Regional

De regreso a la reflexión y el recogimiento

27 de marzo de 2021

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Si bien la cuarentena rígida limitará la visita a los templos, la devoción allí experimentada se trasladará al corazón del hogar.

Freddy Omar Durán

Una Semana Santa que progresivamente iba perdiendo su lado sagrado, inclinándose hacia lo profano del asueto, ha recobrado, en una condición propiciada por las mismas circunstancias pandémicas, ese tono reflexivo y contemplativo de otras épocas, aunque ya sin aquel carácter admonitorio y punitivo de aquel entonces.

Si bien en el pasado, durante las fechas centrales del catolicismo, la conducta privada del hogar se prevenía de no ofender la solemnidad religiosa requerida, ahora la conducta privada tiende a un cuidado de nuestra salud, tanto física como emocional, pero precisamente por eso se da el acercamiento a Dios, para encomendarle nuestra sanidad.

Tal vez esa búsqueda de la Gracia Divina en pro de la bendición de nuestra integridad corporal, económica y espiritual de nuestro hogar, sea un lazo más profundo, que aquel basado en el temor a Dios.

En el pasado, no “respetar” la Semana Santa no solo alimentaba el prontuario a ser repasado en el Juicio Final, sino que podía dar lugar a los más extraños castigos en vida del cristiano.

En épocas no tan lejanas, el mínimo ruido en Viernes Santo era mal visto en muchas casas; el trabajar o acceder a los placeres de la carne se veía como blasfemia, entre tantas otras cosas que no se podían realizar en los días principales, y que incluían aspectos higiénicos y alimenticios.

— Antes había modos de vivir la Semana Santa, muy estrictos -nos explica el presbítero Johan Pacheco-, y tenemos el testimonio de muchos abuelos, de gente mayor que cumplía fielmente lo que nos pide en estos tiempos la cuaresma: la oración profunda, el ayuno, la caridad y la abstinencia, que en la actualidad también se hace, pero de otras maneras, en otras circunstancias, pues tenemos un pueblo en abstinencia porque no puede comprar un kilo de carne, por ejemplo. Pero, más allá de ese tipo de abstinencia, está la más profunda, la que significa apartarnos de las cosas de Dios y del prójimo.

De otro lado, la Semana Santa ha sido el escenario para expresiones masivas de la fe, ya no solo se ha vivido de un modo personal e íntimo, en tanto se vive colectivamente, algunas de una riqueza cultural, que de paso permitían un arraigo en la identidad local o regional.

¿Estamos de regreso a la rigurosidad de aquel entonces o, simplemente, estamos circunscribiendo la Semana Santa a nuestros tiempos, nada fáciles por cierto, y que ameritan volver nuestros ojos hacia Dios?

Pastores responden

Para el padre Pacheco, en realidad, por encima de los cambios, subyace una misma fe, que pasa por distintos modos de vivirla.

—Cada época cambia la manera de celebrar la Semana Santa -agregó Pacheco-, y para este año se dispondrá abrir las iglesias para celebrar algunas ceremonias, guardando las medidas de bioseguridad. También se hará un amplio uso de los medios de comunicación para hacer llegar el mensaje pastoral, fomentando una espiritualidad enmarcada en lo virtual

Sin embargo, para el párroco Laureano Ballesteros, esta Semana Santa en pandemia podría ser aprovechada para corregir cierta trivialización en que ha caído la feligresía.

—Las manifestaciones públicas de fe suelen ser muy características de la Semana Santa y ejemplo de ello lo tenemos en las procesiones, las visitas a los templos, el Domingo de Ramos, las cuales por pandemia no podrán realizarse. Pero la misma situación de estar recogidos en nuestras casas, eso ayudaría a algo que habíamos perdido. Porque es que, por una parte, teníamos manifestaciones de calle muy ruidosas, bullangueras y hasta un poquito distraídas, porque la visita a los siete templos se había convertido en turismo religioso. La gente hacía la visita a los templos para establecer comparaciones y hacer comentarios muy superficiales, sin captar el verdadero mensaje de lo que allí se representa.

Para Ballesteros, el hecho de que las congregaciones no sean posibles, no significa un replanteamiento del rito, que ante todo debe partir del hogar y puede implicar un peregrinaje más comunitario.

—La Semana Santa debe ser un tiempo de recogimiento, de oración y silencio, las mismas visitas a los siete templos se pueden trasladar a una sola iglesia. ¿Por qué no? Basta tomar el evangelio y darse cuenta de las visitas que nuestro señor Jesucristo fue obligado a hacer ante el tribunal de Herodes, de Pilatos, de Anás, de Caifás. y de toda la burla que sufrió en el camino. Todo eso lo pueden hacer meditando, sentados, sin movernos a ninguna parte.

Nos recuerda que ese silencio y recogimiento no son solo parte de lo que décadas atrás caracterizaba a la Semana Mayor, sino que se remontan siglos atrás, al nacimiento del cristianismo.

—Muchas veces a la Iglesia se le olvida que comenzó en la intimidad de los cenáculos, es decir, en la reunión en familia. Cuando los apóstoles recorrían las ciudades predicando el evangelio, recogían a las familias y adentro de las casas les predicaban, eso hacía san Pablo. Eso lo hacían en silencio para cuidarse de la persecución del Imperio Romano, porque los cristianos adoraban a un solo Dios y los romanos solo querían que se adorara al emperador y a los dioses que ellos tenían. Por esa misma razón, los primeros cristianos debieron refugiarse en las catacumbas y eso hizo que la Iglesia naciera dentro de un gran silencio y contemplación. Eso lo habíamos perdido y me parece que esa es una ganancia actualmente, porque si perdemos esa vida bullanguera y turística de ir de iglesia en iglesia, para concentrarnos en un templo y rezar en familia, me parece una gran victoria de la fe y del cristianismo.

Destacó que si bien la pandemia nos obliga de alguna manera al recogimiento, no será la misma de antaño, teniendo en cuenta el contexto mediático en que estamos inmersos. No obstante esa situación, en vez de apartarnos de nuestra fe, nos puede sintonizar con ella aún más.

—El uso creciente de los medios de comunicación al servicio de la evangelización ha sido pedido por el papa Francisco, para llegar más a las familias. Nosotros, en la parroquia de Las Lomas, aprovechamos las plataformas para transmitir la misa por YouTube, igual lo hacen monseñor Moronta y muchos sacerdotes en el mundo entero—apuntó finalmente Ballesteros.

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