Una jornada que comenzó muy temprano con la presencia de votantes en los centros electorales
Norma Pérez
Un ánimo a toda prueba y una paciencia de envidiar fueron los referentes de la jornada electoral que vivieron ayer los residentes del municipio Junín.
Desde la madrugada, en medio de la oscuridad, salieron de sus casas con una dotación para hacer más cómoda la espera. Llevaron abrigos, paraguas, termos con café, agua, refrigerios y los infaltables banquitos para sentarse a ratos.
Con ellos llevaron la energía necesaria para enfrentar los tropiezos, que por supuesto, no faltaron. El primero, el intento de escanear las cédulas al ingreso de los centros electorales; acción que generó una fuerte protesta por parte de los presentes. Al final no se realizó.
En otros, las personas pedían que se iniciara el proceso por lo que coreaban “queremos votar” repetidamente, hasta que al fin fueron escuchados.
Muchos se quejaron por la “operación morrocoy”; ya que la lentitud fue un indicativo y las colas no fluían como se esperaba. En la escuela “Estado Mérida”, los más afectados fueron quienes debían sufragar en la mesa uno, pues la máquina se dañó y debieron esperar varias horas bajo un inclemente sol a que la arreglaran. Esto además ocasionó un gran retraso.
En horas de la tarde se produjeron apagones en algunos sectores de Rubio, pero afortunadamente no fueron muy prolongados.
Después de caos inicial, hubo mayor organización, pues en algunas partes ubicaron a los electores en filas de acuerdo a la mesa de votación, lo que permitió ordenar mejor. También, se abrieron colas para personas de la tercera edad, con discapacidad o enfermedades de consideración.
Junín en datos
Un total de 59 mil 901 votantes conforman el padrón electoral del municipio Junín. Se cuenta con treinta y ocho centros de votación distribuidos en las cuatro parroquias.
En la parroquia Rubio hubo veintiún centros, en la parroquia Bramón se instalaron catorce, dos en La Petrolea y uno en Quinimarí.
El cierre
A las cuatro de la tarde de ayer comenzó a escucharse sonidos de pólvora, a manera de celebración de quienes a esa hora conocían las proyecciones de los resultados. La población se mantenía a la espera.
A pesar de las circunstancias, reinó el entusiasmo y sobre todo la paciencia. Prevaleció el civismo y la participación. Aunque tuvieran que esperar, con calor, sed o incomodidad, nadie se movió de sus lugares. Los rubienses demostraron sus ganas de ser parte de una fecha histórica para Venezuela.