Jose Luis Guerrero
Cuando tenía 12 años, su padre, Maximiliano Carrero Moncada, murió. Ese año, en medio del llanto, a las puertas del edificio El Ciclón, en el centro de San Cristóbal, le dijo a su hermano Ricardo que algún día tendría un programa navideño como el de su progenitor. Parte de la historia en este relato.
Maximiliano Carrero Aguilar, el popular Max Carrero, lloró desconsolado, el 24 de diciembre de 1985. Hace 37 años.
Lo hizo a las puertas del edificio El Ciclón, en la calle 9 del centro de San Cristóbal, esquina de la carrera 9, donde funcionaba Radio Táchira. El tenía 12 años.
Pasaba por allí, al finalizar la tarde, junto a su hermano Ricardo Carrero, quien lo invitó a su casa, en la calle 10 del centro, el Día de Navidad.
— Mi mamá, Herminia Aguilar, estaba de guardia en su trabajo. Yo me iba a quedar solo en la casa, pero mi hermano Ricardo me invitó a irme con él, con su familia. Sin pensarlo, pasamos caminando frente al edificio El Ciclón y allí, en las escaleras, me senté a llorar desconsolado. Me desplomé. Ese año, el 5 de noviembre de 1985 había fallecido mi padre, Maximiliano Carrero Moncada, que trabajaba en Radio Táchira. En esas escaleras lloré. Yo era un niño de 12 años. Mi nona materna, Mercedes del Carmen Salas de Aguilar, se murió el 9 de noviembre, cuatro días después de morir papá. Era la primera Navidad sin ellos —narra Carrero, sin poder contener las lágrimas que corren por sus mejillas y su voz gruesa se ahoga entre la emoción por sus recuerdos.
— ¿Qué le pasa? — le preguntó su hermano al verlo llorar desconsolado.
— Me hace falta mi papá. Mi papá ya no está —respondió Max Carrero y lo confiesa con su voz entrecortada, respirando profundo—. También recuerdo que le dije, en medio de mí tristeza, que algún día tendría un programa como el de mí papá. Y 31 años después, aquí estoy— completa sus frases para desprenderse de sus lentes y secar sus lágrimas con los dedos de su mano izquierda.
Ese día de Navidad, al recordar con tanta emotividad a su padre, quien era locutor y fue voz oficial de Radio Táchira y del programa El Mundo al Día por Ecos del Torbes, se inspiró en él para seguir sus pasos. No ha parado de seguirlo e incluso superarlo, al asumir importantes retos en la radio tachirense. Los hechos lo demuestran.
— Mi papá durante muchos años, por Radio Táchira, era el locutor del programa de Navidad y de fin de año. Lo hacía en vivo y directo desde la cabina de transmisión. El, junto al operador. Un programa que comenzaba a las 10 de la noche y terminaba a las 5:00 de la mañana del día siguiente. Música bailable para el disfrute de la gente. Hoy, yo sigo, con mucho orgullo, sus pasos— recuerda.
Sus pasos se han consolidado en el tiempo. Son 31 años del programa “Bailando en Navidad y Año Nuevo” que se ha transmitido, de manera ininterrumpida los días 24 y 31 de diciembre en la emisora Imaginación 96.1 FM, donde él es su director desde hace 27 años.
— El primer programa especial fue el 31 de diciembre de 1990. Estaba la radio en periodo de prueba y lo hizo Alberto Rivas. En 1991, yo era vendedor y productor de la emisora. Le pedí a Rivas que me vendiera ese espacio de los días 24 y 31. Quería hacer un programa navideño. Lo logré y me dijo que tenía que buscar locutores. Yo no era locutor. Yo contraté a Gerardo Escalante y Gustavo Cabrera. Esos dos días me vine a la radio y recibimos aquí, en cabina, la Navidad y el Año Nuevo, porque yo era el productor del cuento. Organicé las cuñas, la música, contraté a los operadores —sigue su relato con sus ojos brillantes que se reflejan en los cristales de sus lentes.
Asume el reto y el éxito se impone. Sale adelante con su proyecto navideño. Las puertas se abren para el joven locutor. No hay duda que su padre fue el ejemplo a seguir.
— ¿Cómo se llamó el programa de su papá?
— Fue un programa del mismo corte al que yo hago. Mi papá lo hizo en Radio Táchira y se llamó Bailando en Navidad y Año Nuevo. Un programa de 7 horas continuas, que yo me propuse y heredé.
— ¿Qué recuerda de ese programa?
— El entusiasmo de mi padre. Su trabajo. Las cuñas eran en vivo, no se podían grabar en esa época. La historia era distinta. El lo hizo con Nery Alexander Pernía, era un locutor de La Fría, de Radio El Sol de La Fría; con Henry López, con Gerardo García, conocido como “El Cañón de los Andes”. Yo tengo grabaciones de esos programas.
