Regional

Con amor y saber las enfermedades mentales representan una valiosa fuente de enseñanza

16 de mayo de 2019

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Con la presencia de representantes de la comunidad médica y académica, que comparte el interés por la problemática, y proclaman al mundo la urgencia a las asistencia médica, familiar y social a los enfermos mentales  y a los familiares que acompañan su proceso de superación, en el auditorio del Club Demócrata se hizo presentación oficial este martes de la Fundación La Casa de Lia.

En tiempos en que la crisis ha conllevado la afectación de muchas instituciones psiquiátricas, dejando a la deriva a pacientes que solo les queda vagar en medio de una sociedad que no los entiende, y no ofrece la medicación y tratamientos que su condición amerita, la Fundación La Casa de Lia irrumpe como un oasis ofreciéndoles, además de métodos alternativos, una voz y una preponderancia para rescatarlos de la invisibilidad.

Fue una jornada dada para el testimonio de  tres trabajadoras en el tema  -Lia Taccarelli presidenta de la fundación, la periodista Omaira Labrador y la artista York Rodríguez- y de otras organizaciones sin ánimo de lucro que por años le han visto el “rostro a la locura”, entre ellas Fundamental, Fundación de Pacientes con Alzheimer, y Doctor Yaso.

Lía Taccarelli explicó que la fundación se inició hace dos años en Caracas y que en la actualidad tiene su centro de operaciones en San Cristóbal. Subrayó que si bien la asistencia y el acompañamiento al paciente con enfermedad mental es muy importante, los mismos deben estar acompañados de las respectiva medicación, que en estos momentos se hace muy complicado de  conseguir y cubrir el gasto a la familia venezolana en general. Por ejemplo, agregó Taccarelli, algunos tratamientos para la esquizofrenia pueden estar en el orden de los 300 dólares mensuales, en un país donde el salario mínimo no pasa de los dos dólares.

“Las enfermedades mentales han sido estigmatizadas, ocultadas y negadas en la sociedad. Esta situación no puede ser sobrellevada sola por una familia, pues se requiere de ayuda, porque la enfermedad, te aísla: el paciente siente que tiene un problema de comunicación. Con el aislamiento viene la devastación del paciente y la familia. Para prevenir que esto ocurra es fundamental la psicoeducación, la formación para obtener, entre otros beneficios, una fuerza emocional. La Fundación es para promover la salud mental, a través de terapias alternativas además del tratamiento médico. Yo descubrí unos pasos de recuperación, que fui descubriendo en mi propio andar hacia una solución”, sostuvo Taccarrelli.

Esos diez pasos parten de una realidad a la cual  hay que enfrentar, y de debe ser abordada como una fuente de sabiduría especial.

Nace el proyecto a partir de la experiencia que ella tiene con su hija Angélica, quien desde los 15 años ha sufrido de esquizofrenia y hoy en día es una persona que puede integrarse a la sociedad –tal y como ella misma lo refirió ante el público presente- aunque siempre requiriendo del seguimiento clínico adecuado. En su regreso al Táchira, su estado natal, se encontró con el apoyo y la identificación en esta aventura de otras personas.

Por su parte la directora de Diario La Nación,  Omaira Labrador, se refirió al gran dilema que para las familias de niños con autismo significa incorporarlos al sistema educativo y solventar a altos costos un tratamiento que para adquirirlo se necesita viajar a Cúcuta en pesos o dólares. El problema –plantea Labrador- es que mientras para la escuela regular los niños con esta condición no funcionan; para las escuelas de niños especiales son “normales”, al no ser tan visibles los rasgos de su anomalía.  Al llegar a la adolescencia se les presenta el problema de la soledad, dentro de su mundo particular, propenso a la repetición y la conducta estrictamente protocolizada.

La artista York Rodríguez calificó la idea de “emprendimiento espiritual”. Contó su experiencia con su hijo Jorge que ha venido superando su problema de parálisis cerebral, con logros que han superado muchos vaticinios médicos.  Considera a su hijo su maestro, la ilusión de su casa, y que cada palabra nueva adoptada, cada reto físico superado, resulta un acontecimiento familiar.

“A través del amor –sostiene York- podemos abrir cualquier puerta del alma. Nosotros debemos transformarnos espiritualmente y reconocer que este es un proceso largo, un proceso de lágrimas, de luto. Veo a mi hijo de 15 años espectacularmente hermoso, pues ha tenido que ser operado 11 veces para verlo caminar. Después de lamentar toda la situación de mi hijo y que no podía hacer lo de los demás niños, un día me di cuenta que era perfecto, que así Dios lo trajo a cumplir su misión en esta tierra. Jorgito me vino a dar mi clase magistral de que todo es perfecto a la manera de Dios, que todos somos perfectos cuando somos reales, cuando somos como somos. A través del portal del amor viene el perdón; porque uno a veces se castiga a sí mismo, uno cree que ese niño vino al mundo por una culpa que arrastra la familia. Hay un punto en que debemos darnos cuentas que eso no es cierto y que es un prejuicio de la sociedad. Necesitamos entender todo su proceso, cómo pueden ir de un instante a otro en un momento de felicidad a un momento de tristeza, como van en sus toboganes emocionales. Cuando Jorgito nació  me dijeron que no iba a orinar, que no iba a caminar, que iba a ser cuadripléjico; y gracias a Dios hasta el día de hoy va al baño, camina , habla, come. Debemos a nuestros hijos a enseñarles a tener valor, aun cuando creamos que no entienden lo que les decimos, sí entienden. Ellos son ángeles que están a nuestro lado y debemos incluirlos, que socialicen con otros niños, y crear las estrategias para que ellos pierdan el miedo, y aprendan a ser sus amigos”

Invitada a formar parte del panel de especialista, la psicóloga Esperanza Ramírez también resaltó el papel fundamental que juega la familia y la terapia que se hace necesario hacer con ella.

“Nosotros –sostuvo Esperanza Ramírez- manejamos una visión positiva respecto a la enfermedad mental. Yo pienso que una crisis mental no acaba ni con la vida de una persona, ni con la vida de una familia, todo depende de lo que sucede posteriormente. A la familia hay que ayudarle, enseñarle a vencer el estigma. Una cosa que hemos trabajado en el grupo de paciente bipolares es hasta reírnos de la palabra “loco”. La vida cambia, pero siempre habrá un chance para este tipo de pacientes”.

Freddy Omar Durán

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