Varios meses del año ocupa este sancristobalense en elaborar una obra digna de admiración
Norma Pérez
Desde hace 44 años, cada diciembre Roberto Omaña elabora el pesebre en su casa de San Cristóbal. Sí; como en muchos hogares venezolanos. Pero el suyo, despierta admiración en quienes tienen el privilegio de observarlo.
Su trabajo inicia varios meses antes de Navidad. Solo en armar el mesón que sirve de base demora un mes. El espacio que ocupa es de dos por cuatro metros. Después, con paciencia, comienza la creación con materiales tradicionales: bolsas de harina, aserrín y arena pintada.
“Empecé a hacer el pesebre cuando nació mi hija mayor, en 1979. Lo hago con calma, construyo todo con mucho cuidado y me produce una gran alegría verlo terminado.
Roberto Omaña Girón tiene 83 años edad, y utiliza los conocimientos de su profesión de ingeniero civil para edificar esta obra, que muestra el nacimiento del Niño Jesús.
“Primero fue con piezas pequeñas de cinco centímetros, hasta que adquirí una colección de piezas españolas El Prado hace veinte años, de 12, 5 centímetros, y otros elementos que alcanzan hasta los 14 centímetros”.
Está iluminado con diez reflectores instalados en el techo. El cielo es de tela azul, de donde cuelgan un centenar de estrellas de diferentes tamaños, que se complementan con 1500 luces, dispuestas estratégicamente.
Las imágenes representan la huida a Egipto, día de mercado, visita del pesebre, pidiendo posada en Belén, Los Reyes Magos, La anunciación a los pastores del nacimiento del Niño Jesús.
A esto se agrega el cuarto Rey Mago o Rey Mago perdido, del que se cuenta que llegó tarde y pasó el resto de su vida buscando al Niño Dios, hasta que lo consiguió crucificado. También, el castillo de Herodes y Jerusalén.
A través de los años, algunas escenas varían y se representan otras, siempre haciéndolas con exactitud para que no pierdan su sentido religioso.
Una hermoso homenaje al nacimiento del Niño Jesús y a la tradición venezolana, donde en la época decembrina siempre hay un espacio para el pesebre, a la espera de la llegada del redentor.