Regional

Angustia en veredas 3 y 4 de Santa Eduviges de Táriba

13 de julio de 2020

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26 minutos bastaron para que las condiciones de vida de 17 familias cambiaran.

A las 9:30 de la mañana del viernes  22 de mayo de 2020, los vecinos de las veredas 3 y 4 del barrio Santa Eduvigis, en el municipio Cárdenas, fueron sorprendidos por la rotura del tubo matriz de 40 pulgadas del Acueducto Regional del Táchira,  perteneciente a la aducción frontera, que administra la empresa Hidrosuroeste.

Distante a 240 metros de las viviendas, la presión del agua causó graves daños a su paso. El pánico se apoderó de todos, en especial de los integrantes de 17 familias que vieron cómo sus casas eran destruidas por el agua potable que caía del cielo y desde lejos, como lo observó Omar Silva, uno de los afectados, era como una densa neblina que cubría la zona, cuando regresaba a su casa a buscar su carro para llevar a su mamá al médico.

Perdieron electrodomésticos, colchones, enseres, ropa, libros, equipos de computación, comida. Nada ha sido repuesto. Los colchones dañados, por ejemplo, están a la vista de todos.

Ese día, la mayoría de representantes de los entes de Gobierno nacional, regional y municipal se pasearon por  la zona. Se levantaron censos y más censos de los afectados, de los daños materiales y de las pérdidas de enseres; las promesas de ayuda se hicieron públicas.

Muchos representantes del Gobierno les aconsejaron poner las cosas al sol para recuperarlas.

El censo general indica cuatro casas con pérdida total, 13 con pérdidas parciales, 8 carros afectados, decenas de enseres dañados y muchos recuerdos que el agua destruyó en 26 minutos.

“Vía Hidrosuroeste se responderá por los vehículos, reparación o reposición de electrodomésticos y otros enseres; con la Misión Vivienda se atenderán seis casas con pérdida total, y las diez restantes serán recuperadas a través de Barrio Nuevo-Barrio Tricolor”, declaró el alcalde del municipio Cárdenas, Richard González, en nota de prensa publicada en Diario La Nación, 48 horas después del suceso.

Transcurridos 52 días, la preocupación se apodera de los afectados. Solo en casa de la señora Carmen Cecilia Castellanos levantaron parte de una pared y colocaron un plástico negro sobre el techo de machimbre afectado. Hay arena y unos pocos bloques. Más nada.

“Hay angustia y zozobra porque Jacinto Colmenares dijo en una reunión, a la que asistimos, que la hidrológica no tiene dinero y lo que harán es gestionar con otros entes para apoyarnos, pero no vemos que avancen esas gestiones”, expresó Omar Silva, cuya casa registra pérdida parcial del techo, daños en el portón, en equipos de computación, enseres y electrodomésticos.

Los vecinos exigen respuestas concretas  para retomar su ritmo de vida. Las familias que quedaron sin hogar, viven arrimadas en casa de parientes y vecinos que les tendieron la mano. La escuela de la comunidad fue habilitada como refugio, pero las dos familias que allí se ubicaron decidieron salir a casas de parientes.

Ese día, en cuestión de minutos  Omar Silva se sorprendió al ver el daño causado por la densa capa blanca de brisa en la zona. Su carro, el techo de su casa, las camas, la computadora. “El agua llenó toda la casa. Igual sucedió con los otros vecinos. Cuando cerraron la llave de la aducción vimos la magnitud de los daños. Gracias a Dios, fue de día, de noche seguro la historia sería otra”, narró, muy preocupado por los momentos que le ha tocado vivir a él, a su familia y a sus vecinos.

En su caso, solamente para acondicionar el techo de la vivienda necesita sobre los mil dólares, más de 220 millones de bolívares. A la entrada de su casa están los colchones y otros enseres dañados.

En las casas de pérdida parcial, las goteras aparecen por todos lados. Diocelina Camargo, con su emprendimiento de corte de cabello, corre sus cosas de un lado a otro “para que no se mojen”; Jesús Arias, taxista de oficio, está de brazos cruzados porque su carro es uno de los más afectados; Ciro Pineda, por su parte, acondicionó parte del techo en su taller de metalúrgica “para seguir trabajando”. Todos confían en la palabra de las autoridades, que asumen la indemnización económica de los daños causados.

— ¿Por qué no han botado los colchones?

— Porque son las evidencias de que se dañaron. Cuando levantaron los censos nos indicaron que al recibir el nuevo, ellos se llevaban el dañado, pero son un foco de contaminación. Nada de lo dañado se ha botado.

Testimonios

*Carmen Cecilia Castellanos

“Vivimos ahora con potes, con ollas, con baldes, en el piso por las goteras. Ya comenzó la temporada de invierno y ahora el agua se pasa por todos lados. En Hidrosuroeste nos han dicho que no hay plata. A mí me dijeron  que me iban a traer láminas de zinc. Yo les dije que no, porque mi casa era y es techo de machimbre, casa que construimos con mucho esfuerzo. Ese día fue  como una tempestad. Fueron momentos muy duros”.

*Ciro Pineda

“Esperamos que nos solucionen todos los problemas que nos causaron. Al señor Jacinto ya se le habían pasado varios reportes del problema con ese tubo. Debieron mandar una cuadrilla a reparar, pero no lo hicieron. No hubo respuesta a tiempo. Daños por negligencia de la empresa. Esa presión destruyó todo. Mi familia está en casa de parientes. Yo improvisé un techo para trabajar en mi taller de  metalúrgica. Aquí no quedó nada”.

*Diocelina  Camargo

“¡Hay Dios mío! Una terrible dificultad para todo. Aquí tenía mi peluquería y área de pintura,  ahora todo quedó un desastre. Mire las goteras por todos lados. Perdí muchas cosas. El techo de mi cuarto se cayó. Duermo en el cuarto de mi hijo. Da tristeza, no nos han ayudado todavía. Ese día corrimos hacia la parte de atrás de la casa.  Yo me despedí de mis dos muchachos, porque me dio mucho miedo”.

*Bernardo Ramírez

“Ese día yo estaba en Hidrosuroeste, hablando con el coronel Juan y el ingeniero Arquímedes sobre el bote de agua, el temor de un problema mayor, cuando una hija que vive en el edificio Don Luis, en Las Vegas, me llamó por teléfono y me  dijo que se había reventado  el tubo… Me dio un ataque de nervios. Ellos llamaron a la planta de San Rafael y cerraron la llave a tiempo…Eso fue terrible”.

*Jesús Arias

“Mi carro es un taxi Orinoco, mi medio de trabajo, mi sustento. No me dan respuesta de nada. Una de las palabras textuales del señor Jacinto Colmenares, fue que no hay presupuesto para nada. Me dijo que hoy le arreglo medio parachoque, dentro de 15 días le arreglo la otra mitad, y dentro de otros 15 días le pinto el parachoques. Mi carro quedó en pérdida total”.

  

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