Regional
“Gracias a los cronistas se mantiene viva la historia de los pueblos”
27 de enero de 2020
Un Willys, amarillo, año 1953, yace como un tesoro en el patio de su casa. Con los ojos impregnados de orgullo comenta que mucha gente le ha ofrecido grandes sumas de dinero por su automóvil, sin embargo, Edilberto Rodríguez Quintero proyecta para éste otro destino: “quiero que sea como una pieza de museo, cuando yo ya no esté”.
Raúl Márquez
A sus 82 años, una esposa y ocho hijos, relata, con vehemencia y sencillez, la historia de San Rafael de El Piñal, pueblo ubicado en el sur del estado Táchira, capital del municipio Fernández Feo. Su conversación es febril, por momentos repite datos o se concentra en detalles que parecen no tener importancia, pero que al cabo conecta con nuevos episodios y anécdotas.
Aunque nació en Río Frío, cerca de San Cristóbal, desde niño se crio en La Ceiba, una aldea agropecuaria ubicada en el piedemonte andino, en la llamada “puerta del llano”, entre Táchira y Apure, a unos 800 kilómetros al occidente de Caracas. “Cuando era apenas un niño de unos diez años, solía acompañar a papá a la ciudad de San Cristóbal; entonces la travesía duraba un día de camino a pie”, precisa con expresión de quien se asombra por su propia experiencia.
En cuanto a su rol como cronista, sostiene que es una gran responsabilidad que asumió desde muy joven, mientras era testigo y protagonista, junto con los fundadores del pueblo, de las primeras luchas, los primeros proyectos urbanísticos relacionados con los servicios públicos y las vías terrestres de comunicación.
Preservar la memoria de los pueblos
“Recuerdo que con el apoyo de las autoridades del Ministerio de Sanidad erigimos el primer centro médico. Luego construimos la primera escuela, de modo que lo que íbamos soñando lo llevábamos a la realidad, gracias al esfuerzo conjunto que hacíamos. Contar lo que ocurrió es la función que desempeñamos los cronistas. Tenemos el deber de mantener viva la memoria de los pueblos”, señala.
Mientras ofrece datos y rememora momentos importantes en la evolución del municipio, los ojos de Edilberto adquieren un brillo triunfal, a pesar de las cataratas y los achaques de la edad.
Asimismo, comenta orgulloso que suele ser invitado por las instituciones educativas para compartir con las nuevas generaciones parte de su conocimiento y el sin fin de episodios vividos en el proceso histórico de la comunidad.
“Siempre le doy gracias a Dios por haberme impuesto esta tarea de resguardar para las nuevas generaciones lo que ha sido la hermosa historia de nuestro querido pueblo. De hecho, ya tenemos listo nuestro libro al respecto, que espero sea publicado muy pronto, y así quienes quieran conocer los inicios de San Rafael de El Piñal, puedan hacerlo”, indica, mientras sus pasos lentos, apoyados en un viejo bastón, recorren las áreas verdes de su casa, tras despedirse con una sonrisa franca y generosa.