Regional

Complejo Hidroléctrico Leonardo Ruíz Pineda: una gran obra que está en deuda con una región

1 de junio de 2019

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Esta megainfraestructura no representa su intención inicial: proveer al Táchira y a la región de la energía eléctrica

 

“Este gigantezco polo de desarrollo económico y demográfico, consta de tres embalses (Uribante, Doradas y Camburito-Caparo), cuatro lagos, tres centrales hidroeléctricas (San Agatón, La Colorada y La Vueltosa), además de 12 kilómetros de túneles y once turbinas destinadas a generar  5 mil millones de kilovatios anuales, suficientes para abastecer a más de un millón de hogares con un consumo promedio de 2500 kva por día” se dijo al dejar la obra inaugurada

 

 

Así se reseñó en 1987 la inauguración del Complejo Hidroeléctrico Dr. Leonardo Ruíz Pineda.

En 1987, además de recibir en Caracas a Julio Iglesias en concierto, se hacían inauguraciones de gran magnitud en el suroccidente de Venezuela. Como la del eje fluvial de Santos Luzardo en el estado Apure, o el Complejo Hidroeléctrico Dr. Leonardo Ruíz Pineda, que, según el presidente de Cadafe de esa época , “generaría energía eléctrica para garantizar el total suministro a la región”.

El 30 de septiembre de 1987, el presidente Jaime Lusinchi y poco más de 15 mil personas fueron testigos de la inauguración de la primera etapa de la “obra de ingeniera más compleja que se haya emprendido jamás en el país”.

El complejo, también conocido como Uribante-Caparo , fue una obra que llevó a cabo la Compañía Anónima de Administración y Fomento Eléctrico (Cadafe), filial de Corpoelec desde el 2007, junto a organismos internacionales,  aprovechando la topografía accidentada de Los Andes para el almacenamiento de agua, con un valor estimado en su primera etapa (Uribante -Doradas) de 7 mil millones de bolívares, unos 197 millones de dólares de aquellos días.

“Este gigantezco polo de desarrollo económico y demográfico”, consta de tres embalses (Uribante, Doradas y Camburito-Caparo), cuatro lagos, tres centrales hidroeléctricas (San Agatón, La Colorada y La Vueltosa), además de 12 kilómetros de túneles y once turbinas destinadas a generar  5 mil millones de kilovatios anuales, suficientes para abastecer a más de un millón de hogares con un consumo promedio de 2500 kva por día.

El proyecto, iniciado en 1978, que conectaría a los estados Táchira, Mérida y Barinas, constaría de cuatro grandes represas: La Honda, Las Cuevas, Borde Seco y La Vueltosa, para su fase final de cuatro hidroeléctricas: Uribante-Caparo, Doradas-Camburito, Camburito-Caparo y Agua Linda-Doradas en una vasta extensión de 4900 km2, con un costo total superior a los 20 mil millones de bolívares, cuya finalización estaba prevista para antes del nuevo siglo.

Gastón Uzcátegui, quien era el presidente de Cadafe en ese año, dijo ante la asamblea legislativa que ese gigantesco complejo no solo generaría energía eléctrica para garantizar el servicio a los habitantes, sino que poseía elementos que lo convertían en único en el mundo, pues el fin último no era solo la electricidad, sino lo que de allí se desprendía: generación de hidrolectricidad, control de inundaciones, riego, transporte fluvial por el eje Apure-Orinoco, turismo, saneamiento de tierras, actividades mineras, industriales y agrícolas, y la intención de sembrar 130 mil cachamas en las presas para consumo proteínico de la región.

El presidente Jaime Lusinchi  catalogó el hecho como un esfuerzo sin paralelo por el hombre en la región montañosa de Los Andes. El proyecto se iría desarrollando conforme las necesidades de electricidad y crecimiento poblacional.

“Hoy seremos testigos de esta ciclópea obra de ingeniería, las más grande realizada en su historia”, se lee en la edición impresa de Diario La Nación del 30 de septiembre de ese año.

El Centro Clínico de San Cristóbal catalogó la obra como “un paso decisivo al desarrollo integral del país”. “Obra que demuestra el alto nivel tecnológico de los ingenieros venezolanos en la lucha por la grandeza de la patria ”, también se alcanza leer.

Se esperaba que para 1990 se terminara la segunda etapa, Camburito-Doradas, en el que se instalarían nuevos equipos para generar 920 mil kilovatios. La energía producida se enviaría por medio de una línea de alta tensión desde cada central de la subestación.

“A lo largo de su ejecución se construyeron 280km de vialidad asfaltada, centros hospitalarios, ampliación de las instalaciones comunitarias existentes, y se elevó el nivel medio de vida de la población”, refería Lusinchi.

Uno de los embalses de la represa Uribante Caparo.

“Esta represa viene a constituirse para dar respuesta a las metas establecidas para el futuro. Únicamente con la abundante electricidad se podrán aplicar los planes de infraestructura, movilización de masas y progreso de los pueblos”, decía.

“Se sabe con certeza a dónde va la región con una obra de tan magnas dimensiones que generará una vuelta de 180 grados a nuestros sueños”, eran los encabezados.

Este complejo iba a permitir ahorrar siete millones de barriles de petróleo anualmente, porque no dependería de combustible fósil para su funcionamiento. Solo del agua, que para estas fechas no hay la suficiente, producto de fenómenos atmosféricos que causan sequías prolongadas.

Una gran obra con grandes deudas

Ahora a lo actual, marzo de 2019, se produce un apagón masivo que afectaría a 22 estados del país, que estuvieron sin electricidad por más de 72 horas.

El daño, según versiones oficiales, se producía en una de las turbinas de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, en el Estado Bolívar, a la que le siguieron una serie de otros apagones en días posteriores a lo largo del territorio nacional, y llevó a que en los meses siguientes se racionara la carga eléctrica, con períodos de hasta 18 horas diarias sin el servicio, lo que ocasionó pérdidas humanas y materiales.

Y que aún afecta significativamente, la calidad de vida de la población.

Esta megainfraestructura no representa su intención inicial: proveer al Táchira y a la región del preciado servicio.  Su demanda es cada vez más insistente y angustiosa ante los cortes repentinos del suministro, porque hay personas que simplemente no alcanzan a ver la luz, ya que el complejo hidroeléctrico que nos garantizó el abastecimiento de energía nos la quedó debiendo.

(Marialice Rangel)

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