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Con precios de la cebolla y el plátano que parecen estar cediendo, la papá aún arriba y un incremento desmesurado del apio, en verduras para cuatro personas, se podría estar en alrededor de los 60 mil pesos, es decir, la mitad del salario básico recientemente decretado por el Gobierno venezolano.
Freddy Omar Durán
Como sea, los tenderos de mercados populares aclaran que ellos solo se ajustan a la oferta del mayorista, y que apenas dejan un margen de ganancias, procurando no espantar a una clientela, ya de por sí mermada y muy medida a su presupuesto familiar. Sin embargo, los vendedores del Mercado Popular Sabatino, también conocido como Dimo, reportan que el manejo de denominación colombiana les ha venido trayendo inconvenientes, en cuanto al sencillo se refiere.
Con un intento de volver a colocar el bolívar en la palestra del mercado –y parte del servicio en puestos callejeros incluye el cobro por punto electrónico-, aún el peso sigue siendo la medida monetaria en el Táchira de referencia a la hora de hablar de precios y sus variaciones.
Los carniceros, por ejemplo, aseveran que los sacrificios los han llevado al mínimo, calculando que el consumo del rubro que ofrecen semanalmente se haya reducido a una cuarta parte. Esto se ha venido presentando desde la etapa más cruda de la pandemia; sin embargo, aún ésta casi en extinción, no ha mejorado mucho.
—La gente que llevaba dos kilos de carne, ahora lleva medio kilo. Yo sacrificaba dos reses para el fin de semana y sabía que la iban a adquirir toda. Ahora apenas si saco del frigorífico dos piezas del animal. La gente en el pasado no le paraba, y ni se le pasaba por la cabeza dejar de comprar carne para el hogar— afirmó uno de los carniceros que habitualmente se ubican los sábados frente a la sede del MAT.
En cuanto a la proteína animal, el pollo y el pescado siguen siendo una alternativa que ronda los 10 mil pesos o menos por kilo –estando las patas del ave en 5 mil pesos el kilo-, frente a la carne de res; no obstante, el cartón de huevos preocupa a muchos, habiendo superado la barrera de los 16 mil pesos, y el queso duro por kilo anda en ese monto.
Apio por las nubes
Muchas frutas siguen empeñadas en alejarse del bolsillo del tachirense, y algunas se ofrecen a seis mil por kilo; sin embargo, buenas opciones constituyen la lechosa –hasta tres unidades pequeñas por dos mil pesos-, la guayaba a dos mil el kilo y el mango vuelve en cosecha. El aguacate, favorito en muchos meses, este fin de semana, por unidad de tamaño medio, se ofrecía a tres mil pesos.
La cebolla y la zanahoria, a mil pesos el kilo, se apiadan del consumidor, como tal hacen el tomate la remolacha, y el repollo a 2 mil pesos el kilo, el plátano, que tocó el techo de los cinco mil pesos, a 3 mil pesos; y el pimentón a 3 mil pesos.
Violento fue el apio, tubérculo siempre relacionado con humildes y típicos platos, por el cual este fin de semana se pedían hasta 6 mil pesos por el kilo.
Para Iris Becerra, quien en su niñez ya trabajaba en el área alrededor de Dimo cuando fue autorizada para ventas al aire libre, las lluvias sobre el páramo El Zumbador podrían ser el factor que incide en este incremento, y esto ha venido afectando a otros rubros como la papa y el cilantro.
Como vendedora, pero en particular como mujer del campo, le preocupa lo que pasa con el sector y cómo el mismo surfea la crisis económica, que en últimas recae en el bolsillo del tachirense.
—Estamos haciendo para sobrevivir, pero ¿qué más? Seguimos en esto, porque conseguir trabajo está difícil; sales a buscarlo y no hay. Y si hay, es para uno o dos días. El trabajo del campo nadie lo quiere, muy absorbente. Yo también siembro, pero no muchos rubros. La inversión se hace difícil. El pesticida hay que traerlo de Colombia, y si te ven entrando a la frontera con tres potes, a los “tipos” hay que dejarles uno. No puedes hacerte un gasto de viaje para traerte solo uno. Aquí se consigue ese insumo, pero hasta tres veces más caro, en comparación con el que traes de Cúcuta— afirmó Becerra.
Admite que tal vez los inmigrantes venezolanos tengan algunas ventajas con relación a quienes se quedaron en Venezuela; pero ella considera que la crisis en los alimentos se ha globalizado, y que cada quien, en el lugar del mundo que le toque, debe luchar.
—La zanahoria no la estoy sembrando porque los bueyes para hacer los surcos se enfermaron, y si busco otros, me los alquilan por 100 mil pesos. La zanahoria ya vale 200 una latica de semillas, y a este costo se le agrega el abono, la cal, el trabajo de uno. Todos estamos luchando, y el que está afuera lo hace para traerle cobres a su familia aquí. Esto es un problema a nivel mundial— agregó Becerra.
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