Regional

Hace 40 años, una leona Aterrorizaba en las montañas tachirenses

17 de febrero de 2020

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Hace un poco más de 40 años, una leona hizo de las suyas por los sectores rurales de San Cristóbal y el Oso, animal este que, a diferencia de la supuesta manada protagonista de las noticias de actualidad, tenía un origen definido: un frustrado proyecto de zoológico en predios cercanos a la Universidad del Táchira.

El dato

La idea del zoológico, donde hoy está el Jardín Botánico de la Unet, nunca se concretó, envuelta en el descuido de sus promotores y la mala suerte, compartió el periodista Hernández. Venados que iban a vivir allí murieron envenados en el camino por el monóxido de carbono; los leones y otros animales que se trajeron solo conocieron el hambre, y no les quedó más remedio que escapar.

Lo que ocurre en San Juan de Colón no representa la primera vez que un animal salvaje ha aterrorizado a la población rural del Táchira.

Hace un poco más de 40 años,una leona hizo de las suyas por los sectores rurales de San Cristóbal y el Oso, animal este que, a diferencia de la supuesta manada protagonista de las noticias de actualidad, tenía un origen definido: un frustrado proyecto de zoológico en predios cercanos a la Universidad Nacional Experimental del Táchira.

Fue precisamente el periodista Armando Hernández el encargado de hacerle seguimiento a la información que comenzaría a copar titulares de Diario La Nación, desde el mes de noviembre de 1979, aunque ya dos meses atrás había escapado de su cautiverio.

En ese entonces, ni Paramillo ni el Oso habían sido tocados por el urbanismo, como si se ve hoy en día, y prácticamente estaban ocupados por haciendas de producción agropecuaria. Sin embargo, curiosamente, Armando Hernández nos comentó que una de las fincas que tuvo que visitar permanece hoy en día, tal y como la conoció en el pasado.

En un principio se le llamó “Mansa leona”, pues por el hecho de nacer en cautiverio, y prácticamente estar entre humanos, reconocieron en ella un dulce carácter. Pero el instinto y el hambre despertaron su lado salvaje, arremetiendo contra cuanto animal estaba en su camino; incluso se habló de un intento de agredir a un niño.

En esa época, los secuestros a los ganaderos y los accidentes de avión se constituían en las noticias merecedoras de destacados lugares dentro de las entonces llamadas páginas rojas; en tiempos en que la agenda noticiosa era relativamente tranquila, el hecho de que estuviera una leona suelta sacudió a la opinión pública.

En uno de los primeros reportes, el 22 de noviembre, se confirmaba que la leona había devorado un toro padrote, una camada de cerditos y aves de corral. Incluso, la presencia de la voraz criatura sembraba la intranquilidad entre los animales que aún no habían sido atacados, y solo pensaban en salir de sus corrales.

La noticia fue divulgada con una carga de denuncia, pues ante lo ocurrido, el Concejo municipal supuestamente permanecía indiferente, amén de que a otras responsabilidades les correspondía, frente a un fallido zoológico que se iba a levantar en el área de lo que es hoy el Jardín Botánico de la Unet.

No se concretó la idea

Fue una idea que nunca se concretó, envuelta en el descuido de sus promotores, y la mala suerte, compartió el periodista Hernández. Venados que iban a vivir allí murieron envenados en el camino por el monóxido de carbono; los leones y otros animales que se trajeron solo conocieron el hambre, y no les quedó más remedio que el escape. Entre los que se dieron a la fuga, había una gran diversidad de serpientes y aún se dice que esa zona, por este motivo, está plagada de ellas.

Aunque fue una leona la que despertó el temor entre los campesinos; se dice que podría haber allí hasta 6 especímenes más, de los cuales los otros cinco permanecían encerrados, y algunos de ellos eran los padres de la renegada.

Que estos tuvieran relación con los de Colón, resulta muy difícil, por las lejanías de las montañas; además se sabe que estos animales han sido negociados de modo furtivo para colecciones privadas, y en Colombia; mientras que otros han sido antaño soltados por circos. Optar por cazarlos, pese a su innegable peligrosidad, hoy en día no parece lo más conveniente, pues el león africano se considera una especie en vías de extinción.

Se prendieron las alarmas

Para diciembre de ese año el escándalo fue mayúsculo, y Diario La Nación, a una página entera,reseñó los estragos que estaba causando la leona: sus huellas en el suelo y un animal herido, mostrado por su dueño, parecían ser pruebas irrefutables de su existencia.

El 5 de diciembre se prendieron las alarmas, cuando se supo que un joven de 14 años, Cristóbal Carrero Contreras, estuvo a punto de ser banquete de la fiera, de no ser por una yegua que entregó su vida por la de su amo. Sus movimientos excitados pusieron en guardia al adolescente,que pudo correr y resguardarse. Pero no fue el único en peligro de ser molido por las potentes garras y dientes del felino, Justo Merchán también declaró haber sido perseguido por el depredador.

Cuenta el periodista que para la época. Paramillo y el Oso, para entonces locaciones rurales, parecían pueblos fantasmas, pues la gente prefería resguardarse en sus casas. antes que exponerse al peligro. Estamos hablando del tiempo cuando en muchas casas de las zonas rurales no existía la televisión, y el mayor entretenimiento de los niños era incorporarse a muchedumbres de compañeritos en la calle para jugar a la manera tradicional e inocente, sin tampoco los acechos de la inseguridad: encerrarlos en la casa debió haber sido para ellos un trauma mayor.

Los productores agropecuarios se quejaban de las graves pérdidas que el hambre insaciable de esa fiera les acarreaba. Preguntaban que quién les iba a cancelar por los animales de granja sacrificados. De otro lado, aunque estaban dispuestos a ir a la cacería de la leona, temían que a la larga terminaran cobrándoles por ella, ya que el municipio supuestamente había hecho una inversión en ella, calculada en 4 mil bolívares.

