Regional

El pueblo católico despide a monseñor Mario Moronta

6 de agosto de 2025

Freddy Omar Durán

Tristeza y gratitud fueron sentimientos encontrados entre el pueblo católico que este martes acudió a la Catedral de San Cristóbal a despedir a monseñor Mario del Valle Moronta, quien en hábitos e insignias episcopales –báculo, mitra y anillo- yacía sereno en capilla ardiente.

En cumplimiento a su última voluntad, el templo, que igualmente será la morada final de sus restos mortales, se decoró con sobriedad, y su gran ramillete floral lo constituyó un pueblo de fe que supo sintetizar la lágrima y la ofrenda en oración.

Hasta el día viernes se ha establecido la celebración del funeral, que este martes más que personalidades o figuras públicas, recibió al anónimo feligrés, que más que la curiosidad de estar cerca a quien en vida representara el poder papal en el Táchira, se sintió la obligación de acompañar a quien en vida representó una luz espiritual y el depositario de un legado importante en la Iglesia tachirense.

El cuerpo de monseñor Moronta mostraba las señales de una reducción de peso a la que lo sometió una penosa enfermedad, que en poco tiempo hizo mella a esa aura de dignidad que siempre lo caracterizó. Uno de sus brazos quedó levantado de manera tal que destacaba la mano adornada con el anillo pastoral.

El funeral no se ha ajustado a un programa en particular; pero desde tempranas horas de la mañana hasta la llegada del atardecer, se ha dado una serie de misas alternadas con la oración fúnebre, los laudes solemnes y el rezo del rosario a cargo del creyente devoto.

Se espera para el jueves el arribo de obispos de diversas diócesis del país, un día después de las magnas celebraciones del Santo Cristo de La Grita, sagrada efigie a cuyos pies monseñor Moronta pidió sea depositado su corazón, la otra parte de sus restos mortales que tendrán resguardo en un lugar sacrosanto.

Y entre oración y oración, corría el recuerdo de su valioso legado dentro de la organización eclesial, así como de los momentos fundamentales de una vida que estuvo desde el primer momento en que se consagró de obispo en esa misma catedral, en el foco de atención de los medios de comunicación, el 16 de junio de 1999, en compañía del presidente Hugo Chávez Frías.

Cabe recordar que Moronta antes de asumir la Diócesis de San Cristóbal, por breve tiempo ejerció el ministerio episcopal en la Arquidiócesis de Caracas, como obispo auxiliar, y la diócesis de Los Teques, como obispo principal. Pero el Táchira no solo sería la tierra en que más permanecería en funciones episcopales, por 25 años, sino en la que decidió morar hasta el final de su existencia y entregarle sus restos mortales.

Testimonio de un legado

Ana Aide Durán conserva con mucho cariño un relicario regalado por monseñor Moronta, pero más valioso para ella fueron las enseñanzas en el segundo sínodo eclesial.

—Recuerdo con cariño todas las enseñanzas para que fuéramos bien preparados a las iglesias para predicar, y saber cómo teníamos que hablar, cómo teníamos que comportarnos. Todo era bellísimo, y los sacerdotes todos a la orden— relató la señora Durán.

Para el párroco David Ramírez, sacerdote de la Diócesis, a destacar del fallecido obispo ha de ser su voluntad para que la Iglesia tachirense se enriqueciera con más pastores, procurando que los sacerdotes bajo su responsabilidad tuvieran una mayor formación.

— Hizo que la Iglesia se renovara en espíritu y verdad. Se destacó por su dedicación al seminario, llegando a ordenar más de 120 sacerdotes, y promovió la creación de nuevas parroquias. Creo que fue el obispo que no se quedó sin conocer un solo rincón del Táchira; y cuando no podía llegar en carro, iba a pie, o a lomo de mula. Siempre se presentó con un mensaje de paz, de serenidad — confesó el presbítero Ramírez.