Regional

“La Nación” es una marca de los tachirenses

21 de diciembre de 2018

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Yo, que por fortuna y por dejar el temor al desarraigo, me marché por un tiempo a conocer otros mundos –léase otros estados del país  para ejercer el periodismo-, puedo decir con absoluta certeza que Diario La Nación es una marca de los tachirenses.

Decir La Nación es decir Táchira. Es hablar de periodismo impreso. Es sinónimo de acompañamiento a la hora de despertar y a la hora del desayuno. Es la escuela donde muchos, muchísimos, aprendimos a trabajar y amar el periodismo desde los talleres untados de tinta y luego en las rémington y en los teletipos y en los pc  hasta llegar a los tiempos actuales donde predomina internet, las redes sociales, los teléfonos inteligentes, la web. En fin, Diario La Nación resume lo que Gabriel García Márquez denominaba el portentoso desarrollo tecnológico del siglo XX y los tiempos posteriores. 

Allí, en el edificio de La Concordia y en la filosofía que el rotativo practica, vimos crecer mucha gente. De sus talleres, muchos pasamos a la Universidad y regresamos a la redacción. Pero otros salieron  a la universidad y regresaron al departamento administrativo o al área de publicidad o a las gerencias. Otros no regresaron pero igual se formaron en el periódico y el periódico les proporcionó las alas para viajar a otros territorios que cada quien se fue regalando de acuerdo con su imaginación, su inventiva, su capacidad o sus sueños. Todos ellos, igual que yo, seguramente estarán muy agradecidos con Diario La Nación y lo que el rotativo significa para nuestras vidas.

Vi, por ejemplo, a un pregonero que terminó siendo ingeniero. A una transcriptora de texto que se graduó en matemáticas y muchos, muchos otros casos. En mi caso, se trató de un montador de textos que se fue a la universidad y estudió con una beca del periódico y regresó a realizar sus pasantías en comunicación y luego se hizo reportero y luego Jefe de Información, gracias a la confianza que le ofrecieron José Rafael Cortés, Ramsés Díaz León y Marcelino Valero. Mi formación y mi tránsito por Diario La Nación me abrió todas las puertas para ejercer en Barinas, Trujillo, Portuguesa, Mérida, Monagas y parte del oriente del país. Pero supe de infinidad de casos de hombre y mujeres que laborando para Diario La Nación, educaron y criaron a sus hijos, construyeron lo que hoy es su hogar gracias a su trabajo y al apoyo financiero y humano de José Rafael Cortés y doña Gloria Niño de Cortés. En una palabra, en esta empresa periodística labraron su futuro.

O como el caso de Jaime Botero Ángel,  un opita que contribuyó y de qué manera al nacimiento y consolidación del periódico. Él fue uno de mis tantos maestros. Gracias Jaime por sus libros (El Péndulo de Foucault, entre otros) y sus consejos. O como Ramsés Díaz León que hizo reporterismo de a caballo, o Tiberio Martínez que me dio muchas lecciones de periodismo y muchas lecciones de vida o  José Mardonio González a quien leía todos los lunes zapateros para ver si aprendía algo de su elegante escritura o Antonio Ruiz Sánchez a quien disfruté mucho porque hacía de la escritura un ejercicio sublime, casi similar al vuelo alto y exigente de los pájaros. O al “Gocho” Guerrero Pulido, que escribía corto y punzante. Todos ellos y muchísimos otros merecen un recuerdo en este momento de la debida celebración.

A Don José Rafael Cortés todos mis agradecimientos. Él me abrió las puertas del Diario para ganarme la vida en los talleres como montador de textos. Formamos juntos una complicidad que me permitió graduarme de periodista. Él puso la beca y yo puse las notas para obtenerla. No dudó en darme la oportunidad, como a muchos, para hacer mis pasantías en el rotativo y cuando llegó el momento, antes de lo que yo esperaba, me ofreció la jefatura de Información del periódico. No lo dudé. De ahí en adelante me bastó el nombre de La Nación como carta de presentación para deslizarme por el país ejerciendo el periodismo. Ahhh, olvidaba decir que mi primer vehículo fue un Fairmont amarillo, ya viejito que me financió Don José Rafael Cortés. Un gran abrazo a este hombre que puso todo su talento, sus ahorros y su esfuerzo para pasar de La Hora a La Nación, rotativo este que hoy cumple 50 años de ejercicio periodístico al servicio del Táchira y el país.

Como hay que finalizar este breve recorrido por la historia y la gratitud, termino diciendo que el Diario cumpleañero, La Nación, es el referente del Táchira, pero es también el producto de hombres y mujeres que tuvieron la virtud de mirar lejos y caminar despacio para poder llegar al momento crucial: Celebrar 50 años de historia productiva y ejemplar. Muchas felicitaciones a José Rafael, allá arriba y a todos los que hacen el Diario, a diario. Mucha vida…muchas tortas…muchas otras celebraciones. 

Misael Salazar Flórez

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