Regional
“Comisión de la Unión y la Paz”, el fin a la persecución en Táchira
miércoles 13 agosto, 2025
1925 fue un año trascendental en la historia del estado Táchira. Y como lo relató el historiador Walter Márquez, ello no se trata solo de la inauguración de la carretera Trasandina, pues detrás de ese hecho se gestaba una transición política tanto en nuestra región como en Venezuela
Freddy Omar Durán
Julio de 1925. Comenzaba el segundo semestre del año con una noticia que para muchos tachirenses trajo un alivio, que, con la discreción propia del andino, no hicieron público para evitarse represalias por parte de la dictadura de Juan Vicente Gómez, referida al fin de sus funciones como presidente del Táchira de Eustoquio Gómez, reemplazado por el general Juan Alberto Ramírez, quien propiamente se haría presente en la inauguración de la carretera Trasandina.
Pero de lo que poco se conoce, y que el historiador Walter Márquez ha incorporado a su agenda investigativa, es que entre la comitiva asignada por el dictador Gómez, para su representación durante la inauguración el 21 de julio de 1925 de la carrera Trasandina, venía una especie de “comisión de la verdad” encargada de conocer a profundidad el terrible balance de víctimas en el aciago periodo gubernamental regional que va de 1914 a 1925.
“Gómez envió una comisión, con dos objetivos: El primero de ellos la inauguración de la carretera Trasandina, en Mesa de Aura. La integraban los médicos Rafael González Rincones, Samuel Niño, Vicente Dávila, director del Archivo General de la Nación; el abogado Isaías Garbiras, y el ingeniero agrimensor Carlos Pirela Ro. Fue el día 21 de julio porque se estaban cumpliendo 22 años de la Batalla de Ciudad Bolívar, en la cual Gómez derrotó a los viejos caudillos de la Guerra Federal, y se decretó esa fecha como Día de la Paz”.
El historiador tachirense dio con esa información mientras indagaba sobre uno de los protagonistas inmolado en una serie de crímenes hoy simbolizados por la famosa Capilla de los Ahorcados de Barrio Obrero, ocurridos el 30 de septiembre de 1920. Esta sangrienta ejecución extrajudicial compone un expediente de graves atropellos cometidos por Eustoquio Gómez, y que incluye el apaciguamiento de la Rebelión de los Chácaros, activa aún por el año 1923. Documentos oficiales, que no fueron revelados por los medios de comunicación de la época ni anunciados en eventos públicos, le llevaron a descubrir que la comisión oficial no tenía como único propósito quitar la cinta a una importante obra de infraestructura.
“Yo la llamo la Comisión de la Unión y de la paz. De la unión porque se unía territorialmente el país. Ella unía también las familias tachirenses a través de la amnistía y la autorización al regreso de los 20 mil asilados, que ocurrió el 24 de julio y el primero de agosto. Isaías Garbiras estuvo en la colocación de la primera piedra del puente internacional Simón Bolívar, el antiguo puente, y si vamos a San Antonio vemos que todavía están esas pilastras”.
Pero el verdadero responsable de convencer al dictador Gómez de iniciar un proceso de reconciliación nacional fue Francisco Baptista Galindo, un tachirense con el cual se tiene una deuda de reconocimiento histórico, aún sin saldarse, y que tuvo varios cargos en el Ejecutivo, uno de ellos Secretario General de la Presidencia. Gracias a la persuasión de Galindo se logró, entre otras cosas, amnistías a los perseguidos políticos, que permitió el retorno de 20 mil tachirenses ocurrida precisamente ese 1925, coincidiendo en fechas, un siglo después, con el retorno de los 12 tachirenses recluidos en centros penales de San Salvador.
Para Walter Márquez, esa magnanimidad del mandatario venezolano de hace un siglo, al saber escuchar a quienes sí poseían una mayor visión en el manejo del país y valoraban la reconciliación y progreso nacionales, no debería ser considerado un simple episodio del pasado sino como una imperecedera lección histórica.
“Convenció Galindo a Gómez para iniciar un proceso, amnistía y reconciliación nacional, que casi no se conoce. Gómez firmó una amnistía en general para todos los perseguidos políticos, muchos de ellos residentes en Cúcuta. Así como había ocurrido en Venezuela, se cerraron cárceles en el Táchira. Eustoquio Gómez había cometido muchos actos inhumanos en Pregonero y Queniquea”.
Precisamente en el Día del Santo Cristo de La Grita, la comisión manda un telegrama al dictador Gómez para informarle que estaban en pleno recaudo de testimonios de la convulsa situación propiciada por su hermano, cuyas consecuencias, incluso afectando linderos municipales, se sienten hasta el día de hoy.
Comisión de la Verdad es un concepto moderno posterior a la Segunda Guerra Mundial y que tuvo vigencia durante las investigaciones de crímenes de lesa humanidad cometidos en Argentina, Chile, Paraguay, Sudáfrica y más recientemente Colombia.
“Yo estuve investigando el caso de Los Ahorcados de Pirineos. Fui por el expediente de Francisco Gómez, cuya madre, la señora María Sacramento Corral de Gómez, huyó a Colombia, sufriendo un daño moral enorme y personal muy grande, y tuvo por apoderado al doctor José Rafael Mendoza, uno de los grandes penalistas de Venezuela. Y buscando un solo expediente, pronto me dicen los encargados del archivo: ‘Pero es que aquí hay una sección completa que se llama Reclamaciones del Táchira 1925’ y ahí había conseguido 500 expedientes con 24 mil folios. Jamás me imaginé que en la época de Gómez se había hecho un estudio, una auditoría, un inventario, sobre los daños causados a las víctimas.
¿Por qué una comisión integrada mayoritariamente por médicos? Para Walter Márquez, eso tal vez haya sido porque en el fondo había que sanar heridas, gran parte de las cuales correspondían a daños psicológicos.
Para el exembajador, a finales de sus días, Juan Vicente Gómez, a pesar de encabezar una férrea dictadura, tuvo la intención de perdonar, de reencontrarse con su gente, de ser promotor de una paz cuyo fundamento sea la real conciliación entre venezolanos.