Regional

El protocolo para comprar gasolina

13 de diciembre de 2023

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Humberto Contreras

Tenía todo listo para irme a hacer cola para comprar gasolina, desde las 4:00 de la mañana del lunes 11 de diciembre, como ya se está haciendo costumbre desde hace varias semanas, meses o años. Luego de revisar y certificar varias veces los números de placa que habían sido favorecidos por el boletín de la Mesa de Combustible, la semana anterior, estaba seguro de que mi placa salía este lunes o el martes.

A las 4:30 de la mañana salí de mi casa. Lo hice con mi termo pequeño de café, para hacer la cola en la estación de servicio La Machirí, pues vivo en Palo Gordo, y es donde habitualmente surto. La cola ya a esa hora subía a Pellizzari, y de allí se iba paralela a la pista del aeropuerto de Paramillo, hasta la esquina más arriba del supermercado Baratta. Ahí me ubiqué.

Había en cola muchos carros de distinto terminal de placa. Eso ocurre todos los días, porque, como yo, muchos calculan la posibilidad de que su número salga. Eso significa que, si no le sale, tienen que desaparecerse de la cola, y por supuesto, la longitud de la misma se reduce bastante.

Cerca de las 5:30 de la mañana, más de uno de los y las conductores, teléfono en mano, espera la información de la Mesa, a través de varios chats que lo difunden. Todos a la expectativa. Cuando llega la información, son muchos los que se van, compungidos o molestos. Me tocó esa experiencia, pues ese lunes salieron tres números. Y no estaba el mío.

Yo estoy en un chat de esos, pero parece que es el último que envía la información. Medio mundo se estaba yendo, hasta que una señora me mostró el boletín que había recibido. No había más nada que hacer. Me fui a casa. Pero me fui convencido de que este martes sí me tocaba. Era apenas lógico.

II

Son largas las colas, todos los días, para comprar gasolina. (Foto/Gustavo Delgado)

El martes 12 me fui más temprano. A las 4:15 de la mañana ya estaba en la cola. Se cumplió el mismo protocolo. Y el mismo escenario: Distintos terminales de placa, simplemente “ligando” que salga el suyo. Pero era casi unánime en todos los presentes, la idea de que el 5, mi número, tenía que salir. Y si volvían a aprobar tres números, con mayor razón.

La expectativa, el estrés, la angustia para muchos cuando se avecina la hora del boletín, es realmente inevitable. Hasta que llega, y entonces ves cómo muchas luces rojas de los carros que están delante se encienden: Unos para irse porque no le salió, y otros porque comienzan a ocupar los espacios vacíos.

Repito: eso ocurre todas las madrugadas a las 5:30. En todas las bombas enlistadas en la ciudad para surtir.

Escuché que sí había salido mi número 5, con otros dos números. Confirmé. Así que me fui siguiendo a otros 5 que habían quedado delante, cuando empezó a extrañarme que se estaba avanzando demasiado. No puede ser, me dije, que la mayoría de los que estaban delante aquí eran de las siete placas que no salieron.

Extrañado y buscando explicación llegué hasta unos cien metros de la estación. Me bajé casi a celebrar, cuando el conductor del auto que venía detrás me dijo: Amigo, La Machirí no va a echar gasolina hoy ¡Mazazo directo! Y entonces entendí: ¡Todo el mundo se había ido, buscando otras bombas!

Alguien dijo que Las Lomas, y la Guadalupe. Sin pensarlo dos veces me bajé en esa dirección, aunque pensaba que la cola ya estaría muy larga, si la mayoría se había ido para allá. Expectante llegué a la avenida Libertador, cerca de la bomba, cuando empiezo a asimilar de nuevo la realidad: La cola de La Guadalupe le daba la vuelta a la manzana, y se iba en retroceso a la autopista, donde se encontraba con los que estaban al principio. Como una culebra enroscada. O sea, la cola con la cabeza.

¡No era justo! Así que me fui a casa, pensando en que podría intentar cerca de mediodía. El estrés me tenía agobiado. Nuestra realidad. ¿Hay necesidad de someter a los ciudadanos a este tipo de angustia? ¿Existe una sola razón técnica que justifique esta masacre? Camino a casa, me fui descargando. Y quise escribir esta nota. ¡Catarsis!

III

¿Hay explicación válida?

Si la bomba La Machirí atiende una gran porción demográfica de la ciudad, incluyendo Palo Gordo, ¿por qué no surte todos los días? Este martes precisamente también la de los Agustinos, que está en la misma zona, la destinaron a atender solo motocicletas.

¿Trato inhumano? ¿Irrespeto al ciudadano? ¿Quizá una dosis de sadismo? ¿Hay necesidad de someternos a este tipo de angustia? ¿Existe una sola razón técnica que lo explique?

En la época en que la crisis estuvo fuerte, todas las noches se amontonaban los vehículos de cualquier placa y en cualquier E/S a hacer cola. Se pasaba horas, cierto, pero no había más complicaciones. Cada quien decidía el día que iba a hacer cola. Así de simple. Y echaba.

Sabemos que supuestamente no llega ahora mucha gasolina, que hay que racionarla, etc., etc. ¿Pero a cambio de qué? ¿De afectar la paz y la productividad del ciudadano trabajador? Porque hoy día, gracias a esta decisión oficial, apertrecharse de combustible significa una buena dosis de preocupación, de urgencia, de angustia, que puede incluir en algunos casos, la ausencia laboral con todo lo que implica. No hay otra forma.

Sabemos que con no echar gasolina todos los días a todas las placas, se alivió el problema de los traficantes que hacían cola todos los días para revenderla. OK. Pero entonces, ¿cuál es el problema de que aunque sea en la noche del día anterior se publique el boletín de la Mesa de Combustible, en vez de hacerlo cuando se trata de una hora extrema?

En principio eso eliminaría las largas colas desde la alta madrugada, pues ya no irían todos a probar suerte. De hecho en el chat del Colegio Nacional de Periodistas, una colega escribió que pasó a las 11:30 de la noche del lunes por la estación Rodelca, en la avenida España, y ya había cola. Cola que obviamente se extendió hasta las 5:30 de la mañana del martes. Y esa bomba NO surtió combustible el martes. ¿Eso es bueno para la comunidad?

En segundo lugar, sabiendo cuáles bombas van a surtir, cada quien que le guste madrugar se va a la que escoja, seguro de que no va a perder el viaje, porque ya sabe que le toca, y dónde.

Estamos seguros de que a ningún alto funcionario del Gobierno, empezando por la presidenta de la Mesa de Combustible, le pasa lo que le sucede a cualquier ciudadano común que busca combustible para mover su vehículo, y satisfacer necesidades propias. Pero… es parte de nuestra dura realidad.

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