Un menú que alcance para 650-700 estudiantes están preparando desde el lunes en la Unet, beneficio que fue reactivado esta semana, luego que las autoridades nacionales enviaron víveres, los cuales alcanzarán para tres semanas o un mes.

---

Nancy Porras

La mayoría de los estudiantes de esta casa de estudios superiores ya conocen la noticia y apartan un rato de su preciado tiempo para almorzar en la Unet y así ganar un poco más de tiempo.

Un grupo aguardaba en la puerta y elucubraba sobre el posible menú; sin embargo, estaban claros en que no habría ningún tipo de carne, ni de res ni pollo, tampoco pescado, pero aun así aguardaron que los llamaran a comer.

Uno de los encargados de la cocina, cuando eran las once de la mañana, dijo de manera gentil: “ya casi vamos a servir, el almuerzo está listo. Tenemos caraotas, pasta y unos bollitos de harina de maíz, y agua. Sea como sea, los muchachos vienen y se comen su almuerzo”.

La pasta es aliñada con cebolla y pimentón, productos usados de manera racionada, y las caraotas se reciben con mucho gusto; casi todo se acompaña con frijol, como los conocidos bollitos, que también ayudan a ofrecer una mayor ración de comida.

Se procura abrir cerca de las once y media y se labora hasta las dos de la tarde, de manera que se puedan limpiar las instalaciones y los trabajadores puedan irse temprano, por la situación del transporte.

Precisó que todos comen, el que se queda sin ración es porque llega muy tarde al comedor. Se procura prepararlo de la mejor manera posible, para que los estudiantes disfruten su bandeja.

Es de hacer notar que el profesor Jhon Ramírez, decano de Desarrollo Estudiantil, informó que el comedor no se abría desde el mes de agosto, pero afortunadamente, con los víveres enviados por las autoridades nacionales, se logró su reapertura; sin embargo, no cuentan con los distintos menús con la proteína animal, muy necesaria para tener una alimentación balanceada.

También indicó que esperan seguir contando con una llegada más continua de víveres, una vez reinicien clases en el mes de enero, para así garantizar a los estudiantes el almuerzo, sobre todo a aquellos jóvenes que viven fuera de San Cristóbal, a los cuales se les hace imposible ir a sus casas y volver a la universidad.