Regional

“Apagonazos salvajes” en todo el estado Táchira

20 de febrero de 2020

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Desconsuelo, incertidumbre e indignación han causado entre la población tachirense las fallas en el servicio eléctrico, que también afectaron a los estados Mérida y Zulia. Los tachirenses, que quieren ser más productivos para soportar los embates de la crisis económica, se sienten al borde de la redición cuando, sencillamente, las graves carencias energéticas de todo orden les paralizan

EL DATO

Más allá de las 24 horas, con breves “respiros” de luz, ha durado el calvario energético que el Táchira ha vivido en los últimos tres días


Por Freddy Omar Durán

Los tachirenses no acaban de acostumbrarse a los intempestivos cortes de luz, que al menos calculaban en caprichosas tres horas, cuando de repente una prolongación de los mismos –en algunas poblaciones de más de 24 horas, y en otras de alrededor de 12 horas continuas- los agarra por sorpresa.

Lo ocurrido entre este martes y miércoles escapa a denominarse racionamiento, en tanto el mismo denota racionalidad, previsión y actuación oportuna, pero nada de esto se puede atribuir a un extraño comportamiento energético, que de un momento a otro aparecía y desaparecía por arte de magia.

Racionamientos molestos para unos; pero tragedias para otros, pues quienes no contaban con el gas en sus hogares, y por lo tanto debían cocinar con electricidad, debieron acostarse sin cenar y amanecer sin desayunar.

También tragedia para un sector productivo que sencillamente no podía resignarse a otro día sin ingreso, teniendo que cerrar este martes bien temprano, a eso de las cuatro de la tarde. Algunos activaron sus plantas; pero dependiendo de su potencia, estas podían activar el sistema de iluminación o, en el mejor de los casos, una que otra máquina, eso sí, con cierto descanso, pues resultaría contraproducente forzarlas más de cuatro horas.

A muchos empleados, como en el caso de la rectificadora de Ricardo García, les resultaba más beneficioso asistir a sus sitios de trabajo, porque gracias a los generadores, al menos podían cargar sus celulares, tomar un baño –pues la escasez de agua representa otra materia raspada en el Táchira- e incluso comunicarse con otras personas.

El señor García, con esas ganas de joven emprendedor que no quiere rendirse, afirma no tener plan B, en caso de que la situación persista, y asegura que se irá acomodando a las circunstancias; pero no se plantea cerrar y dejar en la calle a los 10 trabajadores a su cargo.

En una consideración diferente está Yeisa Gálviz, propietaria de una empresa que fabrica esponjas para la cocina. Hace cuatro años empezó con 21 trabajadores y hoy tiene cuatro. Estos dos días ha tenido estancada la producción, pues la troqueladora está parada.

“Esto no tiene nombre -refiere con angustia Gálviz-, ni siquiera se acerca nadie para decirnos por qué esto pasa”.

Recordó aquellos tiempos en que el Táchira, desde el Complejo Desurca, podía darse el lujo de venderle energía a Norte de Santander, en tiempos en el que en el vecino país se vivió una tragedia similar. Sugirió por lo tanto que al margen de los conflictos entre ambas naciones, se establezcan conversaciones a alto nivel sobre el tema energético, tratándose esta situación de una emergencia humanitaria. No ve mal que se compre energía a Colombia, así aquí el consumidor tenga que pagarla directamente.

No era otro apagón más…

Desde las once de la mañana del martes, en gran parte del Táchira comenzó un apagón, que en principio se consideró uno más, y aun así se le siguió considerando en la tarde, teniendo en cuenta que desde el jueves, aunque segmentados en bloques, los “racionamientos” cubrían un tiempo de nueve horas. Pero llegada la noche, muchos se dieron cuenta de que la cosa no era lo “normal dentro de lo anormal” que hemos estado viviendo en un “annus horribilis” en materia energética.

Aunque los informes sobre el comportamiento energético son diversos, en los que muchos coinciden es en que la luz alcanzó a llegar al finalizar la tarde o en la madrugada, a eso de las 2, para una tregua de minutos. En otras partes se dice que vino y se fue, en repetidas ocasiones. A las cinco de la mañana se había restablecido en algunos sectores de San Cristóbal; pero en otras poblaciones la emergencia pasó las 24 horas.

A punta de planta eléctrica, muchas empresas logran obtener energía; no obstante, el gasoil también está escaso.

En el centro de San Cristóbal, la tregua se extendió en la mañana, permitiendo la actividad bancaria; pero no por mucho tiempo, y la misma se clausuró antes de las tres y media por otro corte intempestivo. El servicio de internet, tanto el de ABBA como de otros proveedores privados, presentó muchas fallas el día miércoles.

