Regional

La custodia de la tumba de Anunciación

16 de octubre de 2019

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La creencia popular le atribuye “milagros” a Anunciación

Armando Hernández

Gladys Gómez es la albacea del nicho, que cuida con respeto y dedicación. En esta tumba están los restos de quien murió víctima de la violencia doméstica, en 1944

Anunciación Orduz de Ochoa es el más emblemático de los personajes a los cuales se venera en el Cementerio Municipal de San Cristóbal, estado Táchira, por sus presuntos dotes “milagrosos”, por lo que diariamente una gran cantidad de personas visitan su tumba, bien para solicitar algún favor o para agradecer lo que consideran ha sido una solución por la intercesión de este ser del más allá.

Gladys Gómez es la albacea del nicho, que cuida con respeto y dedicación. Está allí desde hace nueve años, cuando su progenitora, que era la encargada de tal tarea, en su lecho de muerte le encargó cuidar y no abandonar nunca la tumba de Anunciación.

Para esta familia, todo empezó hace más de cincuenta años, cuando su padre, que trabajó como sepulturero en el Cementerio Municipal de San Cristóbal, tomó parte en la exhumación de los cuerpos enterrados en uno de los cuarteles que estaban copados. Entre los féretros estaba la urna de madera con los restos de esta mujer, que en un hecho de violencia doméstica fue asesinada a puñaladas, la noche del 11 de julio del año 1944.

Empieza la veneración

Según cuenta Gladys, Valduz Ochoa fue sepultada en tierra y, cuando la sacaron, su cuerpo estaba incorrupto. Esto impresionó muchísimo a los sepultureros y de inmediato la volvieron a enterrar.

La noticia corrió rápidamente y la gente llegó, para dar inicio a esta leyenda urbana que se ha mantenido por más de medio siglo, una veneración que se inició hace seis décadas, según nuestra declarante, que está próxima a cumplir 79 años de edad.

—En esa época yo contaba con apenas ocho años

-recuerda-, y por el trabajo de mi padre, José Hilario Márquez, desde muy niños frecuentábamos el camposanto—. Confiesa que ha rendido gran cantidad de entrevistas a periodistas, profesores, historiadores, investigadores, estudiantes y hasta religiosos, y todos quieren saber lo mismo, detalles sobre el personaje. A todos les ha contado la misma historia, la manera como ocurrieron los hechos que desencadenaron la muerte de Anunciación, en el sector Quinta Villasmil, en Barrio Obrero, concretamente en la carrera 18 entre calles 8 y 9. Su vida terminó en el mismo lugar, donde fue construida una capillita en su honor y donde también se le rinde tributo.

Anunciación era colombiana, natural de Bucaramanga, contaba con 56 años de edad y trabajaba en un principio fabricando tabacos. Murió a manos de su marido, Luis Ochoa, un beodo del Cantarranas, en el barrio Lourdes, quien la mató a puñaladas en un arranque de celos, cuenta Gladys. La misa de cuerpo presente fue oficiada en la iglesia Coromoto y el servicio funerario que se le prestó era considerado, para la época, como de sexta categoría, explicó luego.

Favores y no milagros

Dice nuestra informante que no es correcto atribuir “milagros” a las ánimas, porque eso no es así. “El único que hace milagros es Dios; estos son favores a personas necesitadas y allí está la gran diferencia -aclara-. Las personas vienen aquí por diferentes motivos y piden por los niños, salud, estudios, casas, carros.

Confiesa que ha visto cosas extraordinarias que le han puesto a pensar, y considera que todo se debe a la fe y la gran devoción con que se hacen las peticiones.

“Una vez llegó un señor y me preguntó cómo hacía para una petición a Anunciación, porque él no sabía rezar. Le respondí que lo hacía los siete lunes, y me da cualquier cosita. Notó que tenía problemas con mis lentes y me dijo: ‘si las ánimas me ayudan con lo que estoy pidiendo, le mando a hacer los lentes nuevos’. Tiempo después regresó muy contento y cumplió su palabra”.

—Otro día llegó un señor desesperado, llorando. No le pregunté por respeto a la condición en que se encontraba, en crisis, pero me contó que estaba pasando por un mal momento porque su mujer se había marchado, dejando el hogar y llevándose a los niños. Le dije: Venga y le hago los siete lunes y ella lo va a ayudar. Al tercer lunes vino feliz y me contó que estaba enfermo, con una fiebre alta, solo y abatido, cuando llegó la mujer con los niños.

Gladys dice que hace novenas a cualquier santo, rosarios, lo que la gente solicita, pero es necesario que la petición o pedimento se haga con fe. “Cuando me preguntan por el monto a pagar, les digo que hagan una obra de caridad y no traigan placas ni nada, porque se las roban”.

—Esto está muy difícil. La inseguridad es grande y hasta las estampitas y velitas que tengo para vender me las han robado. Mire -mostrando el local donde está la tumba de Anunciación-, esto estaba lleno de placas y se las robaron para fundirlas. No vale la pena traer una placa, para que se la roben, es mejor hacer una obra de caridad a nombre del ánima que ha ayudado.

Por último, comentó que los tiempos han cambiado y la afluencia de personas ha disminuido. “Esto antes era full, especialmente los lunes, día de las ánimas, pero ahora por la situación ha bajado”. Finalmente recordó que ese lugar se quemó por completo en el año 2005, debido a que “un borrachito que dormía aquí les metió candela a unos papeles para que no le picaran los zancudos. Esto se prendió y quemó casi por completo. A fuerza de ayuda por parte de la gente y uno u otro donativo, se ha logrado reconstruir, gracias a Dios”.

Armando Hernández