Regional

Gatos protegidos por ángeles

18 de junio de 2024

453 vistas


Elegantes, estoicos, misteriosos, y afectuosos cuando les conviene, poco los gatos tienen que demostrarnos de la dura vida de la calle. Afortunadamente existen almas bondadosas que no los abandona; y que también han sufrido las terribles consecuencias de haber sido abandonados y estar a merced de innumerables peligros.


Freddy Omar Durán

La ciudad no solo la habitan humanos; en realidad en ella sufren y luchan seres vivos de toda clase, por los cuales no solo las leyes propenden por su protección, sino héroes anónimos de cuya caritativa acción casi nadie conoce.

Sin duda alguna, más visibilidad y reconocimiento tiene la benevolencia practicada hacia los semejantes interespecie; pero cuando se trata de cuidar de alguna manera a los animales de la calle, por ejemplo los gatos sin hogar, los focos de atención no se encienden a menudo.

La bondad de quienes, en el desinterés más puro, le ofrecen la atención alimenticia, emocional, y hasta médica, que requieren los felinos, contrasta con la actitud, de quienes optan por arrojar a la intemperie las mamás con sus crías, los recién nacidos, o los gatos enfermos; bien sea por la irresponsabilidad de acoger un animalito y no esterilizarlo o querer llevarlo a un veterinario, bien sea por causas de fuerza mayor al no contar con recursos para su manutención, o por accidente recibir la visita de una criatura embarazada o que ya venía debilitado.

Tales almas nobles a veces prefieren el bajo perfil, a menos que pertenezcan a algún grupo ambientalista que si necesitan recabar apoyo a su causa, pues, por lo general sienten que sobre sus hombros recaen un compromiso que el resto de la sociedad se ha escurrido, o peor, que sigue siendo la excusa perfecta para el abandono reiterado. Añadamos a esto, el hecho que muchos los ven con malos ojos, ya que consideran que su buena intención, contribuye a que la población de gatos callejeros vaya en aumento.

Bajo su apariencia de placidez y holgazaneria, fuerte es la lucha que los gatos deben emprender para sobrevivir la calle. (Foto/Freddy Omar Durán)

Porque una cosa es la ternura y cuidado que desbordamos a nuestras propias mascotas, y otra la que dirigimos a animales, que si bien no viven con nosotros, si generan a muchas personas un gran sentido de responsabilidad, como seres vulnerables que son.
Así como la crueldad hacia gatos y perros, por años no tuvo la misma carga punitiva, que actualmente, en tanto en Venezuela está vigente la Ley para la Protección de la Fauna Doméstica Libre y en Cautiverio, aunque al respecto haya mucho por hacer, para que idóneamente sea ejecutada, ya que en su artículo 15 numeral 4 prohíbe expresamente el abandono; pero aún tiene asuntos pendientes con lo que corresponde a los animales en situación de calle, y la pertinencia de alcaldías y gobernaciones sobre el particular.


Muchos creen, en el caso de los gatos, que por dar muestras de independencia, poseer una naturaleza cazadora y dar muestras de gran resistencia y habilidades físicas y para la defensa, pueden sobrevivir sin la ayuda de los humanos. En realidad, como se comprueba en esos sitios de San Cristóbal, donde terminan concentrados, su dependencia a los seres humanos no desaparece.


Por mucho que sean agentes de control biológico de alimañas, escarbadores de la basura, o depredadores de aves, un cuestionable rol, lo que de sus cacerías obtiene no resulta suficiente, ni conveniente del todo para su salud: con sus maullidos, ronroneos o rondas a las viviendas siempre tendrán la manera de decirle a los humanos, que necesitan de ellos.


De otro lado la calle es cruel, y puede propinarle al recién llegado la muerte en cuestión de minutos, horas o días: un gato arrojado a ella de repente opta por una carrera desaforada que termina bajo los cauchos de un vehículo, de la que no lo salvo su natural velocidad. O pueden que no vean un nuevo amanecer si el frío se ensaña contra ellos.
No ocupan la cúspide de la cadena alimenticia: los zamuros, los rabipelados, los perros, e incluso los mismos seres humanos, pueden disponer de ellos para satisfacer el hambre, especialmente cebándose con los recién nacidos.


Los gatos callejeros no deben ser catalogados de plaga, ni su proliferación merecimiento de medidas extremas, cuando con los correctivos municipales necesarios, y la concienciación de la ciudadanía en general, ya sean propietarios de mascotas, o en vecindad con los “renegados”, se puede hacer la situación manejable, sin recurrir al extermino, o al trasplante del “problema” a otra vereda…
Campañas de esterilización masivas constantes, ya sean gratis o a un precio accesible, o un reservorio –más no un “botadero”- coordinado por personas con los conocimientos y el amor por los animales, se perfilan como soluciones idóneas, no obstante, representar un presupuesto, que ante la actual situación económica del país, que un ente municipal, regional o nacional, quisiera asumir, por mucha Misión Nevado, que exista.


