Regional

Buscar el sustento mientras se rema contra el mal estado de los servicios

20 de julio de 2020

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La palabra cuarentena es sinónimo de crisis para los pobladores del sur del Táchira. Es como cuando buceas contra la corriente y en medio del trayecto te atan de pies y manos. El municipio Fernández Feo, ubicado en el piedemonte venezolano, no escapa de este escollo que llegó para intensificar la debacle, pero a su vez, y en contraparte, para activar la creatividad y el empuje de quienes anhelan un mejor futuro para los suyos.

Es común que locales de diversos rubros ofrezcan alimentos y víveres (Foto: Raúl Márquez)

Es una mañana fría en San Rafael de El Piñal, y Rosa Sánchez, como cada día, se dispone a levantar sus santamarías. Regenta tres negocios dedicados a la venta de ropa para damas, caballeros y niños, además de zapatos y cholas.

Así como ella, otros comercios ubicados en la calle principal de la capital del municipio Fernández Feo se acondicionan para una nueva jornada, con la intención de aprovechar las 7 horas de flexibilización permitidas, con la esperanza de que aumenten las ventas, al menos un poco.

Ahora bien, muy en el fondo, sabe que es difícil, puesto que las ventas de ropa y calzado forman parte de los rubros más golpeados por la crisis. A su juicio, las ventas han bajado en un 70 por ciento. «Actualmente, lo que más se vende son las cholas y algo de ropa interior. Y es que la población en general vive azuzada con otras prioridades, entre ellas, llevar el sustento a sus hogares».

Este estado de cosas ha obligado a algunos comerciantes de ropa y afines a colocar vitrinas adicionales en sus locales para ofrecer harina Pan, arroz Mary y productos de limpieza, entre ellos Omar Belandria, cuyo negocio se ubica en la calle 3 de San Rafael de El Piñal.

«Para sobrevivir hemos colocado una venta de víveres. Y eso lo hace la mayoría. La demanda condiciona la oferta y aquí en El Piñal, como en Naranjales y San Lorenzo, la población busca es comida a buen precio y eso hay que ofrecer; que de pronto, en esas se lleven una franelilla, ya es ganancia», explica de modo didáctico.

«Sobrevivir en cuarentena»

La frasecita suena feo, pero resume lo que viven y sienten los habitantes del sur del Táchira en este conteo, que pareciera interminable, de días de cuarentena. Días de largos cortes eléctricos, de escasez de combustible, de gas doméstico, y en donde algunos reclaman que los productos de las bolsas Clap no llegan, a pesar de estar cancelados. En esto coincidieron vecinos que recorrían calles de El Piñal, La Morita y Naranjales.

«Prometieron que iban a enviar las bolsas Clap cada quince días y nada. Y si se trata de la situación de la energía eléctrica, la cosa pinta para largo, mientras en Caracas se habla de elecciones», comentó un vecino.

Buscar comida versus COVID-19

El miedo a la COVID-19 es latente y permanece a un costado como un aguijón que, de vez en cuando, aumenta la preocupación, pero ante esto, persiste una preocupación mayor y es la de los padres de familia que deben a diario suplir las necesidades de sus hijos.

«Al principio de la cuarentena había más miedo a la enfermedad, sobre todo si se tomaban en cuenta los estragos de la COVID-19 en otros países. Luego la cosa fue bajando y la gente, en algunos casos, continuó con su vida normal. La mayoría con la responsabilidad de llevar un plato de comida a su mesa», sostiene Luis Ramírez, habitante de Naranjales.

Otras personas se han reinventado, apostando a nuevos emprendimientos, allanando rutas inéditas que les permitan salir adelante. Tal es el caso del profesor Carlos Astros, quien en los últimos meses ha sembrando en su pequeña parcela, en la cual acaba de sembrar, además, algunas especies de peces en una laguna construida a pico y pala por él mismo.

Habría que hablar, asimismo, de la abogada que ahora vende hallacas los fines de semana; de la familia de jubilados que se rebusca ofreciendo mondongos; del antiguo obrero, que en estos meses aprendió a elaborar paledonias o cucas, que se han hecho imprescindibles a ´la hora del puntal´ de muchas familias.

Vendedores ambulantes

El auge de vendedores ambulantes es otro de los elementos que es preciso tocar en este tiempo de cuarentena. Vendedores de ropa interior, de velas y linternas, de queso, plátano y yuca, de carne de cerdo. En carretillas, bicicletas o a pie, suelen transitar, a media mañana, por las calles y poblaciones del municipio Fernández Feo. Vale comentar que algunos de ellos son parte de la población de migrantes internos que, provenientes del centro del país, han buscado un mejor destino en estas tierras.

Raúl Márquez

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