secretario general de la OEA entre 1948 y 1954. Asumió también el rectorado de la Universidad de Los Andes y la presidencia del Partido Liberal.
En 1956 durante la presidencia de Laureano Gómez, sentó las bases de su nuevo partido, el Frente Nacional que dirigió por 16 años dejando una estela de fe por el sistema democrático y una aureola del nuevo pensamiento integracionista de la región en defensa de sus más caros intereses.
A este destacado líder, le siguieron en la conducción de la OEA personajes de la talla del chileno Carlos Dávila, el uruguayo José Mora, el ecuatoriano Galo Plaza, el argentino Alejandro Orfila, el brasileño José Clemente Soares, otro colombiano, César Gaviria, el nativo de Costa Rica Miguel Ángel Rodríguez, de manera interina el norteamericano Luigi Einaude, el chileno José Miguel Insulza y el actual, el uruguayo Luis Almagro, que según el historial de la institución, no han logrado alcanzar la altura que obtuvo su primer secretario general, que manejó la institución desde la base de su fundación.
Actualmente, la OEA pasa por un mal momento de credibilidad por sus posturas que según se dice asume en favor de su gran socio, los Estados Unidos, pero sigue siendo la referencia de la presencia americana a nivel mundial. Víctor Matos