No se extrañe de ver hoy en cualquier medio una noticia interesante y, luego de leerla, al final le dicen que es falsa: Disculpe, pero “cayó por inocente”. Hoy, precisamente, es el día que recuerda la presunta masacre de bebés menores de 2 años en Belén, ordenada por Herodes, tratando de deshacerse del Niño Jesús.
Humberto Contreras
“Caíste por inocente”, seguido de carcajadas, puede ser una de las primeras frases que muchos escucharán temprano este lunes. Y seguramente, durante todo el día, los incautos, confiados, desprevenidos o, mejor, inocentes, la seguirán escuchando, algunos más de dos veces.
Es que, este lunes, es el Día de los Inocentes, una celebración medio pagana y medio religiosa, pero más que todo popular, que conmemora la supuesta matanza de criaturas menores de dos años de edad, ordenada por el rey Herodes, de la cual, según historiadores, no hay evidencia que permita creer en su veracidad.
La idea de la celebración es jugarles bromas a familiares, amigos, compañeros de trabajo, en general personas desprevenidas, bromas que son perdonadas por la fecha, siempre y cuando no sean muy exageradas, de mal gusto u ofensivas. Además, no toda persona está dispuesta a aceptarlas.
Los primeros en caer por inocentes, como se dice, normalmente son los bebedores matutinos de café. En su propia casa. Una tacita de café sin azúcar, es suficiente, para que, después de probarla y arrugar la cara, le disparen la frase: “caíste por inocente”. Y toca reírse, porque no hay más que hacer. Además de empezar a maquinar la dulce venganza.
En la mente de quienes hacen la broma, está también la frase que se ha hecho popular, y que produce satisfacción al decírsela al “engañado”: “Inocente palomita que te dejaste coger, sabiendo que, en este día, nada se puede creer…”
Otras bromas “inocentes”
Vale también aprovechar que una persona está siempre pendiente del reloj de pared, para, en un descuido, cambiar la hora, adelante o atrás. La sorpresa se completa cuando la víctima muestra su extrañeza por la hora, y se le canta el “caíste por inocente”
Otra opción es poner en el piso, en un sitio donde pase mucha gente, una moneda pegada con buena goma, o un billete amarrado a un hilo bastante fino. Más de uno intentará recoger el dinero, y es sorprendido tratando de agarrar la moneda o recoger el billete, el cual debe ser halado rápidamente. Pero si logra despegar la moneda o agarrar el billete, se puede anotar a pérdida.
También se puede decirle a la víctima escogida, que alguien importante lo busca, o lo llama por teléfono, sin ser cierto. O decirle que su carro tiene un stop averiado. Señalar hacia un sitio donde no hay nada importante, para que el curioso mire, así cae por inocente.
Enviar un mensaje de texto o de voz a una persona conocida, notificándole una situación o noticia falsa, siempre y cuando no cause daño o impacto negativo a la víctima. Entregar un supuesto regalo a la persona, que, al desenvolver, encuentra que no hay nada dentro, En fin, son muchas las formas de aplicar esta práctica inocente, que hace pasar un buen rato de distracción entre familiares y amigos.
El origen de la conmemoración
El Nuevo Testamento (Evangelio de San Mateo) cita al profeta Miqueas, quien en el siglo VIII a.C., habría anunciado la llegada del «rey de los judíos», indicando además que nacería en Belén.
Para la fecha del nacimiento de Cristo, Herodes I el Grande, era rey de Judea, Samaria, Idumea y Galilea, y se caracterizó por ser inclemente con sus enemigos, a quienes eliminaba sin piedad.
Herodes se enteró de que los Magos de Oriente viajaban en busca del Niño, a quien se calificaba ya como el rey de los judíos. Invitó a los viajeros a palacio, y les pidió que le informaran el lugar donde había nacido el Mesías, pero los Reyes Magos no lo hicieron, por lo que Herodes se sintió traicionado.
Temeroso de ser destronado, como decía la profecía, decidió buscarlo para evitar que el futuro rey creciera. Así que ordenó a sus guardias matar a todos los bebés menores de 2 años que hubiese en Belén. El niño Jesús logró salvarse, pues sus padres habían huido gracias a que un ángel enviado les advirtió del peligro y les pidió que se fueran a Egipto.
De este evento no se tiene certificación histórica o científica, pero de la celebración del Día de los Inocentes, refiriéndose como inocentes a las criaturas supuestamente muertas en la masacre, se puede decir que es bastante antigua, ya que el rezo y la fecha del Día de los Santos Inocentes se encuentran en el Sacramentario Gregoriano, cuya recopilación se hizo a finales del siglo VIII, hace mucho más de mil doscientos años.
¿Por qué las bromas?
En torno a la costumbre de hacer bromas, algunos autores afirman que la causa es el hecho de que el Día de los Santos Inocentes se fue asociando con la pagana Fiesta de los Locos, la cual se realizaba entre Navidad y Año Nuevo durante la Edad Media, con rituales de cosecha y de fertilidad, hasta que la Iglesia mezcló ambas costumbres populares en lo que se denominó el Día de los Santos Inocentes, con fecha del 28 de diciembre.
Derivada de esa historia, en muchas partes del mundo se celebran hoy festividades populares vinculadas con la idea de los locos. Solo por hablar de nuestro país, debemos recordar que en el estado Lara se celebra la Zaragoza, con oraciones y bailes acompañados de conjuntos musicales.
El Mono, en Caicara de Maturín, un rito indígena que es un baile al cual se va añadiendo en fila a la población; el guía es un personaje vestido de mono. Luego van a misa y, al terminar, los músicos y el mono bailan e invitan al público para que brinque o camine en un solo pie.
En Mérida, Trujillo y Portuguesa, se realiza la Fiesta de los Locos y Locainas, en la que un grupo de personas se viste con trajes cortados en pedazos, y cubren sus rostros con máscaras, mientras que en el estado Falcón, la fiesta es Los Locos de La Vela, en la cual todos se visten de mujer y desfilan en las calles llevando máscaras.
No son las únicas celebraciones este día en Venezuela. Hay otras más en La Guaira, en Miranda, y otras regiones, todas las cuales son una mezcla de la Locainas y los Inocentes.