Los habitantes de “La Ciudad Pontálida” recogen y quitan el lodo pegado a los enseres que sobrevivieron al torrente que invadió sus viviendas la madrugada del domingo, 8 de noviembre. Una fecha que no olvidarán.

Jóvenes, adultos, abuelos y niños levantan en sus viviendas, o en lo poco que aún queda de ellas, sus pertenencias y las colocan al sol a secar, al segundo día del desastre.

Pilas de barro, troncos de arboles y escombros se observan en las zonas embestidas por los afluentes, que se salieron de su cause y colocaron en estado de angustia a los pobladores de Rubio.

El personal de salud recorre las comunidades más afectadas para atender a su gente, mientras maquinaria pesada remueve el lodo y los escombros que el río dejó en las calles.

Las autoridades han iniciado un censo en la población, más de 3300 familias pertenecientes a 12 comunidades junienses fueron afectadas, el primer día de la tragedia se contabilizaban 250.

Tres escuelas fueron habilitadas en el municipio Junín para albergar a las familias damnificadas.

El río Carapo y la quebrada La Yegüera, arrastraron con lo que pudieron, incluso con la vida de dos mujeres, madre e hija, que intentaron salir de su vivienda inundada en el sector La Palmita.

La Fortuna, El Cafetal, El Rosal,  El Manantial, La Palmita, Piso de Plata, Santa Barbara, El Cañaveral, San Diego, Matadero y otras áreas circunvecinas fueron los sectores por los que el río se movilizó.

Yuliana Ruiz