Regional

El domingo falleció Otilia Martínez dueña de “El Jarrón de Baviera”

17 de marzo de 2020

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Otilia Martínez, mejor conocida como doña Otilia, falleció el pasado domingo 15 de marzo, en la ciudad de Cúcuta, Colombia. Era todo un personaje en San Cristóbal y decenas de personas la recordaban con cariño, tras el cierre obligado de su establecimiento comercial, conocido como “El Jarrón de Baviera”, un viejo bar de ambiente familiar, que conservaba los cánones de un tipo de negocio que con los años fue desapareciendo, desplazado por discotecas, cervecerías y tascas. Fue responsable de mantener este lugar de tradición, hasta que la crisis decretó su cierre.

El Bar de Otilia era frecuentado por clientes y visitantes casuales, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, que lo consideraban como un lugar de bohemia, para disfrutar de la música de la vieja rockola y escuchar las canciones de aquellos artistas de la denominada época de oro. Por eso, con su muerte se cierra un ciclo de importancia para la historia de una ciudad, muy dada a la costumbre y la tradición.

Historia de 40 años

Otilia se empeñó en mantener su negocio boyante, pese a las dificultades, y con tesón y trabajo logró convertirlo en un lugar para la tertulia, el recuerdo y una que otra borrachera de algún citadino, que agobiado por el despecho y el desamor, en medio del llanto y el desazón, le confesaba sus penas, al tiempo que escuchaba las románticas canciones de una rockola, con repertorio considerado como sin igual.

El 9 de  noviembre del año 1979, Otilia Martínez abre las puertas de su bar, en la calle 16 con carrera 18 del sector La Romera, en Barrio Obrero de San Cristóbal. Desde entonces comienza a ser frecuentado por personas de las más diversas edades, estudiantes y profesores, obreros, amas de casa, profesionales y empresarios, que entre copa y copa entablaban amistad con doña Otilia, que por muchos años fue la encargada de atender a su público, tarea que años después compartía con su hijo Hugo.

—Aquí han venido ministros, candidatos presidenciales, diputados, doctores y personas muy humildes, y a todas se atiende por igual – dijo una vez al periodista, mientras se escuchaba de fondo a Julio Jaramillo con su famosa canción “Nuestro Juramento”.

Y es que Otilia Martínez supo ganarse el cariño y aprecio de todos sus clientes, que como contraparte mantenían en el negocio un comportamiento impecable, de respeto y consideración.

Rockola para los bohemios y románticos

Uno de los puntos fuertes del Bar de Otilia, además de la atención, era su rockola con discos de 45 rpm, que a pesar del avance de la tecnología y la oferta en el mercado de modelos modernos, se mantuvo  como centro de atracción. En un primer momento eran cinco discos por un bolívar, pero la inflación hizo que este cupo se fuera recortando en la medida que pasaba el tiempo.

En diversos lugares de la ciudad se escuchaban comentarios favorables sobre la rockola del bar Jarrón de Baviera, cuya selección musical la hacía personalmente Otilia Martínez, apegada a los viejos cánones de la música romántica y popular, respetando los gustos de su nutrida clientela. El espacio preferencial era para la música vieja, de cantantes tales como: Daniel Santos, Leo Marini, Orlando Contreras,  Celia Cruz, Celio González y Bienvenido Granda, entre otros que tantos éxitos grabaron con la inolvidable Sonora Matancera. Julio Jaramillo, Javier Solís, Tito Cortés, Miguel Aceves Mejía, también cantaban en esa rockola, así como los venezolanos Alfredo Sadel, Mario Suárez, Héctor Cabrera, Estelita del Llano con su tremendo éxito “Tú Sabes”, “El bolerista de América”,  Felipe Pirela, y Oswaldo Morales, con “Llévatela” y “Perdámonos”, mientras que en diciembre no podía faltar Néstor Zavarce, con su inmortal tema “Faltan cinco pa las doce”.

Si una rockola tenía buena música, la clientela era buena y las ventas mejores. Eso lo sabía Otilia, que se esmeraba por mantener intacto este sitio de tradición, tal vez el único bar de su estilo que sobrevivía en San Cristóbal y en muchos kilómetros a la redonda.

Apesadumbrada por el cierre

El 13 de octubre del 2019, las cosas llegaron a su fin y todo se derrumba.  El Jarrón de Baviera, o el Bar de Otilia, con gran pesar para sus dueños, se ve obligado a cerrar sus puertas. Otilia lo explica a través de las redes sociales y decenas de personas reaccionan incrédulas. “No puede ser que Otilia cierre”, se decían, sin resignarse a perder este lugar emblemático para el recuerdo y el despecho.

Hugo, hijo de Otilia, da a conocer las razones. “La crisis nos arropó y nos llevo al fracaso. No podemos  cubrir los altos costos de funcionamiento y reposición de la mercancía. Es imposible”, alegaba con rabia contenida.

Sin embargo, más grave que el cierre lo fue la repercusión que esta situacion causó en Otilia Martínez. Ver desparecer 40 años de arduo trabajo le afectó en su salud. Decepcionada, opta por vender la casa y salir de todo, pero por la manera como se fueron presentando las cosas, no le dio tiempo de hacerlo. “Tenía el ánimo por el piso y estaba muy deprimida”, comentó una persona cercana, para agregar que esto fue un gran impacto que le afectó negativamente.

Era Hugo quien se encargaba de atender a las personas que acudían a dar solidaridad y averiguar qué había pasado con el viejo bar de la calle 16, aquel de tantos recuerdos para tantas personas. Ante el deterioro de sus condiciones físicas, la señora fue trasladada a la ciudad de Cúcuta, para ser tratada médicamente, pero las cosas no salieron como se esperaba. El estado de Otilia empeoró y lastimosamente, el pasado domingo, sus familiares informaron sobre su fallecimiento. Sus restos fueron inhumados en esa ciudad colombiana.

Hoy, para Otilia Martínez, quedan el recuerdo y el agradecimiento de quienes pasaron por su negocio y fueron sus clientes y amigos. De aquellos por lo que se interesó, a quienes escuchó en sus congojas e intentó ayudar con sus consejos. Que en paz descase Otilia Martínez.

Armando Hernández

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