Regional
Desastres naturales ponen en alerta a los habitantes de San Joaquín
17 de marzo de 2021
Con el nuevo desastre natural, que dejó sin casa a 11 familias, se formó un peligroso represamiento de la quebrada La Zorquera y cerró el principal acceso a Zorca-San Joaquín, poniendo nuevamente de relieve la vulnerabilidad de esa zona, una de las más afectadas por la gran vaguada del mes de noviembre.
Muchos esperan que el cerro La Pedrera acabe de bajar de una vez; mientras otros temen que tal alud termine por crearle un dique a la corriente, y con el antecedente de su furia días atrás, y la proyección de lluvias en los próximos días, el panorama no es nada alentador.
Yamile Rivera ahora está en calidad de refugiada en la escuela de Pie de Cuesta, pero de vez en cuando visita su vivienda, que si por lo momentos no ha sido enterrada, poco le falta para correr la misma suerte de sus vecinos: un bloque de sedimentos se cierne amenazante sobre lo que antes era carretera.
A Marina Alviárez, por su parte, le ha tocado el mismo destino, donde ha vivido toda su vida, por unas cuantas décadas, y ahora solo le corresponde la larga espera bajo techo ajeno, mientras contempla cómo lo que le ha costado la vida se lo va tragando la tierra.
En cambio, Dilianys Bonilla, apenas hace un año mudada a San Joaquín, sí vivió momentos críticos en ese infausto noviembre, siendo rescatada junto a su bebé de meses de nacido por su esposo, a través del techo. La vaguada, ya adentro de sus casas, los sorprendió y por poco ni pudieron abrir la puerta. El lodo les arrebataría casi todos sus bienes materiales, y ahora no hay ni rastro de dónde habitaron.
A ellas la vaguada apenas les lanzó su rugido pedregoso e invadió el patio trasero; pero la montaña no las perdonó, cuyas bases ya venían socavadas por La Zorquera, y eso lo delataba la gran falla de borde que abrió el desbordamiento sobre lo que ahora es una carretera reducida a escombros.
De alguna manera, comenzando el mes de marzo, la naturaleza les advirtió con grietas en la vía, que se replicaron en las viviendas. De un día para otro, lo que apenas se percibía a simple vista se convirtió en hendiduras donde cabían los dedos, y a las horas, la mano…cuarenta centímetros…para terminar con un gigante vecino de tierra, que a la larga colapsaría las propiedades de cuatro de sus vecinos.
––Esto sí está feo, me dije en la mañana, cuando me di cuenta de que en las grietas de la carretera cabía mi mano, y al rato fueron de 40 centímetros –contó Yamile Rivera-. Me senté a llorar, pensando en mi mala suerte, porque de la vaguada de noviembre me quedó una infección bacterial que me agarró todo mi paladar. Ya me han hospitalizado dos veces y no me la han podido curar. En la tarde ya estaba el cerro frente a la casa.
Desastre tras desastre
La de ellos es la misma situación de alrededor de 10 familias que solo claman reubicación y un cumplimiento oportuno, pero a cambio solo se les regalan promesas incumplidas, esas que pregonan ostentosamente los que bajan de lujosas camionetas importadas, cuyo costo equivale a varias viviendas de interés social, como bien observó uno de los afectados.
Promesas de las que ya conoce Benjamín Ramírez, doblemente damnificado, pues su vivienda, unos pocos metros más allá, resultó afectada por un alud similar, así como las de diez familias más, a las que nunca se les ofreció una solución, ni municipal, ni regional, ni nacional, obligando a más de una a marcharse del lugar. Lo poco que de su propiedad se mantuvo en pie, ya el deslizamiento lo acabó de arrastrar.
Problema geológico
Con ocasión del desbordamiento de La Zorquera, ya geólogos habían advertido a los vecinos de la zona que la misma estaba asentada en lo que habría sido un gran lago, e igualmente era atravesada por una falla que se extendía hasta más allá de San Josecito.
—El geólogo que habló con nosotros dijo que ese cerro, tarde o temprano, se vendría abajo. Las muestras tomadas arrojaron que hay mucha tierra marina por estos lados— agregó Rivera.
El represamiento de la quebrada La Zorquera por el derrumbe, que ya de por sí constituye un alto riesgo para Zorca-San Joaquín y sus alrededores, en caso de una nueva vaguada o un intenso invierno, y las acumulaciones de agua en los escombros de las edificaciones y en una profunda hendidura, probablemente manifestación de la falla geológica, representan factores para un mayor debilitamiento de la montaña que se levanta en toda la entrada de la localidad de Capacho Nuevo.
Por ahora, lo que queda por hacer es remover escombros y tierra, aislar el lugar del desastre de peatones temerarios, y recuperar el cauce de La Zorquera, en prevención de males mayores; pero para ello se necesitaría maquinaria pesada. Lo más a la mano vendría a ser la que aún sigue realizando trabajos de canalización, y que se activa cuando los vecinos le consiguen algo de gasoil. Sobre la disposición de payloaders, ni los organismos municipales, regionales o nacionales, dan muchas esperanzas.
De otro lado, está por recuperar una vialidad que ni aún ha sido rehabilitada de los anteriores estragos ocasionados por eventos naturales, y que de no ser atendida, sencillamente lanzará a Zorca-San Joaquín al total abandono.
Freddy Omar Durán