Con una exposición individual, visitas guiadas y talleres, Carmen Ludene nos ha venido acercando durante este mes de octubre al arte del grabado en los espacios del Mavet, en el cual muy pocos artistas, como ella, han indagado sus posibilidades plásticas.
En el taller, que empezará a impartirse a partir de este primero de noviembre, se podrán obtener los conocimientos necesarios para iniciarse en las artes gráficas y poder, entre otras cosas, diferenciar el grabado de una estampa, a partir de una fundamentación histórica y técnica, complementada con pequeñas prácticas.
El criterio de curaduría de esta exposición no solo ha querido presentarnos el resultado final -en este caso la impresión definitiva o serie de impresiones-, ya que incluye soportes, matrices, pruebas de estado, pruebas de artistas, entre otros subproductos que hacen parte del proceso.
Una de las salas corresponde a la experiencia de Ludene con el dibujo, en la cual prevalece el carboncillo, usado en la representación de rostros y pies.
Ya en el área lateral, tenemos propiamente los grabados en formato modular, en el que se dispone de diversas técnicas, como aguafuerte, aguatinta, punta seca, xilografía, colografia, en una paleta de motivos que van de la figuración hasta la abstracción, tomando a la línea como el elemento principal en la composición.
Nos cuenta Ludene el sentido de su pasión por el grabado: “a mí, del grabado lo que me apasiona es el procedimiento técnico, que es metódico y te permite tener una introspección muy particular. Ese ahondarse en la creación va desde el momento en que se prepara la tinta. Con el trabajo me traslado mucho a aspectos personales, que se desbordan al momento del hacer la matriz, y luego en la impresión misma. La calidad gráfica que se logra es maravillosa, alcanzando resultados similares a la pintura. Es una técnica que toda la vida seguiré trabajando, aun cuando hay crisis de papel, pero frente a esto hay que ahondar en su versatilidad, pues también te está permitido trabajar con otro tipo de soportes, como la lona o el papel artesanal. El grabado te permite un trabajo de profundas raíces históricas, en el cual cada fase se abre a la intervención del artista. No se trata de tener un trabajo final -la impresión- y ya”.
“El pequeño formato es algo que a mí me gusta muchísimo, porque te posibilita el fácil traslado de la obra. He tenido incluso la oportunidad de participar en bienales nacionales e internacionales gracias a él”, dijo.
y, además, es del gusto particular de muchos coleccionistas. Lo modular tiene que ver mucho con esa intencionalidad de simplificar la línea, de generar un poco de construcción en la forma, de que esta vaya más allá de ser una imagen estática y se genere dinamismo. Es una manera de indagar en otras formas de mostrar la imagen”.
Aunque podría tener algo de dibujo y algo del tratamiento escultórico, mantiene el grabado sus diferencias con relación a estos. El grabado parte de un dibujo a la inversa, para obtener un negativo. Comienzas con un boceto, que implica todo un reto al desbastarlo en la matriz, en el boceto. Luego viene una serie de intervenciones incluso sobre la impresión final, que a su vez puede terminar convertida en una instalación, como sucedió cuando Ludene participó en el Salón de Jóvenes Artistas Pirelli.
Freddy Omar Durán