— ¿Su padre lo traía a la radio?
— Yo iba a la radio. Lo disfrutaba, pero durante ese programa cada 24 y cada 31 mi mamá nos mandaba en un taxi, a eso de la una de la madrugada, para darle el abrazo navideño y de Año Nuevo a mi papá y al rato volvíamos a la casa.
Max Carrero es locutor en 1992
En mayo de 1992, Max Carrero es locutor. Certificado 19.700 del MTC. Ese año asume el programa navideño. Lo hizo junto a varios locutores a lo largo del tiempo, como Javier Duque, Gerardo Escalante, Gerardo García y Freddy Machado.
— El que más duro conmigo fue Javier Duque —recuerda —. A los demás no les gustaba el tener que venir a la radio y recibir la Navidad y el Año Nuevo en cabina. Creo que desde el año 2000 lo trabajo solo. Este programa, siempre, todos los años, ha sido en vivo, aquí en la radio en la cabina de 96.1 FM y en horario de 7 de la noche hasta la 1 de la madrugada, seis horas de transmisión.
— ¿Por qué no sacar el programa a otro lugar?
— Este programa, para mi criterio, pierde la magia al sacarlo de la cabina de la radio. Nunca ha salido pese a las ofertas de publicidad recibidas. Nunca lo he grabado y lo haré en el mismo formato hasta que Dios me lo permita. El programa requiere concentración. Hay una pauta que cumplir, y en medio de la fiesta radial el tiempo pasa volando.
— ¿Su familia le acompaña esos días en la emisora?
— No. Mi mamá, mi esposa, mis hijos Maximiliano y Maryliana Carrero Mora, celebran estas fiestas en casa. Ellos me esperan. Luego de la una de la mañana nos reunimos y festejamos. Vamos a casa de mi mamá, cenamos, compartimos, todo en familia.
La magia de la radio es posible gracias a la tecnología y a la mano derecha del locutor: El operador. A Max Carrero varios lo han acompañado, pero mención especial para Daniel Vásquez y Javier Salas. La producción ya está lista, aprendida de memoria y plasmada en el papel, solo hay que seguir la pauta y darle vida, ese entusiasmo que lo caracteriza.
— En los primeros años la gente llamaba por teléfono, después usó los mensajes de texto, ahora es toda una locura por la cantidad de mensajes de texto y mensajes de WhatsApp. Yo creo que cada uno de los programas recibe no menos de entre 800 y mil mensajes. Y en los últimos años se suman los saludos que nos llegan desde el exterior, toda esa gente que recibe la Navidad y el Año Nuevo con nosotros.
— ¿Qué se siente tener esa receptividad en la audiencia?
— Para mí, esto no es trabajo. De todas las cosas que hago en la radio, todo me gusta, pero mi pasión es vestirme a las cinco de la tarde y salir de mi casa el 24 y el 31 de diciembre, venirme a la emisora, aquí en el pent-house de la Torre E, en la avenida García de Hevia –Quinta avenida- en pleno centro de la ciudad. De verdad, es lo que a mí profesionalmente me llena.
El primer abrazo de Año Nuevo es con el operador. Su amigo, el negro Vicente Jaimes, le ha acompañado en los últimos años. Max le ha permitido estar allí con él. Es un amigo, un cliente, dueño de la rectificadora Vicente Jaimes.
— Mientras yo más solo esté, trabajo mejor. Llega un momento que los teléfonos colapsan por sus mensajes y me es difícil leerlos. Hay una cantidad de clientes ya pautada, mucha música bailable, de fiesta. En un año hubo 67 anunciantes. Todas las cuñas se graban, unas se hacen en vivo, otras no.
— ¿Qué canciones son obligatorias escuchar el 31 de diciembre en el programa?
— Son varias, pero no pueden faltar: La víspera de año nuevo, de la Billos; Cinco pa las doce, El año viejo y el Viejo Año, de Maracaibo 15. Son las emblemáticas.
Maximiliano Carrero Aguilar vive la radio. Es su pasión. Como lo ha hecho durante estos 31 años en su programa de Navidad y Año Nuevo, transmite a todos sus seguidores el mensaje de unión, de esperanza, que haya más trabajo para todos, más salud y buena vibra para el año nuevo.
En la oficina de trabajo de Max, en las paredes, hay muchos reconocimientos por su trayectoria. Entre todos ellos destaca una copia, ampliada de una fotografía, a blanco y negro, de su padre, Maximiliano Carrero Moncada, junto a J. J. Mora Figueroa, en el programa El Mundo al Día de Ecos del Torbes. Es un retrato de agosto de 1971. No hay duda que le acompaña y vigila en todos sus pasos. (JLG)