Regional

Enumeración en colas por gasolina no empieza con el dígito “uno”

5 de octubre de 2019

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Funcionarios policiales, junto a los choferes en cola, se encargan de fiscalizar que no haya tantos coleados; pero a veces esto resulta algo inevitable. (Foto/Jhonny Parra)

Aunque se siga presumiendo a los cuatros vientos que la gasolina casi la regalan en Venezuela, el derecho a abastecerse de la misma pareciera que no, si nos atenemos a las denuncias de quienes, después de días, esperan por el anhelado combustible, mientras ven cómo descaradamente otros pasan por encima olímpicamente para ser despachados rápidamente.

Entre 10 mil y 20 mil pesos -y 3 mil pesos en el caso de las motocicletas- se hace la diferencia entre perder más de un día a sol y sereno, sin asistir ni a su trabajo ni a su familia, o recibir una atención relativamente “exprés”, pues también se debe aguardar en pequeñas filas. Cuando se pregunta sobre esas colas a los encargados de las gasolineras, y a los efectivos de seguridad que las vigilan, se limitan a responderte “funcionarios”… Funcionarios que ni en sus vehículos, o vestimentas, ni identificación reflejan a la institución oficial que pertenecen, y que incluso ni el terminal de sus placas corresponde al del día de la semana estipulado por las autoridades.

Hasta los funcionarios que hace algunas semanas gozaban de cierto acceso a las gasolineras, se están quejando por las trabas que han tenido que sortear para abastecerse, y de los molestos enfrentamientos e injusticias que han tenido que sufrir y presenciar.

Todos los días se denuncia…

En manadas los conductores, unidos por un mismo suplicio, se arremolinan para entre ellos, a ratos, rumorar sobre las irregularidades del día, y a ratos, gritar al unísono “la cola, la cola”, con un toque de ira y con un toque de humor. Algunos, por aburrimiento o por indignación o por impaciencia, o por todo eso junto, se van al punto de despacho para ver cómo se desenvuelven las colas, y ponerle la alharaca, a la que ya poco o nada hacen caso los funcionarios; antes algunos sacaban fotos para sustentar las denuncias por las redes sociales; ahora son quienes violentan los canales regulares los que gustan sacarles fotos a quienes, según ellos, andan metiéndose en lo que no les importa.

En una estación de servicio de La Concordia, pese a que no se estaba despachando, la cola ya llevaba más de la cuadra de distancia. Un rumor por las redes sociales prácticamente la convocó, y a través de sus teléfonos celulares les van haciendo seguimiento a la ruta de la gandola: “que si va por Táriba…” “Que si está trancada debido a protestas por el gas…”, etc., etc. Hay quien afirma que ya es segura su llegada, pues están marcando los números en los vidrios; pero reglón seguido, anota como hecho curioso de que el primero en la cola, que está ahí desde las 3 de la tarde del día anterior, no recibe el número uno, sino el 23. De paso, tales enumeraciones pueden sufrir sorprendentes saltos, pasando, por ejemplo, del número 30 al 40, y así sucesivamente. Y es que entre tantos descontroles, en tantos aspectos de la vida, sufridos por el tachirense a causa del desabastecimiento, las matemáticas, como nos comenta un usuario, también se han visto damnificadas.

Acaban de marcar 150 vehículos. En el supuesto de que lleguen 13 mil litros, se supone que eso solo alcance para esa cantidad. Aquí la matemática no funciona (risas), pues se supone que debería alcanzar, al menos, para 300 vehículos”.

Pese a todas las cosas extrañas que ocurren, y pese a que la gandola no ha llegado, muchos son los que prefieren no apartarse de esa estación de servicio, pues al menos esta tiene planta eléctrica para enfrentar los intempestivos apagones.

En las colas se está procurando, apenas descargue la gandola, marcar al último vehículo que será atendido ese día, con un cono encima o cerca de él; no obstante, por esto las colas se siguen formando, ya sea por la esperanza del “repele”, o de que mañana si haya gasolina para los que continúen en vigilia. Correr con la supuesta suerte de haber sido seleccionados para surtir ese día, en nada garantiza la hora en que vuelva el alivio a sus cuerpos, pues como los mismos conductores a viva voz afirman, por cada persona que cumple con el orden, unos cuantos coleados le pasan por delante.

En donde se abastece exclusivamente a motocicletas todo fluye más rápidamente, pero igual el motociclista que va por “lo legal” debe invertir dos horas de su jornada en esos menesteres, y calarse a los que apenas en cuestión de minutos sí son surtidos. Pese a eso, prefieren no quejarse, pues lo importante es salir de ahí con el tanque lleno.

Para quien no esté en disposición, por su trabajo, por su salud, o por no apartarse de su seres queridos, de aguantarse una cola, por 20 mil o 30 mil pesos por pimpina pueden librarse de la sequía, rogando que no regresen esos “tiempos locos” de hace unos cuatro meses, donde se llegó a cobrar hasta entre 80 mil y 100 mil pesos por la misma.

Freddy Omar Durán

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