La parroquia Santa Bárbara de Rubio despide al Padre Jesús María Hernández, cuyo próximo destino es la misión de Hong Kong

Norma Pérez
“En este tiempo que estoy para marcharme de Rubio, la ciudad que me acogió hace tres años, quiero agradecer todo lo que he vivido, una gracia de Dios. No han sido momentos fáciles, pero me llevo una gran alegría y satisfacción, porque Dios ha hecho su voluntad a través de mí, con la feligresía y con el colegio parroquial María Inmaculada, donde se trabajó por los niños”.
El Padre Jesús María Hernández culmina sus labores en la parroquia Santa Bárbara y se prepara para asumir nuevas responsabilidades en otras latitudes. Su próximo destino es Hong Kong.
De la capital del municipio Junín, dice que se lleva los mejores recuerdos, así como una gran satisfacción de compartir la vida y lo más importante, la fe en Jesucristo resucitado.
“Quiero animar a la feligresía rubiense, porque solamente desde Dios podemos construir un mejor país. Él actúa con estos instrumentos que somos nosotros, y cuenta con sus fieles, que como dice san Pablo, vasijas de barro donde va el gran tesoro que es el evangelio. Les pido que tengan mucho ánimo, confianza en Dios y que María Inmaculada los acompañe”.
Jesús María Hernández González nació en Santa María La Real de Nieva, un pueblo de España de la provincia de Segovia, en el año 1966. Cuando tenía nueve años de edad se presentó en él un despertar religioso, surgieron miedos y angustias con el tema de la condenación y el Juicio final. A raíz de esto, su razonamiento lo llevó a busca la manera de salvarse.
Pensó que para salvarse hay que ser bueno, y allí entraban los sacerdotes:
“Entonces dije, quiero ser sacerdote para portarme bien e ir al cielo. Esa fue mi primera noción. Dos años después pasó un padre dominico invitando a ir a un colegio en Valladolid, para estudiar interno. Me gustó la propuesta y fue la decisión por la que empecé a tomar contacto con los dominicos”.
A los 17 años de edad entró al noviciado, y al ser mayor de edad realizó su primera profesión. Comenzó a estudiar Teología y Filosofía en Madrid, y el 4 de julio de 1992 se ordenó sacerdote.
En noviembre de 1993 viajó a Venezuela y en 2001 lo incorporaron a la misión de Hong Kong. En 2006 sirvió dos años en Singapur y en 2008 inició estudios de doctorado en Teología en Roma. En 2011 regresó a tierra venezolana y ahora su nuevo destino será Hong Kong, donde cumplirá funciones como misionero.
“Para mí, trabajar en Venezuela ha sido de mucha alegría; como sacerdote me siento realizado en este país. He tenido la oportunidad de trabajar no solo en la parroquia, sino también como formador de seminaristas y como rector del colegio María Inmaculada”.
Después de tres años en Rubio, se despide agradecido por haber cumplido con su labor, por la gente amable y devota de Junín.
“Donde Dios nos pone, ahí podemos hacer el bien. Lo importante es tener ilusión con lo que se hace. Hay sitios que son más difíciles, pero voy con ánimo para hacer otro servicio”.