Sobre el fin del mundo, se viene hablando cíclicamente en la historia de la humanidad. Parecería que habrá un día sin después y que se cumplirá el implacable castigo del Apocalipsis para que todo se acabe y que para este año se vaticine nuevamente que la fecha se acerca, se acerca y no habrá marcha atrás.
Víctor Matos
De la desaparición violenta del planeta se habla desde la víspera del año 1000 tras la asunción al papado del Vaticano de Silvestre II, en donde muchas personas se suicidaron y otras buscaron refugio en las catacumbas romanas.
Pero ahora resulta que han salido otros profetas del desastre que emulan al famoso Nostradamus que adelantan que será este 2023 cuando un error de cálculo nos llevará a un conflicto internacional y que apuntan a que no será precisamente a raíz de la guerra de Rusia contra Ucrania, sino en el ataque chino a la isla de Taiwán, que abrirá la conflagración más espantosa que se haya realizado hasta ahora.
Los primeros antecedentes de esta tragedia nos los trae la Biblia a través de El Armagedón, que es la guerra de Dios que acabará con todas las guerras, incluyendo por cierto a la raza humana.
Es el libro profético de Isaías. Dios mismo promete crear un mundo así: “Tendrán que batir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (Isaías 24)
Aunque últimamente se ha estado utilizando el término Armagedón para referirse a una conflagración nuclear a escala mundial, el mismo se define como “lugar donde se congregan las fuerzas del bien y del mal para librar la batalla del gran día de Dios todopoderoso”. La pregunta es: ¿Vencerá finalmente este bien divino contra el mal diabólico, o es esa batalla una simple fantasía?
Estamos actualmente guindando en la cuerda de la incertidumbre al reventar la invasión rusa contra Ucrania, expaís de la Unión Soviética en donde existen plantas nucleares y cuyo uso, según Putin, pudiera darse si es atacado su país.
Por otra parte, el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, declaró en días pasados tras el recibo de la mortífera arma que estaría dispuesto a usarla contra sus enemigos si fuera atacado. Lo que no dijo fue que la respuesta occidental sería tan infernal que convertiría en segundos en cenizas toda su nación.
¿De qué lado entonces estaremos en este conflicto que pica, se extiende y se mantiene, con el otro ingrediente de la posición de China frente a Taiwán? Vaya uno a saber, pero si como lo dijera Albert Einstein de que si se produjera la Tercera Guerra Mundial, la cuarta, con los pocos sobrevivientes, se llevaría a cabo con palos y piedras.
Mientras tanto, continúan los augurios de personajes que este año será el cierre del ciclo de paz que emprendió la Organización de las Naciones Unidas, ONU, en 1947 luego de la mortífera II Guerra Mundial, donde el poder nuclear se dejó sentir en agosto de 1945 con las bombas atómicas lanzadas por los Estados Unidos contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. De allí, para acá, se dejó de utilizarla ante el terror de sus resultados fatales.
Actualmente el letal artefacto lo tienen Estados Unidos, Rusia, China, India, Francia, Inglaterra, Pakistán e Israel. Dios es grande, y esperamos que nos asista en estos días de tanta especulación bélica.
Las profecías mayas marcaban el Apocalipsis
Las profecías mayas despertaron la histeria entre los esotéricos del mundo con la llegada del 2012, mensajes agoreros y apocalípticos que vaticinaban la oscuridad total, a raíz de una interpretación del calendario de esta antigua civilización que decía que el 21 de diciembre del año señalado, se acababa el planeta, y a la vez comenzaba una nueva etapa.
Por tal motivo, en aquel momento sectas de todo tipo se aferraron durante todo el año con la idea de que un meteorito impactaría contra la Tierra, mientras otros apostaban por la inversión de los polos geomagnéticos que generaría la mayoría por una emisión de energía solar tan poderosa que afectaría a toda la Tierra.
Todo esto apareció grabado en el llamado monumento 6 o la piedra del Apocalipsis encontrada en un cerro y que hoy está celosamente guardada en el Museo Carlos Pellicer de Tabasco en México. Hay una lápida que tiempo atrás decoró las paredes de algún centro ceremonial pero a la que hoy le faltan dos trozos, que estarían en un museo norteamericano y el otro en una colección privada.
Los mayas fueron grandes astrónomos, capaces de predecir eclipses o los ciclos de Venus y Marte, que actuaban de forma decisiva, según ellos, en el comportamiento bueno o malo de la naturaleza y las personas.
Antropólogos e historiadores insisten en que hace 5.000 años, los mayas dijeron que terminaba un ciclo, sí, pero para que comenzara uno nuevo, de acuerdo a su concepción cíclica del tiempo. La cosmovisión maya de la vida es un circulo, de modo que el pasado está delante y el futuro ya ocurrió. Pero felizmente, ese 21 de septiembre de 2012 nada pasó, y la desesperación de muchos, la agonía de otros, retornaron a la calma, señalando que aún habrá que esperar para ver si se cumplen los vaticinios del fin de los tiempos. (Víctor Matos)