Regional

Incertidumbre en la vereda 8 de La Popa por arrastre del talud

2 de agosto de 2025

Freddy Omar Durán

Incomunicados y con viviendas a las que a duras penas se accede por trochas improvisadas o lo que queda de antiguas vías, y cuyos servicios básicos como energía eléctrica, agua y alcantarillado se han ido reestableciendo con muchos esfuerzos, viven los habitantes de la vereda 8 de La Popa.

Sin embargo, los deslizamientos de la semana pasada, que dejaron una ancha y profunda grieta, siguen amenazando con completar su faena destructiva y ampliar el saldo de damnificados.

Casas en cola para venirse abajo, y otras de cara al talud, trochas estrechas al borde del barranco y otras que con la más mínima lluvia se transforman en barro, tuberías de aguas blancas serpenteando sobre terrenos inestables colocadas para suplir la emergencia, postes de energía de pie por la magia de la física, y aguas negras de variados colores al aire libre dependiendo del desagüe de las viviendas…

Todo un panorama preocupante para quienes habitan a diario allí y sencillamente no han tenido opciones de mudarse a otro lugar, opciones que para otros no hubo, o si fue inevitable la mudanza con lo poco que tenían, pasando a convertirse en arrendatarios cuando alguna vez creyeron que contaban para toda la vida con una vivienda, o ser recibido bajo el techo de otro familiar o de un alma generosa, de las que no tan fácil resulta encontrar.

La Popa ha sido un asentamiento humano centenario, de vocación agrícola, e incluso algunos de los que están situación en riesgo o incluso han sido desalojados han sido personas de la tercera edad que nacieron, se criaron y formaron familia en un lugar envuelto en inspirador paisaje, inserto en una naturaleza tan generosa como implacable cuando el ser humano no la respeta.

Hace 17 años la señora de la tercera edad Rosalba Belandria tuvo la mala fortuna de perder su vivienda por un deslave en el sector. Frente a la única pared que queda en pie, mostró su preocupación de que más vecinos corran su suerte, y hasta ella misma teme volver a sufrirla de pasar lo mismo, aun cuando resida actualmente un poco más arriba de la vereda 8.

–Era una casa bien hecha, que lamentablemente perdimos. Yo me crie aquí y quiero esto. Me duele cómo están mis vecinos ahora, gente que trabaja en San Cristóbal y deben ir y venir por lo poco que hay de regresiva, y han sido nativos de aquí— contó con tristeza la señora Belandria.

Aunque la fuerte temporada invernal del presente año ha sido señalada directamente en su responsabilidad de los deslizamientos, los vecinos de la vereda 8 de La Popa han señalado la debilidad de una tierra ahogada con aguas negras y botes de aguas blancas, rodadas montaña abajo, y que –aseguraron- se acumulan –junto a las lluvias- en profundas “vetas”.

20 familias son las que han resultado más gravemente afectadas, distribuyendo el aislamiento en dos bloques, uno de ellos entre dos zanjas profundas, una de casi tres metros de profundidad y un ancho en su punto más crítico de 60 metros. A los pies de esa zanja se localiza otro conjunto de casas que solo cuenta con el acceso de lo que alguna vez fue una regresiva, por la que incluso bajaban vehículos, y ha representado su única entrada y salida. En negro humor, uno de los vecinos que acompañó al equipo reporteril de Diario La Nación soltó que se había trasladado el “Paso del Darién” a su comunidad.

Los organismos oficiales se hicieron presentes en el lugar de la emergencia: Corpoelec volvió a templar el cable de alta tensión para poner fin a un apagón de tres días. Hidrosuroeste donó 100 metros de tubería de una pulgada para reemplazar el que se puso provisionalmente, y que con la mano de obra comunitaria se instalará en condiciones más seguras. Con las aguas negras ya el asunto es más crítico, con varios tramos de tuberías de 8 pulgadas arrasadas, alguna salvada y reinstalada. Pero se necesita un poste para sostener la línea de transmisión eléctrica y está peligrosamente ladeado, así como unas guayas, elementos que los habitantes del sector quisieran que, ya sea por particulares u organismos oficiales, les sean donados.

–En las noches es más crítico, con una linternita pasando por la trocha, cuidando de no caernos. Algunos tenemos por donde salir, pero más abajo del barranco van a quedar totalmente aislados. Estamos en espera a ver de qué manera los organismos nacionales, municipales y regionales pueden colaborarnos. Hace años habíamos sufrido un deslave similar y pedimos ser reubicados, porque ya esto es irrecuperable— afirmó Pascual Murillo, vecino de la parte baja de la vereda 8 en La Popa.

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