Regional
El gocho como gentilicio se consolidó entre los pasillos de la intriga política
sábado 27 diciembre, 2025
Freddy Omar Durán
La trayectoria pública de Walter Márquez ha pasado por acciones fundamentales como reivindicar la historia y hacer valer el estado de Derecho.
En su reciente libro: “Historia de la Palabra Gocho”, escrito al alimón con la periodista Mariana Duque, se cruzan ambos ámbitos de su personal lucha, siguiéndole los pasos a una palabra que, al ser integrada al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, ha ganado una dignidad que ha desmontado su cariz de término despectivo.
Todo partió ya hace unos años de unas infortunadas declaraciones de una personalidad regional desmeritando el término “gocho”, que llevaron al historiador tachirense no solo a resaltar el carácter identitario de la palabra, sino a argumentar su defensa, misma que terminaría al otro lado del océano en las oficinas de la máxima autoridad de la lengua castellana, que de alguna manera falló para que fuera considerada un gentilicio con todas las de la ley.
En entrevista para La Nación Radio, que se puede escuchar en https://youtu.be/0jdh-cEhvlA?si=UjS-hdb4NT_56Vec, Walter Márquez habla de la génesis del libro y también confiesa algunos aspectos de lo que le gustaría fuese su testamento intelectual.
Primeramente, por 1734 apareció una edición de la RAE con el término “gocho”, significando “marrano”; pero la polémica gestión presidencial de Cipriano Castro, a principios del siglo XX, volvería poner al término en la palestra, pues la usarían contra él los banqueros, con quienes el Estado había contraído grandes deudas, y que llegaron incluso a terminar en la cárcel.
Pero luego vendría un largo periodo de hegemonía andina en el poder, que impulsaría la difusión de la palabra entre los corrillos de las intrigas políticas.
“Después de Cipriano Castro la palaba gocho adquiere una fortaleza por su vínculo con el poder. Son los gochos, pero son los que mandan; son los gochos, son los que construyen red de carreteras, la economía petrolera, la academia militar, la aviación, la Guardia Nacional. Pero sigue siendo despectiva la palabra gocho, hasta que adquirió una gran dimensión sociopolítica en la campaña presidencial de Carlos Andrés Pérez, con el slogan ‘El gocho pal 88’. Esa palabra la usaron para insultar a Cipriano Castro sus detractores, y luego para referirse a todos aquellos oriundos de Táchira, Mérida y Trujillo”.
Para que la palabra “gocho” fuese aprobada por la Real Academia de la Lengua es preciso un largo proceso, a partir de un informe inicial, en este caso redactado por Walter Márquez y Mariana Duque, que se envía tanto a Madrid como a Caracas.
“La primera etapa es que la Comisión de Lexicografía lo revisa, porque la Academia no aprueba palabras que se inventen, sino palabras de uso cotidiano que forman parte de la lengua popular. Luego de ese informe, la Comisión de Lexicografía lo pasa a una comisión de revisión; y esa comisión de revisión lo envía, en el caso de Venezuela, a nuestro país, porque es un venezolanismo. La Real Academia Española lo remite solicitando la opinión. Y la Academia Venezolana de la Lengua lo envió a su Comisión de la Lexicografía para que lo revisara, lo documentara, lo sustentara, y lo aprobara en el país. Luego de eso lo vuelven a mandar a la RAE, donde en plenaria aprobaron la propuesta 49 académicos, mientras que aquí lo hicieron 29 para un total de casi 80 académicos”.
Subrayó Márquez que ahora la palabra “gocho” se vincula a los atributos del tachirense como gente trabajadora, ahorrativa, emprendedora y culta. Agregado a esto, el historiador tachirense Bernardo Zinger aportaría que “el idioma cambia, evoluciona, y en esa transformación gocho dejó atrás cualquier connotación peyorativa para convertirse en sinónimo de identidad, ser gocho es ser trabajador, honesto, solidario, con don de liderazgo y profundamente apegado a nuestra tierra. Hoy esa palabra se pronuncia con respeto y se lleva con orgullo”.
