Algunos feligreses de la frontera, respetando las normas de bioseguridad, se reúnen en la plaza Bolívar para escuchar la palabra de Dios
Jonathan Maldonado
Las iglesias de San Antonio del Táchira continúan cerradas a causa de la pandemia, mas no la fe, escudo que muchos creyentes usan para sortear el lóbrego escenario ocasionado por la pandemia.
A 134 días de la cuarentena decretada por el Gobierno nacional, la ciudadanía católica, en el municipio Bolívar, se las ingenia para seguir escuchando la palabra de Dios. Este domingo, ciertas personas se congregaron en la plaza Bolívar para elevar sus oraciones.
Todos cumplían con las normas de bioseguridad. Portaban su tapaboca y mantenían el distanciamiento social. El espacio, amplio y con varias bancas para descansar su humanidad, se los permitía, mientras escuchan la misa por los altavoces.
«Para alabar a Dios, no puede haber excusas», saltó Wilson Ramírez, quien se hallaba sentado frente a la fachada de la Basílica Menor San Antonio de Padua. «A uno le pueden arrebatar todo, menos la fe», prosiguió el caballero.
«Vengo todos los domingos y escucho la palabra. Uno se va adaptando a los tiempos que estamos viviendo por la pandemia. También existe la opción de escucharla por radio, pero yo prefiero hacerlo desde la plaza; me gusta, uno pasa un rato diferente», recalcó.
A pocos metros de Ramírez se encontraba la señora María Pernía. Sola y con escapulario en mano, iba rezando el santo rosario. Sus plegarias las decía en voz baja, casi imperceptibles. Ella, absorta en su oración, no se distraía ni con la bulla generada por el movimiento de los frondosos árboles.
«No podemos olvidarnos de Dios, menos ahorita, con este virus que no se quiere ir», subrayó la sexagenaria mientras guardaba el rosario que mantuvo en sus manos por largo rato. «El santo rosario es poderoso, siempre lo rezo», dijo.
La frontera continúa en toque de queda (de 4:00 p.m. a 10:00 a.m. del día siguiente) y en aislamiento total.