La esterilización de un gato podría rondar entre los 20 y 25 dólares, mientras que un gato en peso promedio puede consumir medio kilo de alimentos procesados para esa especie a la semana, que representa alrededor de dos dólares. A esto hay que agregar las citas con el veterinario, que mínimo deberían hacerse cada seis meses, así el animal no presente signos preocupantes. Este costo se multiplica por supuesto cuando se trata de una manada.


Otra seria que San Cristóbal se convierta en ciudades como Nico, Ainoshima, Estambul, o Houtong Cat Village, lugares donde incluso los gatos son atracción turística, o termine por ser la mítica Bubasit, mas muy lejos que esto ocurra…

El nuevo en la cuadra

Entre el puente Niquitao y la escalinata San Miguel en La Ermita, los estudiantes detienen el paso en la ruta que toma de su centro educativo a su hogar. No resisten la tentación de consentir a alguno de los gatos, que han tomado posesión de un terreno donde alguna vez muchos vieron sus sueños frustrados de vivienda por los años 80, pues el complejo que allí se intentó levantar, debió ser demolido. Algunos vecinos dijeron que eran administrados por el Centro Cívico, y otros por la Alcaldía: ninguna de esas versiones fueron confirmadas.

Aunque la naturaleza se expande generosa bajo el puente Niquitado en nada la misma se identifica con un ecosistema favorable para acoger una población de gatos callejeros, que siempre va a preferir lo que la “civilización” tenga por darles, que realmente viene de parte de unos pocos y en el caso del mencionado sector de algunos animalistas que se acercan por allá y Olga Ortega Labrador y su esposo Luis Vanegas, residentes del lugar.

A pesar de que la pareja a duras penas disponen de sus menguadas pensiones, situación nada alejada de la que viven las personas de la tercera edad, para comprar alimento procesado, para una pandilla de 20 gatos aproximadamente, número que en pandemia se redujo bastante, y que en alguna ocasión superó los 80.

Y la repartición del alimento in situ debe ser puntual –tres veces al día, el desayuno apenas amanece, el “puntal” y la cena del atardecer- pues de lo contrario le llegan hasta la puerta de su casa.

Más que declararse amante de los animales, a la señora Labrador la mueve las tristes escenas de desamparo.

— Tiran las gatas paridas con 4 y 5 gatos; o enfermos, desnutridos, ver morir a esos animalitos es duro. Ni los veterinarios pueden hacer nada. A mí me ha tocado llevármelos, limpiarlos y ahí se me mueren porque ni suministrándoles la leche que los médicos les recetan, se salvan. Han llegado hasta 24 gaticos recién nacidos en una sola noche, y en una sola caja habían 8. Nosotros hacemos lo que podemos: tenemos de 70 años para arriba y más bien necesitamos quien nos cuide. —contó consternada la señora Labrador.

Cuando supo que el equipo reporteril de La Nación conversaba con ellos, el señor Vanegas recordó haber sido el uno de los primeros en tener en sus manos en primer número del diario, a trabajar en una empresa de distribución de periódicos. Incluso los vendió, al lado de otras mercancías, en una caseta ya abandonada, muy cerca de los gatos que hacen gala de una parsimonia infinita.

El señor Vanegas recordando aquel verso de Andrés Eloy Blanco, “las estrellas y los gatos no se cuentan”, admitió que las presas que viven entre los matorrales o los arbustos, o las plagas que pululan las casas no cubren suficientemente la dieta felina, y que tienen que ir de un lado a otro mendigando comida.
La señora Gloria Espitia también ayuda cuando es necesario especialmente ha tenido que espantar a los perros, que no pocas veces han participado en noches de matanza.

— Hay gente que viene de noche y sueltan los perros para matar a los gaticos. Y he tenido que corretear esos perros con agua a las 3 de la mañana, y reclamarle a los dueños — agregó Espitia con un dejo de indignación.

Ella sabe que el primer día para el nuevo inquilino resulta para este un infierno, que algunos no alcanzan ni a experimentar, pues en medio de su confusión en extraño zona se arrojan a la calle donde no pasan la prueba de los vehículos a toda velocidad. Se trata de una especie de iniciación, que si es superada con éxito, se le admite como uno más en la pandilla.

— Aquí hacen como en las cárceles, en las noches al recién llegado lo corretean, lo hacen chillar, lo castigan. Ya al otro día son amigos, como si nada. Los más pequeños el primer día, no pueden pasar la prueba del frío, cuando son asustados saltan a la vía terminando atropellados por algún vehículo — agregó.