La andadura bibliográfica de Walter Márquez se inicia por el año 1980 cuando publica una historia de la Guardia Nacional. Luego vendrán otros libros de gran resonancia vinculados a su especialidad jurídica en Derechos Humanos; pero también ha abordado la historia local, que ha impulsado como presidente de la Asociación de Cronistas del Estado Táchira, y en este sentido ya casi tiene listo un libro sobre la historia del municipio Libertador.
“La historia es un elemento que hay que recopilarlo, almacenarlo, documentarlo, porque si no se lo lleva al viento. Y hay historia escrita en piedra, hay historia escrita en pergaminos, hay historia oral, hay historia escrita en papel, hay historia escrita en formato digital y acontecimientos históricos locales o con notación regional, nacional, internacional, y que pueden seguir teniendo repercusión en el tiempo”.
Por supuesto, otro de sus proyectos literarios incluye sus memorias, a partir de sus momentos más combativos en diversos escenarios políticos y públicos; pero también como ejemplo de vida de un hombre, al cual la polio infantil limitó su movilidad pero nunca su espíritu de superación.
“Desde niño -yo nací en Abejales al sur del Táchira- me dieron dos enfermedades graves: Una, la poliomielitis, y otra, tuberculosis. Pero recibí el apoyo de mi padre y de un señor que se llamaba Pedro Araque, quien me dijo que existió un presidente llamado Franklin Delano Roosevelt, quien dirigió Estados Unidos desde una silla de ruedas. Un día mientras iba manejando un viejo jeep rojo, mi papá me dijo: ‘Usted puede hacer cosas más grandes que su hermano. Estudie más que sus hermanos para que sea líder de la familia. Hace más el que ordena que el que ejecuta. Yo tengo 40 obreros en mi finca y una orden mía se multiplica por muchas. Aprenda a ser líder para lo que usted haga se multiplica por bastante’. Me dieron todo ese apoyo. Somos una familia numerosa, y quince hermanos, de los cuales vivimos once. Ellos me llevaban a la escuela, me transportaban, yo jugaba con ellos, hacía tremenduras de niños y me crie en un ambiente, en una infancia de alegría, de soporte y de igualdad”.
Vivió el “bulliyng”, pero quien insistió en una oprobiosa conducta recibió un garrotazo de su muleta, y desde ahí se ganó un respeto personal al que se le agregaría un respeto intelectual al formar parte del cuadro de honor estudiantil en el liceo Pedro María Morantes, donde se le nombraría presidente del Centro de Estudiantes. A su corta edad ganó un concurso de ensayo promovido por el Diario El Nacional, que en 1968 lo dirigía Ramón J. Velázquez. Pero su gran logro han sido los cinco hijos que sacó adelante y que han ocupado distintos roles profesionales y artísticos.
Concluyó Walter Márquez que a le gustaría que lo recordaran “como un hombre que ha servido a mi estado y a mi país”, y en ese testamento público quiere dedicar más días de su vida.
“Yo tengo una vocación de servicio, yo tengo muchas cosas que contar que forman parte de la historia del país; he participado en procesos históricos, he participado más en procesos que en escribir, pero ahora me voy a dedicar a escribir todos esos recuerdos, vivencias, cosas que gente no conoce: de mi relación política con Carlos Andrés Pérez siendo diputado activo del MAS y cómo yo le advertía a Carlos Andrés lo que iba a pasar. Y muchas cosas en la crisis financiera que yo presidí esa comisión, el tema de capítulos de la Masacre del Amparo que no escribí porque gente que me ayudó podían caer presos. Yo estoy trabajando y actuando como si fuera el primero y el último día porque de que el drama de los seres humanos hay que vivir en un pasado, vivimos en un futuro, hay que vivir el día a día, mucho más en este momento de crisis para el país”.









