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22 de noviembre de 2024
Barrera pasó 16 días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Erasmo Meoz, ubicado en Cúcuta, Colombia
Jonathan Maldonado
16 días duró el capitán del Cuerpo de Bomberos de San Antonio del Táchira, Gerardo Barrera, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Erasmo Meoz, en Cúcuta, Colombia, frente a las complicaciones que experimentó al resultar contagiado de covid-19. “A principios de noviembre del 2020, amanecí un poco mal de salud, con fiebre, malestar en el cuerpo”, rememoró.
Al inicio, Barrera empezó a atacar el malestar con remedios caseros, pero, con el transcurrir de los días, su cuerpo fue presentando mayor dificultad para respirar y fue trasladado al hospital Samuel Darío Maldonado. “Luego de ser atendido y por tener una saturación normal, regresé a mi casa y, al día siguiente, empezó la crisis con la respiración”, dijo.
Ante este escenario, sus compañeros de trabajo, bomberos, lo ayudaron para ser trasladado a Colombia. “Cuento con los papeles colombianos, con mi seguro, pues mis padres son de allá y pude obtenerlos”, prosiguió el apagafuegos, de 54 años, al tiempo que evocaba sus primeros días: “estuve día y medio en una carpa y luego pasé a UCI”.
La atención por parte de enfermeros y médicos, la calificó de óptima. Desde su día de arribo, hasta la salida, precisa, los especialistas de la salud se comportaron como psicólogos para darle ánimo ante la enfermedad que lo aquejaba. “Sentir que uno no puede respirar es horrible. Esa infección pulmonar es muy grave”, señaló.
La UCI está ubicada en el piso 10 del hospital. De ese sitio, tiene grabado que son cubículos con dos camas en cada espacio. Quizá, para Barrera, lo más fuerte fue ver cómo la gente iba falleciendo a causa del virus. “Da agonía”, remarcó, para luego hacer énfasis en que nunca sintió que la covid-19 le iba a ganar la batalla, pese a las complicaciones respiratorias que vivió.
“No podía ver a mi familia”
Una vez entró a UCI, no volvió a ver a su familia, sino hasta el día en el que le dieron de alta. El haber hecho camaradería con una enfermera le otorgó la posibilidad de recibir algunas llamadas. “Estamos eternamente agradecidos con ella”, remarcó Barrera desde la comodidad de su casa.
Sentado en uno de los muebles de la sala, puntualizó que el apoyo de los parientes fue vital con cada llamada que le hacían. En este sentido, le dio gracias a Dios por la oportunidad que le ha brindado para seguir compartiendo con los suyos. “Soy un afortunado de la vida, esa frase me la dio un médico, y así es”, agregó.
__¿Qué sintió cuando le dieron de alta?
Tener que traer a colación ese momento lo hizo llorar. Segundos después, calmado, hizo mención del lado humano de los galenos, quienes el día que le dieron de alta lo esperaron en el pasillo y, con aplausos, lo invitaron a seguir luchando por la vida.
“Sentí mucha alegría porque uno piensa en la familia (…) Hay que seguir adelante y hay que seguir recuperándose”, recalcó quien aún tiene algunas secuelas del covid-19. “A veces siento cansancio y un poco de dificultad para respirar”, dijo mientras aclaraba: “me mantengo tomando algunos medicamentos para que se sanen por completo los pulmones”.
“Uno le dice a la gente, cuídese, pues esto no es ningún juego. Hay gente que anda en la calle sin tapaboca. Yo, que pasé por esto, les puedo decir que es duro, y gracias a Dios sigo acá con mi familia. Esperemos que, con el pasar de los meses, llegue la vacuna”, detalló el caballero.
Con 28 años como bombero, ve en la vocación del servicio la gran opción para hacer cosas buenas por el prójimo. “Ellos (bomberos) también son mi familia y ahí me mantengo, pese a las dificultades del país”, añadió.
Barrera no olvida que hace aproximadamente mes y medio salió del hospital. “Al llegar a la mitad del puente internacional Simón Bolívar, sentí mucha alegría al ver a mis compañeros de trabajo y a mi familia, listos para darme la bienvenida”.
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