Regional
Con un cuarto de salario mínimo se puede adquirir un solo pan
13 de septiembre de 2019
Ante la falta de cualquier otro alimento, el pan pareciera ser la opción final cuando el hambre acosa; pero ya con precios que representan por unidad una parte importante del salario mínimo, hasta esa alternativa se está esfumando.
Un pan campesino, en tamaño regular cuesta 10 mil bolívares. De ahí para arriba, dependiendo del tipo de producto, de su calidad, tamaño e incluso del lugar donde sea adquirido, el consumidor está en libertad de ver si puede o no cancelar su valor.
En los hogares se hace el intento de que un solo pan dure lo más posible; pero por lo general eso se queda en el puro propósito, porque lo cierto es que a falta de un resuelto plato en las comidas básicas diarias, o de una merienda satisfactoria, apura más su consumo.
Esta semana los tachirenses se llevaron la desagradable sorpresa de un aumento que en nada se apiada de un salario mínimo estancado en el abismo. No falta quien, por no dejar de comer, se lleve su “mogollita”, por la que, por lo bajo, debe cancelar entre mil 800 y 2 mil bolívares, o un poco más, si esta viene rellena con bocadillo o arequipe. Muchos, para darse semejante lujo, deben abstenerse de pagar un pasaje en buseta, por lo que mejor es dirigirse a pie a sus lugares de destino.
Si lo que desean es llevarse un paquete de 10 piezas de estas o de pan español, debe cancelar el equivalente a una unidad grande de pan campesino. De otra parte, ya los consumidores se han hecho asiduos a ciertos establecimientos, dependiendo de la cercanía del mismo a sus hogares o puestos de trabajo, o de que sus gustos dependen de la calidad, el valor o el equilibrio de ambas variables. Es decir que para adquirir poco o mucho pan, no todos entran a cualquier local, y sin pensar demasiado en lo que va a cancelar.
Aunque los panaderos conocen ya la reacción de sus clientes, no muy agradables muchas veces, ellos dan sus explicaciones en matemáticas puras y duras, ya que la materia prima en Venezuela debe ser importada desde Colombia o adquirida a través de proveedores nacionales que la traen del exterior.
Producción costosa
Para los que traen la harina de trigo desde Cúcuta, Colombia, el bulto les sale en –aproximadamente- 90 mil pesos; mientras que para los que prefieren cancelar en moneda nacional está por el orden del millón cien mil bolívares, una cantidad que muchos afirman puede cambiar en el mismo momento en que se están facturando los pedidos.
Algunas panaderías dependen de aprovisionamientos del Estado venezolano a precios regulados; pero según dieron a conocer los panaderos, en realidad por el busto se cobra en la actualidad 900 mil bolívares, una diferencia de apenas 300 mil, si se adquiere a través de surtidores particulares.
El inconveniente de adquirir la materia prima por esta vía estriba en que no se garantiza la regularidad en el despacho, lo que obliga a tales plantas comunitarias a suspender por algunos días la producción. Pero, por lo general, en este tipo de establecimientos requerían la cancelación en efectivo, que no solo escasea, sino que con lo que se puede sacar en algunos bancos diarios no se cubre tal gasto, si el encargo resulta más dispendioso.
Los panaderos aseguran que, obedeciendo a los lineamientos de su gremio y a las normativas nacionales, su margen de ganancia no puede superar el 30%, y ellos lo respetan al máximo; no obstante, los costos de las materias primas les impiden aguantar los precios. Por ejemplo, el litro de leche ha pasado de la noche a la mañana a más de 24 mil bolívares.
Si lo que se quiere en la panadería es darse un gusto con una torta o un pastelito, las restricciones frenan los bolsillos de los asalariados, ya que la unidad o la porción supera los
10 mil bolívares. La otra opción son las galletas, y las paledonias pueden adquirirse por un poco menos.
Freddy Omar Durán