Tránsito fluido por el Simón Bolívar
22 de noviembre de 2024
Armar un pesebre y el arbolito de Navidad reivindica una tradición, pero también se les puede considerar una forma de emprender arte en familia, al cual se le incorporan otros objetos a los cuales previamente hemos admirado, por bellos, y consideramos necesario tenerlos con nosotros para engalanar estas fechas, homenajear su relevancia religiosa o, sencillamente, porque así hemos ayudado a otros, especialmente si son artesanos, a que también puedan disfrutar unas buenas fiestas, honrando con nuestra compra su creatividad.
La Navidad, por múltiples razones, es la ocasión propicia para que los artesanos luzcan todo lo que ellos saben hacer; pero los tiempos han cambiado y los artesanos de hoy en día no se resignan a repetir los mismos procedimientos y motivos, ni a limitarse a un tipo de material determinado, pues hoy en día ya impera una conciencia general de que unos toques o toneladas de creatividad son necesarios para captar la atención de quien no solo admira su factura, sino que la adquiere.
La falta de capital para renovar la mercancía, la escasez de la misma, el afán de ofrecer cosas nuevas o simplemente las exigencias de cierta clientela, por nombrar algunas razones, han hecho que los tradicionales vendedores de adornos navideños no se conformen con comprar ya todo hecho, mucho de lo cual viene de lejanas partes del mundo, y se entreguen a elaborar algunas figuras o pongan a familiares y amigos cercanos a realizarlas. Por otra parte, los artesanos se han incorporado a este tipo de ventas, directamente y no como simples proveedores, sin complejo alguno, pues saben que lo que ofrecen es mejor en calidad y precio a lo importado o producido en serie.
Sin caer en la polémica de la distinción entre arte, artesanía y manualidad, o la relacionada con los parámetros de calidad, por ahora es de destacar la habilidad de las manos y el ingenio, bajo la inspiración de longevas tradiciones y el amor por lo nuestro, para sintetizar en una minúscula o gran pieza el auténtico significado de la Navidad, y hallar en ello una modalidad de emprendimiento.
Aunque el recortado tiempo por las ajetreadas jornadas de hoy en día o la escasez de dinero, que a muchos avergüenza el ser mirones, sin ser compradores, prácticamente obligan a los clientes a ir por adquisiciones o hacer preguntas muy puntuales a la hora de visitar una tienda de adornos navideños, pues hay quienes todavía se toman su tiempo para mirar la diversidad contenida en ellas, rememoración de los antiguos bazares, y encontrar esas joyas hechas a mano por pobladores de la comarca, que en medio de la contradictoria ciudad pueden retrotraernos a los atributos de la vida sencilla, de la vida en contacto directo con la naturaleza, con lo espiritualmente valioso y lo sagrado.
Sentido ecológico
Marcos Mendoza, instalado por esta temporada en uno de los toldos ubicados en la avenida Rotaria, tiene 27 años dedicado a los adornos navideños y lo que ofrece actualmente es un despliegue de creatividad a precio módico. Cada establo, para resguardar el nacimiento, o cada puente, iglesia, casita tradicional o cualquier otra estructura arquitectónica que se le ocurra emular, que complementen el pesebre, están hechos de manera tal que el que las adquiera sienta que se hizo de algo único. Pero, más allá de honrar a la Navidad, a su misma labor y de la que como él la ejecutan, está el reivindicado de haberse quedado en su país y seguirle buscando posibilidades de sustento al mismo.
—Ahí seguimos luchando, no tenemos que hacer como el cangrejo, echar para atrás, sino para delante, entre todos nosotros, y si nos lo proponemos. Este es mi país, ¿por qué me tengo que ir de aquí? Yo he ido a otras partes y hasta allá conocen mi trabajo, pero prefiero quedarme— afirmó Mendoza.
A excepción de las tinturas, todo el material que usa es reciclado, cosas de desechos que a otros estorbaron y él las ve como un tesoro. Por lo tanto ,lo que hace adquiere un sentido ecológico.
—Esto es reciclaje, lo que la gente, nosotros, usamos para algo muy importante. Debemos tener conciencia de verdad, en vez de causarle molestias a un vecino, tirando a la calle el papel y el cartón, dárselos a una persona que los necesite, pero a veces, por pereza, no sabemos separar los desechos. Eso se puede hacer, y muchas otras cosas, pero lo que pasa es que la gente, por pereza, a veces no quiere separar los desechos—agregó Mendoza.
El comprador a veces confunde el hecho de que por ser puestas sus artesanías a precios accesibles, significa que no conlleven dedicación.
—Salen baratas; pero eso depende del trabajito de uno, algunas valen un poquito más, porque es un arte que requiere mucha paciencia. Todo es ponerle el amor suficiente. Yo siempre saco cosas nuevas y comienzo a elaborarlas desde octubre. Para eso, Dios nos dio la mente para utilizarla en cosas buenas y no malas, y alcanzar algo que en verdad guste, que en verdad refleje todo el cariño.
Al lado de alguien con tal recorrido está Tailin Carrillo, de 16 años, quien ayuda a su tía en la venta de un nacimiento, con luces y todo, inserto en un globo envuelto en papel de pesebre. Ahora es una joven aprendiz, pero lo más probable es que le dé continuidad por unos años más a la venta de decoraciones navideñas, tal vez totalmente diferentes a las que ella pueda ver hoy en día, pero siempre conservando a la Sagrada Familia como perenne leit motiv.
En un estilo más eminentemente artesanal, por ese mismo lugar ferial navideño, se encuentra el trabajo de Marlene Ruiz, patrimonio vivo del estado Táchira, quien lleva 40 años camino a la excelencia y no conformándose con un solo modo de elaboración.
—Mi trabajo se basa en la hoja de maíz y el estopado. A ese material le saco todo el provecho para obtener nacimientos, cristos, andinitos, en muchas presentaciones, como en forma de prendedores o encerrados en botellas— explicó Ruiz.
Freddy Omar Durán
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