Regional
Falta de planificación formal genera las largas colas para surtir gasolina
8 de junio de 2019
Pasar seis días haciendo fila para surtir el vehículo de gasolina, es un viacrucis que vivimos cotidianamente los tachirenses. Algunos demoran menos, tienen mucha suerte. Otros pueden pasar más. Lo mejor de todo esto para el gobierno, es que las colas se hacen “respetuosamente”, o “ciudadanamente”. Todavía no hay líos serios.
Pero la causa de las largas colas, no necesariamente es imputable totalmente a la absurda escasez que se acentúa cada día, sino a la falta de real interés de parte de las autoridades, para aliviar este castigo apocalíptico que recibe el usuario sancristobalense.
El argumento que justifica esta opinión, lo pudimos vivir en carne propia este fin de semana, más de mil personas en una ordenada hilera de vehículos que partía desde la puerta de la bomba Continental, frente al diario La Nación, y que se fue por el sector Propatria, para llegar a la avenida 19 de Abril en sentido contrario al tránsito.
Luego, frente al edificio sede del Inces, continuó y bajó por la vía de La Guacara, para subir la carrera 12, pasó por el colegio María Auxiliadora y llegó a la plaza La Libertad, y el liceo Simón Bolívar.
La información desinformante
Una de las causas de las colas es el correr de los rumores, y la credibilidad que, por el desespero, le damos a esos rumores. El viernes 31 de mayo, cerca de la una de la tarde, nos instalamos en la cola, precisamente frente al edificio del Inces. Tres compañeros de trabajo. El rumor, era que en la noche llegaba la gandola a la E/S Continental.
A la una y media, ya alguien había iniciado una lista, en la que me marcaron el 154. Dijeron que las cinco de la tarde habría el marcaje definitivo. Muchos se fueron, para regresar a esa hora. El almuerzo llama, dirían algunos. Pero cambiaron la seña. El marcaje se haría a las 3 pm.
Los que no estaban, se fregaron, decían. Pero la culpa fue de la desinformación. Nadie supo quién cambió la hora. Ni porqué. Posteriormente al final, varios de los idos, fueron aceptados de nuevo.
Comenzó el desgranar de las horas, y el crecimiento de la fila de autos. La “información” de la llegada de la gandola, comenzó a estirarse. Ya no era la tarde, era para la noche. Luego que para la madrugada. Lo cierto es que nadie sabía. En la noche se fue la luz del sector, y luego cayó un palo de agua. Ingredientes ya cotidianos que adornan las colas para surtir combustible hoy día.
La escena se fue haciendo la misma, a lo largo de los seis días. En el día, unos que trabajan cerca, estaban pendientes de los vehículos en torno, para que quienes pasaron la noche fueran a casa a bañarse y a dormir un rato. Sobre todo a almorzar con tranquilidad. En la tarde a las 6 pm., asumían la guardia para pasar la noche, y los del día, los más viejos y las damas, iban a dormir a casa. A las 4 de la madrugada, se reiniciaba el turno.
¿Injusticia o falta de planificación?
En esos seis días de espera, el tedio, la información auspiciosa que luego se hacía falsa, el cansancio, el sol, el hambre , la lluvia, los largos ratos nocturnos sin luz, la tensión por si reconocen o respetan su puesto, a pesar de que el carro permanece en el sitio, etc., van haciendo su trabajo.
Pero queda vigor para estar pendientes de lo que sucede alrededor, menos para controlar la verdad de las cosas, porque las autoridades o se niegan a dar información veraz, o sencillamente no planifican. La gente dice que como a ellos no les toca hacer cola, pues no saben lo que se padece.
Lo cierto es que en esos seis días, hubo E/S en la ciudad, que recibieron gasolina tres veces. Otras, dos veces. Algunos que estaban delante de mi auto, se fueron a la cola de otra bomba cercana a las once de la mañana del martes, y a las nueve de la noche surtieron. A esa bomba le había llegado gasolina el jueves anterior, según se decía.
