La parroquia Santísimo Sacramento celebró su fiesta patronal

Norma Pérez

La feligresía de la iglesia Santísimo Sacramento, desbordó con su presencia los espacios del templo, para participar en la misa solemne con motivo de la fiesta patronal de esta parroquia, ubicada en el sector Los palones, en la capital del municipio Junín.

La sagrada eucaristía fue oficiada por el Obispo Auxiliar de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Juan Alberto Ayala, acompañado por el vicario episcopal  Víctor Julio Vivas Morales.

Atentos y con devoción, los asistentes escucharon el mensaje de monseñor Ayala, quien explicó el significado de esta festividad católica, la cual hace referencia al cuerpo y la sangre de Cristo, al gran amor que demostró por la humanidad, por la que entregó su vida, y el amor al prójimo.

“Ésta es una fiesta de un gran significado. Por lo tanto, invito a todas las personas a que cada día crezcamos más en ese amor a la eucaristía. Allí está presente Dios en medio de esa humildad y sencillez, en ese alimento que nos fortalece las energías espirituales, para cumplir con la misión que el Señor nos ha encomendado”.

Ante el altar, mientras el Coro Parroquial entonaba canciones de alabanza, se hicieron las ofrendas de luz, vino, frutas y flores; se elevaron oraciones de gratitud y peticiones por la salud de los enfermos, por los niños y por Venezuela.

Pensar en el cielo

El párroco del Santísimo Sacramento y vicario episcopal de la Vicaría Resurrección del Señor, Víctor Julio Vivas, recordó la importancia de este día para los fieles rubienses:

Esta fecha es muy importante, porque la nuestra es la única parroquia de la Diócesis de San Cristóbal que lleva el nombre de Santísimo Sacramento. Por eso celebramos con alegría y fe este día.  Recordamos a Jesús, que dio la vida por nosotros y murió para nuestra salvación”.

Próximo a cumplir ocho años al frente de la parroquia, manifestó su agrado por la numerosa asistencia a la misa solemne.

“Juntos celebramos el cuerpo y la sangre de Cristo, el Corpus Christi.  Esa es la realidad que nos lleva a pensar en el cielo. Así lo dijo Jesús, quien coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna y llegará al reino de los cielos”.

Al concluir la eucaristía, la gente comenzó a salir de la iglesia con una sonrisa en el rostro y el espíritu reconfortado por la palabra que acababa de escuchar y las bendiciones recibidas.

 Afuera, la llovizna leve que caía sobre Rubio se disipó, para dar paso a un sol resplandeciente.

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