Elizamer Villamizar, dedicada hace años a la joyería, afirmó que si bien había luz, no había punto, y eso tenía a los mismos comerciantes con los brazos comerciantes. Agregó  que los tachirenses están guapeando, y que tantas fallas en los servicios públicos casi que deberían considerarse un atentado a la existencia de nosotros.

“¿Yo no sé -sostuvo Villamizar- qué quieren del pueblo del Táchira? Estamos los comerciantes haciendo un esfuerzo para darles vida a los locales del centro, porque hasta el mes de noviembre parecía un pueblo fantasma”.

En una empresa de pan árabe, cerca de la plaza Garbiras, tuvieron que reiniciar su producción a la una de la madrugada, intentando recuperar el tiempo perdido: una felicidad que no les duró mucho, y alrededor de las 10 de la mañana lo único que les quedaba era agarrar un poco de calle para no aburrirse, y ver si alguien traía la “luz” en una colita.

“Esto está inaguantable, insoportable, llegas al trabajo y no hay luz; te regresas a tu casa, no hay gas, ni hay agua”, imploró William Giceno, dueño de un negocio de metalmecánica en Riberas del Torbes.

A María Torbes le preocupa el riesgo alimentario que estos apagones implican: “La nevera está caliente, lo poquito que uno ha conseguido para comer se daña. El pollo que uno trae de Colombia, porque sale más barato, se puede perder. Esto es bastante complicado. Eso adentro de mi casa, eso parece un túnel (se trata de una vivienda con poca iluminación). Y uno no puede estar comprando velas porque la pobreza no da para velas. Y las lámparas recargables que uno trae de Cúcuta solo duran 3 horas encendidas. No hay manera de conectar los teléfonos para recargarlos y comunicarse con la familia que está en el exterior, e informarle de nuestra situación”.

Zuleima Rojas está en el emprendimiento vecinal de “moda”, que se podría denominar “misceláneas”, aunque también cuenta con sus máquinas de coser, no obstante, no se atreve a prenderlas, incluso con energía, pues está “o llega bien bajita, o llega muy alta”.

Niños, otras víctimas

El trauma psicológico que causan estas crisis energéticas es otro aspecto digno de análisis. Los padres muchas veces no saben cómo explicarles a sus hijos lo que está pasando, o incluso los contagian de sus propias angustias.

Blanca Villamizar: uno se las ingenia para que los hijos no sufran por estos apagones. (Foto/ Johnny Parra)

Blanca Villamizar se las ingenia como puede, y se permite un momento para compartir más con su hija: “ella es bastante hiperactiva, yo tengo que ponerla a la leer, a hacer crucigramas, sopa de letras, a andar bicicleta. Ella me dice: ‘no mamá, esto es desesperante’; esta mañana, ella me preguntó ‘¿qué vamos a hacer?’, y yo le respondí, “tener mucha paciencia y pedirle mucho a Dios, porque no hay de otra”.

Protestas espontáneas

Con el apagón “color de hormiga” en su mayor intensidad desde el martes en la mañana, la población no escondió el descontento, y muchos lo manifestaron con la quema de basura, barricadas y cacerolazos.

En las calles quedaron los residuos de las protestas callejeras que se presentaron este martes y miércoles.

En La Fría, por ejemplo, se reportó la colocación de obstáculos en las vías, en protesta por un apagón que se tomó el día y la noche completos.

A la altura de la avenida Ferrero Tamayo y la plaza Garbiras, montículos carbonizados estaban envueltos de un tenso ambiente, y mucha gente de sus alrededores, recordando “no tan viejos tempos”, prefirió no acercarse por los puntos calientes.

También a través de las redes sociales se divulgaron cacerolazos que “iluminaron” la oscuridad en Santa Cecilia, y réplicas del mismo se hicieron escuchar en el 23 de Enero.

En previsión de próximos acontecimientos, cuerpos antimotines de la Guardia Nacional ya estaban movilizados en previsión de manifestaciones, que ya se habían reportado en Barrio Obrero, a la altura de la UCAT, donde se retuvo un camión de Pdvsa Gas.

Ciudad sin gasoil y a pie

Los apagones que estos días han puesto su cuota al problema del desabastecimiento del combustible, al haberse hecho más intensos este martes y miércoles, en nada han ayudado a aligerar el servicio y, por el contrario, parecía como si el 80 por ciento del parque automotor de autobuses y busetas estuviera estancado en la Marginal del Torbes.

Eso ya se estaba reflejando en el servicio del transporte público, y las quejas de las demoras de las rutas resonaban por doquier, mientras que otros optaban por trasladarse a pie, alternativa a la cual nos hemos acostumbrado.

El apagón por supuesto había alterado el suministro de gasolina; sin embargo, después de una breve espera, tanto motocicletas como vehículos pudieron surtir en aquellas donde, alimentadas con plantas, contaban con el servicio.

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