Norma Pérez
Penélope Suárez miraba con desolación, desechos entre el barro, los libros de la biblioteca que le sirvieron para su ejercicio profesional durante 24 años como educadora. “Aquí quedó todo lo que en una vida se puede construir, lo de mis hijos, mis alumnos, mis estudios y mi trabajo”.
Su padre Óscar Suárez es profesor de educación física, ya está jubilado. Así como lamenta el estado en que quedó su vivienda, piensa en sus vecinos quienes se encuentran en las mismas condiciones.
Padre e hija enumeran las pérdidas: camas, colchones, nevera, cocina, muebles, utensilios y electrodomésticos.”Tenemos varios días sacando barro y parece que esto nunca termina, se mete en los rincones, está por todos lados”.
Para Óscar Suárez es prioritario volver a levantar aquellas paredes que lo vieron nacer: “mi anhelo es reconstruir la casa, porque es un patrimonio familiar. Aquí vinieron funcionarios del gobierno a decirnos que debemos desalojar, pero no es nada fácil, pues en este lugar he vivido los 66 años que tengo”.
Hace un alto en la dura faena de limpieza, que implica sacar escombros, lodo, basura y objetos inservibles, en un intento por hacer que las habitaciones ahora vacías, recobren su aspecto habitual”.
“Este sector es el Rubio viejo, pero lo tienen abandonado; ojalá que ahora tomen la iniciativa de recuperarlo, pues es una parte histórica que identifica a nuestra ciudad. Hoy nos toca seguir en la lucha, aunque se nos hayan ido todos los años de trabajo que ya no se pueden recuperar”.
Afuera, agachada frente a la pila de libros mojados y escombros, Penélope Suárez, encontró un tomo empastado y lleno de lodo; con tristeza lo recogió y hojeó. Era su tesis de grado./Norma Pérez.