Regional

“Costo semanal del pasaje a Lobatera supera mi remuneración mensual”

26 de septiembre de 2020

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Juan José Contreras Cárdenas

Muchos tachirenses, por años, se han enfrentado a la dificultad de costear los pasajes en hiperinflación y ahora ven agravada la situación con la ausencia del transporte público en tiempo de pandemia

Calles solitarias en Lobatera, uno que otro vehículo pasa por el pueblo. La pandemia profundizó una crisis de movilización que ya venía gestándose desde hace años, con la imposibilidad de las personas de pagar sus pasajes. Y no es únicamente en este municipio, al centro del estado, esa es la realidad de muchos ciudadanos a lo largo y ancho del Táchira.

José Sánchez vive en Lobatera, la capital del municipio homónimo. Él trabajaba en San Cristóbal. Durante mucho tiempo hizo grandes esfuerzos para desplazarse, pues a la par de la poca circulación de transporte desde el 2019, los precios de los pasajes ya no podían ser costeados.

“Hasta hace cinco años viví residenciado en San Cristóbal. Regresé a la casa en el pueblo porque ya no me alcanzaba para pagar el alquiler en la ciudad. Fue cuando empecé a viajar, entonces los pasajes de ida y vuelta se podían cancelar, pero con la hiperinflación, ya a finales de 2018, fue muy difícil”, comentó Sánchez.

Al igual que en varias instancias, el trabajo de José Sánchez se adaptó a la crisis, implementando labores semipresenciales. “Al principio tenía que ir tres veces por semana, y el resto del tiempo las asignaciones se entregaban por Internet. Era supremamente difícil conseguir el dinero en efectivo para pagar los pasajes, en el único banco de la localidad dispensaban una cantidad pírrica y en billetes de baja denominación, que no recibían luego en ninguna otra parte”.

El costo semanal del pasaje de Lobatera a San Cristóbal superó la remuneración mensual de Sánchez, pues los precios iban a la par de la hiperinflación, pero no los salarios de los venezolanos. Hace un año, en septiembre de 2019, arreciaron las circunstancias. “Ya no había gasolina. Las colas para surtir eran enormes, de días incluso, y el pasaje ya no lo podía pagar, por el costo y por no haber billetes para ello. No me rendí. El día de ir a San Cristóbal me paraba en la madrugada en la plaza Bolívar, con un cartón rotulado con el nombre de mi lugar de destino, la gente que iba de Colón a la ciudad a intentar abastecerse de combustible paraba; muchas veces me fui en tolvas de frutas”, describió Sánchez.

(Intertitulo)

La lucha

Hasta antes de la pandemia, desde la madrugada, los residentes del municipio Ayacucho viajaban a San Cristóbal a hacer colas para abastecer gasolina, pues en su municipio no era posible surtir. En Lobatera, a las 4:30 a.m., estaba Sánchez en la esquina de la plaza, esperando posibles transportes. En varias ocasiones, plataformas anchi-largas o tolvas de carga fueron la forma de viajar, con el frío de la madrugada al aire libre que entumecía las manos, y una que otra vez con la lluvia sobre él.

José Sánchez habló de los riesgos de viajar con aventones: “Usualmente los carros no se detienen a darle la cola a un hombre, pues puede ser peligroso, pero también lo es para el que se monta en el vehículo, porque no se sabe quién es el que está al volante. Además, siempre está el peligro de ir atrás en una tolva cuando la camioneta va con velocidad”.

Para regresar a su pueblo después de la jornada, José Sánchez muchas veces optó por hacer las largas filas del TransTáchira, en el centro comercial Sambil, de horas bajo el sol o la lluvia; en otros días la fila era en el centro de San Cristóbal. Fue la opción más económica, pero en su caso, era la primera parte del retorno, pues una de las rutas llegaba solo hasta el sector Palo Grande, y allí debía nuevamente pedir cola para llegar hasta Lobatera.

Con la pandemia, ya no se pudo viajar más a San Cristóbal. El trabajo que Sánchez realiza lo hace por Internet, cuando hay electricidad. Ahora las madrugadas no son de esperar transporte para ir a la capital, sino de trabajo frente al computador, pues con los racionamientos eléctricos diarios de horas, en el momento en que hay luz y conectividad a Internet es que se puede laborar.

Muchos tachirenses pueden identificarse con la historia de José Sánchez, pues es una vivencia que se repite en muchos hogares de la entidad. Ahora, sigue la pandemia y hay restricciones para el funcionamiento normal de muchas instancias, pero se suma una adversidad mayor en cuanto a la ausencia del transporte y al impacto de la hiperinflación. Sánchez procura mantener la calma, aseverando que: “Vive un día a la vez”.

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