Freddy Omar Durán
Cuanto se le pregunta a los vecinos del sector La Popa-Mirador cuáles son los males que más los aquejan coinciden en tres palabras: luz, gas y vías.
Transitar en vehículo por ese barrio del municipio San Cristóbal, es someterlo a un riesgo por la gran cantidad de baches con los que se va encontrar, y que por su propia cuenta los vecinos del lugar han intentado reparar por su propia cuenta.
— El paso por la vía principal de La Popa hacia Pericos está malo, pero si usted va por las veredas usted verá que es peor, están todas cuarteadas y le sale monte. Encima de todo, las alcantarillas también se rebosan y causan más daños — afirmó Gilberto Rosales, vecino del lugar.
Señalan que desde los tiempos de la alcaldesa Mónica de Méndez –un poco más de 15 años- no se le ha dado el tratamiento asfáltico requerido, y en muchos casos han sido espontáneos que se han puesto en labores de bacheo.
— Eso estaba más hundido –se refiere al punto más crítico de marcadas ondulaciones y donde por trechos se ha desnudado el relleno bajo el asfalto- Unos muchachos que se pusieron a rebajar allí, pues hubo un momento en que la buseta ya no pasaba, y los pasajeros debían seguir a pie el resto del camino. La última vez que asfaltaron fue en tiempos de la alcaldesa Mónica de Méndez y eso fueron 150 metros, dejando mucho por hacerse — agregó Rosales.
La línea de Puente Real, que cubre la ruta hacia Pericos, es la que con mayor frecuencia traslada al centro de San Cristóbal a los vecinos de La Popa, no obstante otras empresas lo han hecho, entre ellas la 23 de Enero, a la que le correspondía la zona, pero tuvo que interrumpir los viajes debido a la pandemia y el mal estado de la carretera.
El descuido de la zona también se ve reflejada en lo alto de la maleza que hay en lotes sin habitar, y las líneas de transmisión de energía eléctrica, incluso hay un poste ladeado en mal estado que de precipitarse podría traer consecuencias graves.
Sin gas y sin luz
Falta de luz y de gas no es una buena ecuación para los habitantes de La Popa, y menos cuando el invierno imposibilita el uso de la leña que se podría extraer de las zonas verdes aledañas.
— Cada seis y ocho meses es que se realiza una jornada de gas, y del Clap hace rato no sabemos lo que es eso, y lo extrañamos porque la comida se está poniendo muy cara— aseveró Gilberto Rosales.
También el agua fue un dolor de cabeza pero afortunadamente se han venido arreglando los problemas con la tubería que suplía el servicio. Hubo un tiempo en que la inseguridad “daba garrote”; y este flagelo si bien no ha desaparecido
— Cuando hay luz nos toca con una cocina eléctrica pues ahora ni pensar en leña pues los inviernos de estos días la han mojado. Y el que tiene para vender gas, lo pone muy elevado. Se va la energía en la mañana o en la tarde o en la noche a veces dos horas y hasta seis horas, ya ni sabe uno que vendrá — agregó Rosales
La economía local es otro punto preocupante. Los pequeños abastos de La Popa han visto con preocupación un descenso en sus ventas del 40%. Diariamente deben escuchar de sus clientes las quejas por la “falta de plata”, especialmente entre los pensionados que con una mensualidad equivalente en la actualidad a 17 mil pesos, poco pueden hacer para llevar un mercado decente para su casa.