Regional

Ingrávidas ovejas sobre el firmamento del arte

11 de septiembre de 2024

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Freddy Omar Durán

La simbología de la oveja no se agota, y de esa infinita fuente de significados se ha alimentado por más de dos décadas la obra de Annie Vásquez -o de AVE-, que este mes de septiembre ocupa el principal espacio expositivo de San Cristóbal en el Ateneo del Táchira.

Pero antes de sumergirnos en Balidos al Viento, el espectador debe hacerse la pregunta: ¿Quiénes son las ovejas? Y a partir de esa respuesta podemos tener un acercamiento más profundo a esta retrospectiva.

Pero la oveja no solo constituye un elemento que funcione simbólicamente de modo aislado: nos dice que todos los elementos en los cuadros y piezas acometen igual propósito. Igual rasgo característico apunta a una ironía que desafía a los conformismos estéticos, y con inclinación a la advertencia ecológica.

Comentó AVE que “el símbolo de la oveja está tomado de distintas formas, desde lo religioso, desde la polémica alrededor de la genética. Me ha gustado mucho trabajar la clonación, a partir de la referencia a Dolly, la primera oveja clonada, en 1997, y desde ese año retomé esa línea de investigación. Hay cierto sentido social, con relación al rebaño, y la dualidad, porque todos tenemos algo de lobo y oveja”.

Desde los comienzos la obra de Annie Vásquez ha cobrado profundidad, y ha contado con una factura estética cuidadosa y pulida, muy ajustada al mensaje que nos quiere transmitir, mas no por ello sus méritos se restringen a la proclama o el concepto, y por tanto, cada mirada la puede consumir a su gusto, y no poco obtendrá de ello. De esa manera, sería injusto hablar de evolución, aunque ciertamente lo más reciente no teme a la mancha, no teme despojar al blanco de la pureza.

“Me gusta trabajar pensando en el material: si tengo la lana de oveja no me gusta teñirla, ni intervenirla, y se le dejan los colores que ella naturalmente trae. Igual me pasa con la madera; tal vez hay algunos tratamientos de pulitura, pero me gusta dejarla rústica como la consigo”.

Lo que se muestra corresponde a una de sus líneas de trabajo, entre las cuales un factor de cohesión lo representa cierto minimalismo y una economía de recursos, en la maximización de su aprovechamiento.

Como se explicó el día de la apertura, la curaduría fue una labor conjunta entre la artista tachirense y Oswaldo Barreto, que si bien se sometió a un plano a partir del espacio expositivo, que los avatares fueron modificando, algo normal teniendo en cuenta la naturaleza humana y orgánica del arte.

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