Algunos recibieron los nombres más originales y pintorescos como Sputnik, Orejas, Carpy, Minina Petunia, Mascara, como auténticos jefes de la barriada, llegado incluso a una honorable vejez entre los 10 y 15 años.
En la calle los gatos tienen que afrontar la competencia entre ellos mismos, e incluso entre perros, u otros animales con gusto por la carroña; pero a veces la rivalidad más ardua son seres humanos en situación de mendicidad, que pueden tomar de sus mismas vasijas el agua o el resto de comida que otros les dejan.

Bajo su apariencia de placidez y holgazaneria, fuerte es la lucha que los gatos deben emprender para sobrevivir la calle. (Foto/Freddy Omar Durán)

Consejos del veterinario

Aunque no hacen juramento hipocrático, los veterinarios saben que tienen un deber tan delicado como el de los médicos, por eso no en pocas ocasiones deben atender de urgencia a gatos y perros, y para algunos esto se puede prestar para que se aprovechen de su caridad, cuando ellos son venezolanos afrontando la crisis económica como cualesquiera otros.

Consultado un profesional de esa rama que prefirió guardar su nombre, la ayuda no solo ha consistido en los primeros auxilios, pues el compromiso se ha extendido al tratamiento, e incluso la cirugía, especialmente en el caso de traumatismos por accidente de tránsito, y la rehabilitación con manutención adicional.

“La maldad es del ser humano, los animales no tienen la culpa. A uno le parte el alma al ver el estado lamentable en que llegan a veces hasta nosotros”, justificó su desinteresado proceder.
En otros tiempos de mayor solvencia, afirmó, esto se hacía sin mayores inconvenientes; incluso cuando se hacían cargo de un gato de la calle, al que lo quisiera adoptar se lo entregaba esterilizado, y con alimento para un buen rato. Pero hoy en día, considera que debería darse reconocimiento al veterinario por prestar labor social, y en cuanto tal merecería algún tipo contraprestación.

En un momento hizo un alto en su declaración para presentarnos a “Fortuna”, un apelativo nada gratuito y cargado de historia para una gata que hoy luce muy saludable.

“Nos la trajeron con 10 días de nacida con un cuadro severo de miasis: por la espalda cundían gusanos. ¿Cómo pueden botar un animalito cuando no puede comer solo? Afortunadamente, mírela, la pudimos salvar”
En contraste ha conocido de otras historias más trágicas, como la de un gato abandona por su dueña cuando se fue del país, y que regresa a las puertas de lo que alguna vez fue su hogar, sin que nadie le abra la puerta. U otras absurdas, como la de personas que mandan a vacunar a los gatos antes de ausentarse de sus vidas, para que cuenten con mejores defensas inmunológicas a la intemperie.

En concepto del veterinario entrevistado, el que a la gente le tenga cariño a los animales, no significa que los sepan cuidar.

“La gente en el Táchira quiere a los animales pero no los respeta. Usted lo consiente mucho pero cuando tiene que llevarlo a consulta, “ay, no puedo” y prefieren abandonarlo. Tener un animal no es un lujo es una necesidad.

Respetar a un animalito significa colocarle todas sus vacunas y estar al tanto de sus necesidades, de todo lo que el requiere como de su desparasitación”.

Saludó el hecho de que así como hay gente negligente, otros adoptan a los callejeros; no obstante, recomendó a quienes tengan esa loable intención, que antes sometan al gato a un chequeo pues puede tener la desagradable sorpresa de que mueran al poco tiempo de haberlos rescatados, pues en la calle el animal pudo haber adquirido alguna enfermedad.

Reconoce responsabilidades del Estado en materia de animales de la calle, en tanto estos pueden ser vectores de afecciones, como la rabia, además de que debería ser más dura la penalización para quienes los arrojen a la calle.

Insistió en que es posible un control de la población, sin medidas extremas, a través de campaña de esterilización y teniendo en cuenta de que en condiciones desfavorables, el índice de natalidad disminuye entre los gatos de la calle.

¡Quieres recibir el periódico en la puerta de tu negocio!

1 Mes

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 5% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post 1 historia

Mensual
54.000 Cop

Pago único

Suscribirse

3 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 10% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    1 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
51.300 Cop

Pago único

Suscribirse

6 meses

  • 3 Ejemplares semanales
  • Entrega gratis (Delivery)
  • Aviso impreso 2×5
  • Descuento del 20% en publicidad Digital
  • Osequio de Instagram
    2 Post + 1 historia
  • Descuento del 5%

Mensual
48.600 Cop

Pago único

Suscribirse