Juan José Contreras
Han transcurrido cinco años desde que se cerró el paso fronterizo hacia Colombia, con vehículos. Luego, y por varios años ya, la alternativa ha sido peatonal, hasta antes de la pandemia. Con la llegada de la hiperinflación a Venezuela, que en el último trimestre de este 2020 suma ya tres años, las divisas se han hecho presentes para diferentes transacciones. El peso colombiano es el más utilizado en el estado Táchira.
Amanece en Coloncito, la capital del municipio Panamericano. Dentro de los horarios permitidos por la cuarentena para que algunos establecimientos reciban a clientes, principalmente para abastecerse de alimentos, la escena es la que se ha presentado por meses: los pesos colombianos como principal moneda para las transacciones. Así, mayormente en la zona norte del Táchira.
Esta es la realidad en una entidad estadal donde los pesos colombianos son recibidos y demandados para cualquier transacción, y surge el problema de que los ingresos de las familias, en su mayoría, son en bolívares, aunque también se reciben de manera virtual, pues por los meses de la cuarentena las entidades bancarias han permanecido mayormente cerradas. Así que los puntos de pago y las transferencias son la modalidad.
Está también la otra cara de la monera: los que se niegan a recibir bolívares, en caso de que aparezcan los billetes, y se debe a que con la constante pérdida de valor de la moneda venezolana, los tachirenses buscan protegerse adquiriendo otra moneda que mantenga su cuantía en el tiempo -eso han manifestado, lógicamente, expertos y economistas-.
En San Juan de Colón, municipio Ayacucho, el mercado municipal a cielo abierto se adapta a las normas de bioseguridad, de distanciamiento social, con uso de guantes y tapabocas, por el contexto COVID-19; sin embargo, muchos no se adaptan a cobrar en bolívares, pues notoriamente los precios de productos, en especial los de procedencia colombiana, se cobran en la moneda del hermano país.
El representante del Gobierno nacional, Freddy Bernal, se ha referido en varias ocasiones al paso ilegal por las denominadas trochas hacia el vecino país, incluso ha estado a la cabeza de operativos en esos caminos irregulares. Aun con la detención de personas vinculadas a ese tránsito informal, y su posterior encierro en la cárcel El Dorado, el paso persiste, principalmente para traer de Colombia productos y alimentos, que se cobran en pesos una vez están en tierra tachirense.
No solo alimentos y medicamentos, desde un cierre para un pantalón o algún elemento de mercería, hasta un servicio, como podar un jardín, se cobran en pesos. Las transacciones comprenden montos que se elevan a la par de la devaluación del bolívar en tiempos de hiperinflación.
Cabe destacar la resistencia de los tachirenses; sin embargo, la mayoría de hogares sobreviven con ingresos en bolívares, en una tierra donde el peso colombiano marca pautas.