Pronunciamiento oficial

El único pronunciamiento oficial al respecto vino de las entonces Fuerzas Armadas Policiales del Estado (Fapet, nombre con el que aún se nombra a cierto sector de San Cristóbal).El entonces comandante de ese órgano de seguridad,Helímenas Lizcano, afirmó que se estaba en búsqueda del animal por un territorio boscoso y de difícil ingreso, especialmente por los predios de la hacienda La Esmeralda, una de las más afectadas. Si bien la intención primaria era rescatar sano y salvo al animal, la misma se estaba dificultando pues al parecer este era inmune a los dardos somníferos. Pero afirmaba el funcionario que si se hacía necesario el sacrificio, este procedería.

De lo que haya sido el destino de la leona, se debate en una serie de especulaciones, lo cierto es que por un gran lapso de tiempo permaneció en la mayor de las soledades, en un neblinoso paraje que en muy poco se parecía a las sabanas africanas de su origen; pues muy poco probable es que se haya encontrado con un semejante para fundar una nueva generación de leones en tierras tachirenses. O tal vez, una bala asesina acertó en su objetivo, y arrastrándose haya dado con su cadáver a una tumba de alto monte y flores silvestres.

Otros leones famosos

Pero antes de que viniesen al Táchira a sembrar el terror en los parajes rurales, otros leones vinieron en forma de arte para engalanar la cuna de Cipriano Castro, quien como triunfador de la Revolución Restauradora y presidente de la República ofreció un regalo que, más que un grupo escultórico, es casi un símbolo de la gallardía y emprendimiento del pueblo tachirense, dispuesto a luchar por lo que se propone denodadamente.

Coronan el conjunto arquitectónico de la Casa de Mercado de Capacho, construido entre 1906 y 1907, y están fundidos en bronce, en el blog Experiencia Arte, “los leones, de proporciones y tamaño que reproducen la escala natural de un león (propio del naturalismo decimonónico, con detalles precisos como la forma y amplitud de sus guedejas), fueron fundidos en dos secciones cada uno y de altura ajustable”.

Según la inscripción o marca en su basamento, son una obra de fundición de Maurice Denonvilliers (1848-1907), uno de los más altos representantes de la metalurgia francesa de fines del siglo XIX. Es importante acotar que la escultura ornamental decimonónica de leones en los países del sur de Europa y Francia, retroatrae o converge en su origen en los modelos de león esculpidos por el artista renacentista Flaminio Vacca o Vacchi (Roma, 1538 – Roma, 1605)”.

En torno a los leones hay varias leyendas, una que dice que Cipriano Castro ordenó directamente la elaboración de los leones a artistas parisienses; mientras que otra dice que los mismos ya existían desde la época de Guzmán Blanco. Lo cierto es que fueron cargados a lomo de mula y en carretilla desde la ciudad de Caracas, lo que debió significar que tuvieron que recorrer un largo y tortuoso camino de meses.

También hay un palacio para ellos…

Simbólicamente, el León representa el Poder, la protección, el donaire e incluso la arrogancia: era el signo astrológico del presidente Chávez, un fiel representante del mismo.

Pero a la vez como puede ser una criatura protectora de sus cachorros; puede resultar un voraz depredador, algo así como la clase política.

Es por eso que los leones también han quedado inmortalizados en San Cristóbal, en una de sus más conspicuos Templos del Poder: El Palacio de los Leones, hoy en día residencia del Legislativo regional. Fue inaugurada en 1931, representando para ese entonces la edificación de mayor jerarquía, durante un período de auge de las grandes arquitecturas.

Ha cobijado tanto la administración municipal y regional, y si bien iba a prestarse provisionalmente al CLR, luego de un  misterioso incendio que destruyó su sede en el Centro Cívico, en la actualidad, sigue siendo un intenso campo de actividad política.

Al contrario, de lo que ocurre en la Plaza de Mercado de Capacho, esos leones están cerca del cielo y no a ras de tierra.  Como podemos leer en la página web del IAM Venezuela, los dos leones están “en posición heráldica de detenidos en guardia (statant guardant), al estilo o moda italiana del siglo XVI y XVII, como fue el caso de la Loggia dei Lanzi en Florencia (Italia)”. Al parecer fueron hechura del escultor Jesús Uzcátegui, pero hay dudas de esta autoria.

En la página leemos que “Los leones rugientes del palacio, que preceden desde la altura de los ángulos superiores de la edificación el acceso al atrio y con unas medidas de 1,50 x 1,83 m cada uno, responden a un tipo de escultura por modelado muy esquemática o simplista, que tiende a representar solo los rasgos más significativos del animal, sin entrar en el detalle o la precisión naturalista, sino más a la linealidad esquemática o geométrica como se observa en las formas dadas a las guedejas, la mandíbula o las dimensiones craneales. Por igual, las esculturas están desprovistas de todo figurativismo -de inspiración clásica y mitológica- y sin un determinado acento, dramático o expresivo”.

El Palacio de los Leones parte del gran proyecto civilizador del “dictador local” el temible Eustoquio Gómez, y su levantamiento tomó varios años. Ese hecho y otros más, han envuelto al edificio en la leyenda, algunas muy tenebrosas, pues se dice que desde este edificio se construyó una red de pasadizos subterráneos, utilizados tal vez para movilizar “presos políticos”.

Sea como sea, aunque los leones parecían unas criaturas exóticas pertenecientes a la mitología o las estepas africanas, y llegaron al Táchira, y fueron respectados en su aspecto simbólico, terminaron por habitar entre nosotros, para inspirarnos tanto admiración como pánico. (FOD)

Freddy Omar Durán

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