La Semana Mayor, con toda su simbología religiosa, cobra nuevas significaciones cuando se traslada al interior de las entidades educativas tachirenses, pues involucra a niños y niñas, quienes de una manera más genuina nos enseñan la devoción a que estas fechas nos invitan.
Destacan en una nota de prensa que más allá de su aspecto religioso, la comunidad de esa institución académica, con sus estudiantes como principales protagonistas, resaltar los valores culturales y familiares presentes en la representación de la Última Cena y El Viacrucis.
Como lo orienta la pedagogía NARbed y como caracteriza a cada actividad socializadora dentro del Colegio Domingo Savio, se ha buscado de la misma una oportunidad de múltiples aprendizajes en áreas como la historia, la cultura y la gastronomía. También se le da reconocimiento Jesucristo como uno de los máximos maestros de la humanidad, no solo a través de su enseñanza, sino por su ejemplo de generosidad y sacrificio.
Karlleeddy Orejana, directora del Colegio Domingo Savio San Cristóbal, destacó que la vivencia de la Semana Mayor desde el aula enseña a niños y niñas que esa época del año no puede ser vista como simple asueto. Y en este sentido, ellos entienden que consiste en un momento privilegiado para compartir en familia, e igualmente crear sensibilidad hacia el sufrimiento y las necesidades del prójimo.
“El Táchira culturalmente es religioso, y a pesar de que el colegio no mantiene una cátedra de Religión, no por ello pone a un lado sus valores, siempre respetando las diferencias en ese tema. Se tomaron en cuenta cada una de las estaciones del Viacrucis en Primaria e inicial. De hecho los alumnos de inicial representaron la Última Cena y ellos mismos elaboraron el pan para compartir ese día. También hicieron los ‘7 potajes’, dándole sentido a este plato y el mensaje de Jesucristo en la Tierra”.
Para Orejana, el Viacrucis deja una enseñanza de vida, de amor y reflexión, llevando un mensaje dejado por sus docentes a sus hogares, en la intención que en las familias se sanen las heridas. Los niños y niñas mostraron gran satisfacción por participar en esta actividad, y admitieron que cada uno lo vive de distinta manera pero siempre con respeto y veneración hacia Dios.