Regional

Cuando ni el aire sale por los grifos

5 de septiembre de 2020

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Uno de los servicios públicos que más falla es el agua, líquido vital que está ausente la mayoría del tiempo en los hogares tachirenses y, además, durante una pandemia. Las vivencias al respecto de la falla del agua, así como las acciones que pese a la crisis se han empleado para atender el asunto, se cuentan en las experiencias de dos municipios: Michelena y Lobatera.

Desde el Corazón del Táchira, el municipio Michelena, Marisol Pérez narra su rutina con la falta del agua en la capital de esa entidad. Ella reside en el casco urbano del pueblo, en su zona, hasta dos semanas pasan sin el vital líquido.

“Cada quince días mandan el agua, dos horas. ¿En ese tiempo qué se puede llenar, para qué se puede utilizar? Ni para lavar, a veces ni para llenar lo que uno tiene para almacenarla. ¡Terrible! Todo el mundo seco, el agua hay que comprarla -camiones cisternas-,  y en moneda extranjera, que es lo que uno no tiene a la mano. Ni siquiera sale aire por la tubería”, comentó Pérez.

En los 135 kilómetros cuadrados de extensión del municipio Michelena, aproximadamente 23 mil habitantes tienen un inconveniente en común: la falla en el suministro de agua. En unas zonas llega con más frecuencia, pero el día a día marca la pauta en dificultades que se tienen que asumir.

“Hay ciertos puntos donde llega el agua en menos días, hay que ir a lavar en otras casas, con toda la pena del mundo, molestar; no es secreto para nadie que la frecuencia molesta y cansa, pero toca”, comentó Marisol Pérez y agregó que su padre y sus dos hijos han tenido que ir a llenar envases de agua mineral con una carretilla en los lugares donde llega antes el agua, para tenerla dirigida al baño y a la cocina. Hay un camión cisterna para la localidad, “pero no es todos los días, y uno solo no es suficiente para todo el pueblo, que es grande, y menos para el municipio completo”.

Sobre los otros servicios, Marisol Pérez se refirió al lapso de hasta cuatro meses para obtener una bombona de gas, y con las fallas de electricidad, se complica el asunto de cocinar. Mencionó la tala de zonas boscosas por parte de ciudadanos en busca de leña, y exaltó que lo único grato es la eficiencia en la recolección del aseo urbano, que pasa puntualmente dos veces por semana.

Acciones para atender la crisis

Otro municipio afectado por la falta de agua ha sido Lobatera. Considerando la problemática de este servicio en gran parte del estado Táchira, vale conocer la causa de esa circunstancia, y qué se puede hacer para aminorar el impacto, aplicando soluciones en medio de la crisis. La entidad lobaterense ha puesto en marcha un plan en ese sentido.

El director de Ingeniería e Infraestructura de la alcaldía del municipio Lobatera, Aldrin Fernández, tiene experiencia laboral previa en Hidrosuroeste. Sobre el origen del problema, explicó que el acueducto regional ha tenido inconvenientes en el surtido, y los acueductos rurales no dan lo suficiente para cubrir la demanda.

“El líquido del acueducto regional viene de Queniquea, en el municipio Sucre, y de San José de Bolívar, en el municipio Francisco de Miranda, donde están todas las captaciones. El agua se envía a la planta de Cordero, que es donde la potabilizan y la distribuyen a, aproximadamente, 22 de los 29 municipios del Táchira”, explicó Fernández.

El director de ingeniería detalló que la producción de agua en la planta de Cordero se mantiene en los cuatro mil cien litros. “El detalle está en las estaciones de bombeo, y el problema eléctrico, porque esas bombas en su mayoría son de 360 o 440 voltios, que son bancos de transformación para ese sistema.

La experiencia del municipio Lobatera se resume a la reducción de lapsos de entre una o dos semanas de abastecimiento de agua que tenían antes, a un surtido de día por medio, durante tres horas. El trabajo fue de sectorización de las redes de distribución, despachando desde los tanques de repartición, ya que el principal, de un millón de litros, no se puede llenar del todo por la baja presión del agua, y por el relieve de su ubicación en la vía Llano Basto de la entidad municipal.

Si bien no es un servicio de 24 horas, es una reducción de tiempo considerable en la espera que los lobaterenses deben soportar por el vital líquido en sus hogares, ya que ellos están expuestos a las mismas penurias con otros servicios como la electricidad, el gas o la ausencia de la gasolina. En cuanto al servicio de aseo urbano, los habitantes de este municipio tienen una situación sobresaliente, como sucede en Michelena: dos veces por semana pasa el camión recolector, y no hay problemas de basura.

Un problema que pone contra las cuerdas a la población, la ausencia periódica del agua. Si bien las vivencias son desesperantes, la inacción no es excusa, es responsabilidad de los órganos competentes y de las autoridades brindar soluciones; en ambos sentidos, la experiencia de Michelena y Lobatera es un punto a tener en cuenta en una crisis que aflige, cuando ni el aire sale por los grifos.

Juan José Contreras

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