“Lupe” nació en condición de calle. Sus primeros meses de vida los pasó recorriendo el Mercado Municipal de Rubio y sus alrededores, donde se ganó el afecto de muchas personas, que la ayudaron a sobrellevar las duras circunstancias de ser una perrita sin hogar.
Recientemente, una familia de buen corazón la adoptó y le dio un hogar en la calle “Colombia”, muy cerca del lugar donde creció. Pero esta mascota no abandona a sus numerosos amigos y a diario hace los paseos para visitarlos y disfrutar de sus mimos.
Sus “padres adoptivos” dicen que se escapa de la casa, va al mercado y se “sirve” Perrarina, de la que venden en los puestos; después pasa donde su amigo carnicero, de nombre Miguel, quien le obsequia un hueso, y regresa a la planta baja de su hogar, donde trabaja un carpintero que todos los días le da sopa.
Como no pueden evitar estas salidas, hace un mes la esterilizaron y está todavía recuperándose de la operación. La noche de la crecida se encontraba en la carpintería, una pared del local se derrumbó y el agua irrumpió, inundando el lugar.
Cuando pudieron salir, los angustiados dueños bajaron al primer piso y encontraron un caos de objetos flotando en medio de la oscuridad. No veían nada y pensaron que su querida mascota había sido arrastrada por el agua y se había ahogado.
En repetidas ocasiones la llamaron, sin respuesta, hasta que un rato después la escucharon ladrar. Asombrados, la vieron trepada muy alto en unas vigas que soportaban su peso y la mantuvieron a salvo.
Mojada, llena de kerosene y pintura, muy asustada, pero viva. Todavía no saben cómo pudo llegar hasta el lugar donde se subió.
Estudios revelan que los perros tienen la inteligencia de un niño de dos años, pero esta perrita demostró muchas cualidades que le permitieron salvar su vida. En “Lupe” prevaleció el instinto por sobrevivir.
Norma Pérez