Julio Gutiérrez, más de seis décadas dedicado a la belleza
Norma Pérez
Decenas de fotografías de jóvenes sonrientes, donde se cuela el rostro de alguna celebridad, cubren las paredes del establecimiento de Julio Gutiérrez. La mayoría de las imágenes son de candidatas que, otrora, lograron coronarse reina de las Ferias de Rubio, San Sebastián o el Carnaval de la Frontera.
Esas paredes narran la historia de este estilista que durante casi cuarenta años se dedicó a trabajar en concursos de belleza con los mejores resultados. Hasta su peluquería de Rubio llegaban de otras latitudes las aspirantes a solicitar sus servicios, porque sabían que se anotaban a un ganador.
“Mi aprendizaje comenzó a los once años de edad con un inmigrante italiano que se estableció en Rubio, Ángel Angerami; el primer estilista que hubo en un pueblo donde solo existían barberos en esa época. Mi maestro y amigo entrañable. Después fui creando mis propios estilos y culminé mi formación en la academia de Federico Capozzi en Caracas”.
Su primer salón de belleza estuvo ubicado frente a la plaza Bolívar de Rubio; la popularidad creció y llegaron clientes de San Cristóbal. Se hizo experto en el arreglo de candidatas y fue muy cotizado a la par de los triunfos.
“Mudé la peluquería a un local que acondicioné en mi casa, donde permanezco. A finales de la década de los sesenta, empecé a trabajar con candidatas. La primera que atendí fue Josefa Rangel, con quien aún mantengo comunicación. Trabajé con muchas reinas, las de Rubio todas fueron muy queridas por mí y por el pueblo. Recuerdo a Gladys Sánchez, candidata por el barrio La Palmita, en 1972. De la Feria Internacional de San Sebastián, Marisol Sánchez Araque, Mara Ramírez, Yadelsy Omaña, La Nena Mora, Carmen Montico. Son infinidad de jóvenes que pasaron por aquí, las maquillaba, peinaba y asesoraba en accesorios”.
También participó con sus candidatas en Miss Táchira y en numerosos concursos de belleza que escapan a su memoria.
Durante estos eventos, Julio Gutiérrez hacía equipo con la diseñadora Benicia Giovannoni, a quien recuerda con especial afecto. “Con ella trabajamos extensas jornadas para que todo quedara perfecto. Esa organización nos llevó a obtener muchos triunfos, que siempre celebramos con una alegría enorme. La trayectoria fue de triunfos y de coronas”.
A pesar que en la actualidad los contratiempos son muchos, atesora sus experiencias con cariño, pero sin nostalgia. “Queda la satisfacción personal, artística, conservo el salón como un museo, con las fotos de las chicas. Las personas vienen a ver esas imágenes y así siempre se mantiene viva esta parte bonita de la historia, en la memoria de los tachirenses”.