Hombres y mujeres de todo el mundo heroicamente se esmeran para salvar vidas en medio de una terrible y espantosa pandemia que ha colocado a de rodillas a la humanidad. En San Cristóbal y el Táchira se les ve, en los hospitales y demás centros asistenciales y recorriendo las calles megáfono en mano, para hacer entender a los insensatos, que piensan se trata de un juego y arriesgan su vida y la de sus semejantes
Armando Hernández

Las cosas no resultan fáciles cuando se tiene conciencia que se expone la vida, que el riesgo de infectarse es alto y que del menor error pudiera derivar en algo catastrófico. Decenas de hombres y mujeres, en todo el mundo, van mas allá del deber y estan trabajando en numerosos espacios y con responsabilidades diferentes, en titánica tarea. La primera de ellas es para salvar el mayor número posible de vidas y al mismo tiempo, conseguir la formula para vencer el Coronavirus (Covid–19), que en tan solo pocos días ha puesto a la humanidad de de rodillas, con incierto futuro, con un horizonte difuso, que solo se aclarará en la medida que se logre avanzar para terminar con la terrible pandemia.
Pasará mucho tiempo para que nos recuperemos del horror y el dolor que nos ha causado ver lo que esta ocurrido en países como China, Italia, España, Estados Unidos y Ecuador, donde se contabilizan miles de muertes en episodios que parecen de ciencia-ficción, arrancados de una película de terror.
En todas las ciudades del mundo, en todo pueblo, en cada barrio, en fin, en cada lugar, ocurren actos que quedaran plasmados en la historia. Ejércitos conformados por hombres y mujeres a diario enfrentan y retan al Coronavirus para ayudar al prójimo. Estas personas son dignas de admiración, respeto y consideración, porque en el fragor de su lucha no tienen espacio para el miedo. Médicos, enfermeras, laboratoristas y en fin, todo el personal del sector de salud, incluyendo a los obreros de limpieza y mantenimiento, estan en primera línea de la lucha contra el terrible mal.
Bomberos y Paramédicos en su constante batallar detectar y trasladar casos sospechosos, policías, que a la par de sus naturales labores de vigilancia y seguridad, se han visto obligado a salir a la calle para hacer cumplir la cuarentena social y actuar contra un pequeño grupo de insensatos, que con su irresponsable comportamiento, pone en peligro su propia vida, la de sus seres queridos, vecinos y de todo un conglomerado.
Se les ve en las calle, sin razón alguna, jugando futbol o dominó, haciendo hervidos y fiesteando, sin dar importancia a su seguridad y menos al sufrimiento de los demás. Algunos ni tapaboca utiliza, aumentando los riesgos de ser infectados y convertirse en agentes contaminantes. Su irracionalidad no tiene límites ni su torpeza justificación.
Se ha observado a los detectives del Cicpc – Táchira, FANB, funcionarios de la Policía estadal, Policía Nacional Bolivariana, Guardia Nacional Bolivariana y Policía Municipal de San Cristóbal, entre otros, increpar a personas que transitan por nuestras calles sin protección, despreocupadas porque creen que todo es un cuento chino. Con charlas tratan de hacerles entender que no se trata de un juego, sino de un asunto serio, muy serio.
Estas personas no se dan cuenta de la dimensión de sus actos y se convierten en un factor de riesgo para el resto de la población, que permanece en sus casas, en cuarentena y acatando las recomendaciones de las autoridades sanitarias. Los infractores pudieran dar al traste con todo el proceso de prevención. Aquí bien se podría aplicar el precepto jurídico de los intereses difusos o colectivos.
Gobernadores, alcaldes y altos jerarcas se han colocado al lado de su pueblo que hoy los necesita.
Choferes de ambulancias y carros policiales, también forman parte de esta legión de hombres que lucha contra Covid – 19. De igual manera quienes conducen y operan las unidades utilizadas para el proceso de desinfección, puesto que van directamente a los puntos calientes.
En esta lista también debemos incluir a los Sacerdotes Católicos, cuya presencia en espacios abiertos ha sido notoria, ante la imposibilidad de oficiar la Santa Misa en sus iglesias. La decisión fue tomada para evitar aglomeraciones y no exponer a sus feligreses. El domingo 22 de marzo, la iglesia protagonizó un singular evento, sin antecedentes, cuando el presbiterio tachirense encabezados por el obispo, monseñor Mario Moronta, salió a las calles y con el Santísimo Sacramento en alto, recorrió sectores para impartir la bendición a sus fieles, en los cuatro puntos cardinales. Ese día las campanas llamaron a oración y recordaron la presencia de Dios en la lucha contra la pandemia.
“Somos gente de fe y estamos seguros de que Dios escucha nuestra oración. Por eso hemos caminado con el Santísimo para bendecir”, dijo el Obispo. Monseñor oró al Santo Cristo de La Grita y dijo: “Por tu Sangre Redentora mediante la cual has conseguido convertirnos en hijos de tu Padre y con la permanente asistencia del Espíritu Consolador, haz que pronto seamos liberados de la pandemia que azota a nuestra región, a nuestra patria y al mundo”.
Pastores Evangélicos Cristianos y otros líderes espirituales también han convocado a jornadas de fe con el mismo propósito de implorar el fin de la pandemia, y llevar paz, consuelo y sosiego para los atribulados y necesitados.
La pandemia lo trastocó todo. Las rutinas y costumbres. La vida misma. Indudablemente las cosas son diferentes y nunca más volverán a ser como antes. Aun no es tiempo de conocer los cambios que ocurrirán entre los humanos, pero indudablemente los habrá. Posiblemente para bien de esa humanidad.
Por lo pronto debemos seguir acatando y cumpliendo con las normas y recomendaciones para que ese esfuerzo de tanta gente no sea vano. Adelantar el reconocimiento a estos héroes, los verdaderos héroes, que sin pregonarlo y sin pretensiones, ni ínfula de serlo, siguen adelante y, hasta se molestan ante el calificativo utilizado. Militares, civiles, religiosos, funcionarios o no, en resumen, todos son ejemplo de solidaridad, sacrificio y valor. El camino por recorrer es tortuoso y el trecho largo. Falta mucho por recorrer. Llegue a ellos el reconocimiento. La lucha será titánica y seguramente lograran salvar muchas vidas, llevar mucho consuelo, despertar y mantener la esperanza. Dios está con ustedes y también el reconocimiento y amor de un pueblo que hoy los necesita.