Aquí nace la pregunta ¿por qué? ¿Por qué a algunas bombas –son varias-, les llega con más asiduidad que a otras? En la espera decían que “a lo mejor la bomba (la Continental), está sancionada y por ello no le mandan”. Ajá, respondían, y si es así, ¿por qué las autoridades no avisan para que la gente no haga cola ahí? Están castigando a los usuarios!
Le preguntamos al gerente de la estación y nos aseguró que no hay ningún tipo de sanción. Por el contrario, dijo, la semana pasada nos felicitaron por el buen desempeño. ¿Entonces?
Para completar
El martes en la noche, dos agentes de Politáchira habían pasado marcando y elaborando lo que sería la lista oficial. Los agentes, muy cordiales y atentos a los planteamientos, nos dijeron con énfasis: “Esta es la lista oficial. El que no esté aquí (en la lista), no llena. Así que ustedes se pueden ir a su casa a dormir. Fíjense en el sitio en que están ahora, y de cinco a cinco y media de la mañana, regresan a este mismo sitio. No se queden acá”.
La gente entendió y se despejaron las vías. Amaneciendo miércoles estábamos de nuevo en el sitio. Durante el día se dijo, otra vez la desinformación, que habían xx gandolas trancadas por protestas de gas, que estaban en Copa de Oro, o en Caneyes, pero nadie daba certeza.
Se esperaba la gandola temprano. Pero llegó a las cuatro de la tarde. Compartida con la estación frente al Korinú. Y a las cinco y media, concluyo el trasvase en la Continental. Luego, indagando sobre la demora, me dijo una fuente confiable, que las gandola se habían detenido en Copa de Oro, a esperar los efectivos de la custodia militar. Y que éstos demoraron más de cuatro horas para llegar.
La odisea continúa: Con los agentes policiales, y los bomberos, que todos estaban dispuestos a trabajar, y con la autorización de la estación, se dispusieron a
surtir hasta avanzada la noche, o la madrugada. De hecho, la gasolina se agotó al día siguiente en la mañana.
Pero cuando todo iba funcionando bien, pasadas las ocho treinta de la noche, llegó a la estación un vehículo oficial con el Comandante -nadie supo el nombre-, y este dio la orden de cerrar la bomba a las nueve de la noche. “A las nueve me cierran la bomba”.
Que la gente espere horas o un día más, no parece tener importancia, sobre todo cuando una hora de espera, empezando a hacer cola, no tiene el mismo efecto mental, físico, fisiológico, emotivo y demás, que una hora luego de seis días. Yo salí de la bomba a las 8 de la noche: ¡127 horas!
¿Planificación?
1.- ¿Por qué la autoridad no hace público el boletín que anuncia los envíos, por lo menos con un día de anticipación? Habría oportunidad para que cada quien se instale en la bomba más apropiada.
2.- ¿Por qué la autoridad no divulga o facilita la divulgación de su información a través de los medios tradicionales? Diario La Nación y algunas emisoras están prestos a difundirla, sin costo alguno. Para los medios, es un servicio público. El WhatsApp es solo una vía auxiliar.
3.- ¿Por qué con un día de anticipación la autoridad, llámese Politáchira o GNB, no marcan los vehículos tomando la respectiva nota de la placa, y que los conductores se vayan y regresen al llegar la gandola, previamente anunciada, con la garantía de que la lista se respeta? Eso acaba con la denigrante imagen de las calles abarrotadas de autos, y de las personas padeciendo las consecuencias. Eso se demostró con la ciudadana actitud del agente que marcó los autos el martes en la noche.
Si hay interés en la autoridad de la Redi, como se entiende de sus planteamientos en las redes, es posible que se pueda mejorar la tortura que significa para el sancristobalense estas largas esperas, llenas de tensión, de angustia, de preocupación y de sus respectivas consecuencias.
Humberto Contreras