Regional
El transporte público en la ciudad se desenvolvió con normalidad
23 de septiembre de 2020
Cada quien a su manera aprovecha la semana flexible, que comparativamente concentra en el centro de San Cristóbal una afluencia de compradores destacada, que atrae cada día más y más a la informalidad, bajo una perspectiva, más que de ganancia, de supervivencia.
En Barrio Obrero, el Sambil y el Centro Comercial del Este, por ejemplo, la semana flexible también representa una resurrección periódica, pero es en el centro donde confluyó una masa importante de clientes este martes; no obstante, consultada una tienda de ropa, se espera lo mejor desde este jueves.
A eso contribuía un servicio de transporte urbano y suburbano que operaba con normalidad, que trabajaba con el cupo lleno y muchas personas de pie en la mayoría de rutas suburbanas. A pesar de la dificultad del efectivo, muchos prescinden de él.
Rosa Contreras, como usuaria, manifestó que no quiere gastar toda su energía yendo y viniendo de su casa, pues había mucho camino que recorrer en búsqueda de los mejores precios.
—Yo prefiero agarrar buseta; este calor que ha hecho no ayuda mucho para caminar.
Esta semana flexible, que comenzó el 21 de septiembre, se desenvuelve con los mismos precios del pasaje: 30 mil bolívares el más corto, y entre 60 mil y 90 mil bolívares hacia otros puntos del área metropolitana. En pesos también se mantuvo: 500 pesos en área urbana y mil pesos en zona suburbana, por supuesto, pero muchos no los sueltan y se quejan de que salen perdiendo, teniendo en cuenta que mil besos equivalían este martes a unos 130 mil bolívares.
Por ese motivo, muchos quisieron aprovechar la mañana para conseguir efectivo nacional, encontrándose con la sorpresa que por los bajonazos de luz muchos sistemas bancarios no funcionaron. Otros preferían, en el centro, cambiar sus monedas colombianas, ya que eso podría representar un viaje más.
Choferes encuestados afirmaron que no había ninguna novedad y uno de ellos, mostrando un frasco con alguna sustancia desinfectante, manifestaba que se estaba cumpliendo con las normas biosanitarias.
De aquí y allá, comparando
En la gran mayoría de los establecimientos comerciales, la bienvenida te la dan con un ofrecimiento de aplicarte en tus manos una sustancia, que se supone desinfectante, alguna jabonosa u otra líquida. De la utilidad de esta medida, poca certeza se tiene, pero representa un ritual que da confianza a quien ingresa. Por momentos, en algunos locales, las colas para el ingreso se formaban y para los perspicaces, eso significaba oferta, casi siempre.
Como se puede verificar a lo largo de las cuadras comerciales de la Quinta y Séptima avenidas, la informalidad va en crecimiento y alguien, que prefirió el anonimato y que estaba comenzando con un quiosco muy llamativo por las cercanías de la plaza Bolívar, afirmó estar pagando alquiler por el punto, que lo va a dedicar a la venta de víveres y confitería. Otros, desde un vehículo o una sencilla mesita, se las arreglan, buscando el sitio por donde transite más gente.
Por su parte, Janeth Durán miraba los estantes y preguntaba y repreguntaba precios, en bolívares y pesos, comparándolos entre sí, con los que vio en otros establecimientos.
—Le quiero comprar -afirmó Durán- un juguete a mi hijo, pues se aburre mucho en cuarentena; uno de esos que se desarman y arman; en varios lugare s el valor ha sido el mismo; sin embargo, en otros se duplica y hasta te lo lanzan en dólares. En otros, aunque parezca igual en pesos, al cambio varía mucho en bolívares.
Freddy Omar Durán